Entre el narcisismo y el cansancio
Si bien los arquitectos tienen m¨¢s trabajo (y m¨¢s fama) que nunca, la arquitectura entra en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo con paso cansado. Los arquitectos est¨¢n cansados de inventar una forma distinta cada ma?ana, a la hora del desayuno, pero s¨®lo unos pocos son capaces de confesarlo. Y los que pasean por las calles est¨¢n cansados de enfrentarse cada d¨ªa con una forma distinta en la ciudad. ?Ganar¨¢ en esta d¨¦cada el narcisismo de los arquitectos o el hartazgo de los paseantes? Los paseantes se quejan, el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra se queja y los arquitectos acusan al pr¨ªncipe (con los paseantes an¨®nimos no se atreven) de reaccionario. ?Es ¨¦ste el camino por el que hay que buscar el futuro de la arquitectura? ?O habr¨¢ que preguntarse por las condiciones tecnol¨®gicas, por los procesos industriales, por las situaciones econ¨®micas? ?O habr¨¢ que respetar los senderos puros de la est¨¦tica y pronosticar el advenimiento de cada m¨ªnima forma nueva, cada m¨ªnimo arco y cada m¨ªnima columna que nace bajo la inspiraci¨®n diaria del desayuno? Si uno les plantea estas preguntas a los arquitectos, cada uno responder¨¢ seg¨²n su particular escuela de baile, pero casi ninguno dejar¨¢ de hacer notar la existencia del mencionado cansancio.Ideales racionalistas
Se advierte, en principio (despu¨¦s de un agrio rechazo al lobo feroz de la Bauhaus) una cierta reconsideraci¨®n de los ideales blancos del racionalismo. Dice el arquitecto Ricard Pie: "Hay cansancio del artificio que no cumple ninguna funci¨®n. Hay que reencontrar la esencia de lo que fue la arquitectura para el movimiento moderno. La arquitectura actual no es sensible a los cambios que se producen en la convivencia. El movimiento moderno s¨ª pens¨® en el hombre medio (hizo un listado de sus exigencias m¨ªnimas), pero el mundo en que vive ese hombre medio hoy ha cambiado. La composici¨®n familiar ha cambiado. Ya no existe aquella familia para la cual el movimiento moderno cre¨® prototipos que giraban alrededor de la cueva y que poco ten¨ªan que ver con la ciudad. Hay mucha gente mayor, en las ciudades de ahora, que necesita cobijarse. Pero no cobijarse de los elementos, sino en la convivencia. Otro asunto nuevo es el ocio, que se ha convertido en una condici¨®n de vida. No hay libros sobre arquitectura tur¨ªstica, porque se la considera -y no lo es- algo superfluo. Para entrar a la pr¨®xima d¨¦cada, la arquitectura debe plantearse reflexiones equivalentes a las que se plante¨® en los a?os treinta el movimiento moderno. Pero acordes con los problemas nuevos".
Para Miquel Espinet, director de la escuela de dise?o EINA de Barcelona, la cercan¨ªa del pr¨®ximo milenio ser¨¢ ganada por el carnaval ecl¨¦ctico, ajeno a las fidelidades fan¨¢ticas. Pero a este carnaval el posmodernismo no ser¨¢ invitado: "Se ha muerto de cansancio. No interesa a casi nadie, excepto, tal vez, a la grandeur francesa, siempre versallesca. Pueden, sin embargo, perdurar ciertos aspectos historicistas que tienen gracia y que est¨¢n en la memoria colectiva (no hablo de las formas d¨®rica y j¨®nica, sino, por ejemplo, de ciertos estucos, cierta ebanister¨ªa, cierto uso de la piedra para las fachadas o de las esculturas incorporadas a esquemas modernos). M¨¢s all¨¢ del movimiento moderno -pero fieles a su esencia- se puede concebir una pl¨¢stica m¨¢s compleja, un poco m¨¢s alejada de aquel menos es m¨¢s del que habl¨® Mies van der Rohe. Se ver¨¢ una tendencia a la libertad en la estructuraci¨®n del orden geom¨¦trico de los espacios. El deconstructivismo se carga la geometr¨ªa: sus edificios ir¨®nicos parece que se caen. En el Mediterr¨¢neo esta tendencia ser¨¢ m¨¢s sensata, m¨¢s sosegada: a la gente, aqu¨ª, no le gusta que los edificios amenacen con caerse. Pero s¨ª podemos darnos el lujo de una geometr¨ªa menos r¨ªgida, menos estructural: las paredes -digamos- no tienen por qu¨¦ ser paralelas".
