'Deustown again'
Los que hemos tenido la suerte de vislumbrar el mundo en las proximidades de la universidad de Deusto (otros tienen m¨¢s suerte y conocen el mundo en versi¨®n de la universidad de Deusto, lo cual debe de ser sin duda m¨¢s hermoso); los que hemos tenido esa suerte, dec¨ªa, ya estamos acostumbrados al encanto cl¨¢sico, a la perfecci¨®n lincai, al equilibrio arm¨®nico entre formas y contenidos con que esta ilustre instituci¨®n acaba todas sus obras terrenales (por desgracia, no nos es dado contemplar su fino trabajo en el modelado de almas). Por eso no nos sorprenden manifestaciones tan exquisitas como el elegante anagrama del F¨®rum Deusto (EL PA?S, 20 de febrero de 1990, p¨¢gina 40), donde dos atl¨¦ticos entes se distribuyen en sim¨¦trico equilibrio (izquierda-derecha, bien mal, yin-yang, Bilbao-Deustown), se?alando con sus extremidades los cuatro puntos cardinales; m¨¢s o menos.Habr¨¢, no obstante, quienes lamenten que les haya sido cercenada cierta extremidad (con la que podr¨ªan haber se?alado quiz¨¢ el este del Ed¨¦n). Ser¨¢n los bocazas de siempre, ciegos que no querr¨¢n ver en el bello dibujo un nueva s¨ªntesis del arte de Occidente, que preferir¨ªan recrearse en el horrendo colgajo en vez de en la hermosa visi¨®n de esas sorprendentes nalgas prep¨®steras (o quiz¨¢ me est¨¦ equivocando) ir¨®nicas cebollitas surreales.
No debemos hacerles caso. Si no han sabido educarse en la elegancia ni superar su estrecho realismo, jam¨¢s podr¨¢n degustar estas exquisitas joyas del dise?o ang¨¦lico. Contempl¨¦moslas, goc¨¦moslas y exclamemos juntos: "?Qu¨¦ bonito, rec¨®rcholis, qu¨¦ bonito!"-
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