Un viaje necesario
EL VIAJE que el jefe del Gobierno emprende hoy a varios pa¨ªses de Latinoam¨¦rica -con la etapa central de Chile para participar en la toma de posesi¨®n del presidente Patricio Aylwin- es particularmente oportuno en el actual panorama internacional. La rapidez de la evoluci¨®n en el Este y la perspectiva de la unidad alemana est¨¢n determinando toda la pol¨ªtica de los Gobiernos europeos. Espa?a no puede permanecer al margen, pero su actividad exterior no debe disminuir simult¨¢neamente en un ¨¢rea tan fundamental para nuestros intereses como es Latinoam¨¦rica.Hay para ello razones hist¨®ricas obvias. Preparar con inteligencia, al margen de la vac¨ªa e irritante ret¨®rica del pasado, la celebraci¨®n del quinto centenario de 1492 no es lo esencial, aunque sea positivo. Lo esencial es que no s¨®lo se est¨¢n produciendo importantes novedades en Centroeuropa, sino tambi¨¦n en Am¨¦rica Latina. Con la derrota del general Augusto Pinochet ha desaparecido la ¨²ltima de las dictaduras militares de derecha, que en un momento fueron norma, y no excepci¨®n, en ese continente. La anacron¨ªa que supone la pervivencia del castrismo se ve subrayada por el afianzamiento de la normalidad democr¨¢tica y constitucional en otros pa¨ªses. En los ¨²ltimos meses, en numerosas rep¨²blicas, un nuevo presidente ha sido elegido mediante procesos electorales que, a despecho de ciertas irregularidades, han permitido a los pueblos expresar su voluntad en las urnas. Ello merece ser subrayado, porque refleja un clima pol¨ªtico nuevo en la agitada historia de ese continente.
Estos avances de la democracia pol¨ªtica van acompa?ados, sin embargo, de situaciones econ¨®micas en muchos casos dram¨¢ticas. El peso de la deuda externa crea obst¨¢culos casi insuperables, al menos en varios pa¨ªses, a los esfuerzos de recuperaci¨®n. En per¨ªodos anteriores, la libertad pol¨ªtica ha dado lugar a amplias corrientes populistas que, movilizando a grandes masas, sembraron la ilusi¨®n de soluciones-milagro y desembocaron luego en tristes frustraciones. Hoy, en cambio, asistimos a un retroceso del populismo. Ante estados de miseria extrema, la respuesta radical -como en el caso de Brasil- es fuerte, pero tiende a canalizarse en niveles municipales, sin lograr dominar la pol¨ªtica de ning¨²n pa¨ªs. De los resultados de las ¨²ltimas elecciones se deduce -con la imprecisi¨®n de toda interpretaci¨®n global- que progresan las fuerzas moderadas y que los factores ideol¨®gicos pierden peso. El electorado parece buscar no tanto campeones de la utop¨ªa como administradores capaces de ir, mejorando las cosas, aunque sea poco a poco y dentro de un marco de tr¨¢gicas realidades que costar¨¢ mucho modificar.
?Qu¨¦ consecuencias tendr¨¢ esta evoluci¨®n pol¨ªtica en el problema de la deuda? Es imposible responder de modo general, ya que la situaci¨®n difiere de un pa¨ªs a otro. Si han perdido vigencia las propuestas propagand¨ªsticas, como la de una negativa rotunda a pagar, son ahora Gobiernos conservadores los que se ven obligados, en ciertos casos, a suspender el pago de los intereses. Ello deber¨ªa ayudar a los organismos financieros internacionales a comprender la gravedad del problema, que exige ser considerado en su dimensi¨®n pol¨ªtica.
En cuanto a las posibilidades espa?olas de ayuda econ¨®mica, son escasas. Y en ciertos casos han sido mal o poco aprovechadas, como en Argentina. En todo caso, cabe esperar que el viaje de Gonz¨¢lez permita precisar mejor la direcci¨®n que deben tomar nuestros esfuerzos de ayuda, unos directos, otros haciendo o¨ªr nuestra voz en la CE y en foros internacionales. Encontrar el mejor equilibrio entre las diversas dimensiones de nuestra pol¨ªtica exterior es una tarea dif¨ªcil del Gobierno. En un momento en que la atracci¨®n europea es particularmente fuerte, el viaje del presidente Felipe Gonz¨¢lez pone de relieve la importancia que Espa?a otorga tambi¨¦n a sus lazos con Latinoam¨¦rica. No se trata de contraponer ambas dimensiones. La Comunidad Europea no puede encerrarse en s¨ª misma, ni tampoco abrirse s¨®lo a la otra Europa. Aunque sea a contracorriente, nuestra presencia en la CE debe ayudar a que Europa tome conciencia de la nueva situaci¨®n de Am¨¦rica Latina y de la importancia de ensanchar y reforzar las relaciones con ella.
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