Seg¨²n Javier S¨¢enz de Oiza, considerado uno de los pioneros de la arquitectura moderna en Espa?a, hay que mirar el futuro de la arquitectura en la barra de caf¨¦ de los nuevos materiales, las nuevas herramientas, los nuevos ademanes de la mano de obra: "La arquitectura es una disciplina que se est¨¢ distanciando del resto de la teconolog¨ªa y de la industria. Es cada vez m¨¢s cara desde el punto de vista de la construcci¨®n. Los coches son cada vez m¨¢s baratos; las casas, no. La arquitectura tiene que encararse como una producci¨®n tecnol¨®gica del objeto casa que no haga desmerecer el producto. La gente usa la cocina a gas porque funciona y porque es funcionalmente m¨¢s barata que la econ¨®mica, aunque esta ¨²ltima sea m¨¢s bonita, con su le?a y su ceniza. La arquitectura necesita investigaci¨®n subvencionada: si yo quiero hacer una casa experimental, tengo que costearla a mis expensas. Pero la gente est¨¢ contenta. con las casas que tiene, con sus portiquitos y sus balaustres. La primera producci¨®n de un objeto es cara, pero su producci¨®n en serie lo abarata: el primer cesto de pl¨¢stico es m¨¢s caro que los ¨²ltimos de mimbre, pero sin ese primero caro no existir¨ªan los otros, finalmente m¨¢s baratos que los de mimbre. ?ste es el camino por el que tiene que evolucionar la arquitectura. No podemos seguir trabajando con las pautas que en la Edad Media".
Narcisismo corporativo
Es finalmente Antonio Gonz¨¢lez, jefe del servicio de Patrimonio Arquitect¨®nico de la Diputaci¨®n de Barcelona, quien se atreve a poner el dedo en la llaga del narcisismo corporativo. Para este francotirador, el material preferido de la arquitectura de los ¨²ltimos tiempos es el marfil, que s¨®lo sirve para construir torres herm¨¦ticas en las alturas. Pero el futuro, cree, tiene que ser de este mundo: "Es necesario superar el divorcio entre los intereses reales de la poblaci¨®n y los particulares de los arquitectos. En las revistas de arquitectura no se habla nunca del usuario (el que usa la casa o el que la ve). Se dice que la gran arquitectura est¨¢ llena de usuarios enfadados, pero ese argumento no me sirve. El Renacimiento se acab¨® hace mucho, pero sobran los arquitectos que se creen Miguel Angel. Creo que ha sido una suerte simb¨®lica que lloviera el d¨ªa en que se inaugur¨® el Estadio ol¨ªmpico de Barcelona. Digo simb¨®lica porque los problemas del estadio no son tan graves, pero las goteras han servido como indicio para que se cambie la concepci¨®n de la arquitectura p¨²blica. Se dice que ¨¦sta es una postura reaccionaria. Primero, no estoy en contra de la evoluci¨®n en el arte, pero no es lo mismo construir una casa (compromiso entre dos personas) que un edificio p¨²blico. Segundo: si ser reaccionario es estar en contra de la revista El Croquis, pues lo soy. Tercero, si el pr¨ªncipe Carlos a lo mejor est¨¢ de acuerdo conmigo, pues no me importa. En el futuro habr¨¢ que poner el acento en la calidad constructiva, m¨¢s que en la creatividad. El arquitecto no tiene por qu¨¦ sentirse en la obligaci¨®n de inventar una forma nueva cada ma?ana cuando desayuna: las formas cambian cada dos o tres siglos".
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