El imperio de lo ef¨ªmero
La moda no es ya un fen¨®meno m¨¢s en el sistema social. La moda es hoy el paradigma del sistema mismo y nada escapa, pr¨¢cticamente, a sus dictados. Desde el arte a la pol¨ªtica, desde la vivienda al pensamiento filos¨®fico, desde la relaci¨®n sentimental hasta las ideolog¨ªas, desde la forma de comer a la manera de creer. Gilles Lipovetsky, conocido por su libro anterior, La era del vac¨ªo, ha escrito un nuevo texto titulado El imperio de lo ef¨ªmero (que publicar¨¢ Anagrama pr¨®ximamente), donde se barren todos los dominios de la sociedad contempor¨¢nea infectados por la f¨®rmula moda. Nunca, en opini¨®n de Lipovetsky, las referencias, los valores, las decisiones para emplazarse en el mundo se encontraron tan dependientes de lo voluble, lo contagioso y lo seductor. O, en definitiva, por la serie de atributos que configuran lo caracter¨ªstico de la moda.La moda -dice- ha dejado de ser simplemente un placer est¨¦tico, un accesorio decorativo de la vida colectiva. Ahora es su piedra angular. Estructuralmente la moda ha acabado su carrera hist¨®rica y ha alcanzado la cima de su poder. Ha remodelado a la sociedad y ha impuesto sus dictados. Todos somos conscientes de la superficialidad, de la frivolidad, de los devaneos constantes, se trate de literatura, de m¨²sica o de pol¨ªtica. Todos estamos al tanto del tr¨¢fico y del transfuguismo, de la brevedad de los convencimientos y de la extrema liquidez de las corrientes, provengan de las fuentes que sean. La idea de que la contemporaneidad es un fluido caprichoso hace tiempo que ha prendido en las consciencias. Nadie se f¨ªa de la permanencia ni, en consecuencia, de una parcela de verdad, ¨¦tica o est¨¦tica. Cualquiera ha relativizado su forma de sopesar lo mejor y de encarar el futuro. M¨¢s a¨²n: el futuro se encuentra tan abierto que es inexistente. El consumo y la comunicaci¨®n de masas han establecido un presente sucesivo donde los acontecimientos se sustituyen con celeridad y sin secuencia. La escatolog¨ªa ha sido reemplazada por la coyuntura y al pensamiento estructurado ha seguido una clase de pensamiento-spot. Todo parece provisional, expuesto a la nueva oleada. ?Pero qu¨¦ concepto tenemos de todo ello? Por lo general, no muy favorable. Lipovetsky es en cambio optimista. En su parecer, cuanto m¨¢s se despliega lo ef¨ªmero y lo seductor, m¨¢s tienden las conciencias a lo real; cuanto m¨¢s arrebata lo l¨²dico, m¨¢s se rehabilita el ethos econ¨®mico; cuanto m¨¢s gana lo provisional, m¨¢s estables son las democracias.
La tesis central de este libro es que la moda mientras ha relativizado la fe en algo fundamental ha sembrado las bases de una igualdad y participaci¨®n colectivas. Como consecuencia, cada cual, uno a uno, es m¨¢s tolerante. Acaso tambi¨¦n m¨¢s esc¨¦ptico pero tambi¨¦n m¨¢s permisivo. Los antagonismos sociales contin¨²an, los racismos, las incompatibilidades siguen apareciendo, pero la superficialidad de las posiciones contribuye al di¨¢logo y al compromiso. En general, la violencia cede el paso a una actitud m¨¢s conciliadora con tal de que en la conclusi¨®n la autonom¨ªa o la independencia individual queden a salvo.
El individualismo. La moda es una invitaci¨®n a la participaci¨®n pero a la. vez una oportunidad de personalizarse. Frente al alegato que ha mostrado a los medios de comunicaci¨®n de masas como embrutecedores y uniformadores de las gentes, Lipovetsky destaca el aporte de su informaci¨®n m¨²ltiple, capaz de facilitar al ciudadano los elementos m¨¢s variados y suficientes para componer con ellos su propio bricolaje de opini¨®n y de deseos. Hay que dar -dice- una nueva interpretaci¨®n a la era futil del consumo y de la comunicaci¨®n. La moda, considerada como modelo de los mass media, permite en su variaci¨®n y contrastes, en su variedad y simultaneidad de opciones, que se extienda la controversia p¨²blica, potencia la autononomizaci¨®n de los pensamientos y, en suma, las existencias subjetivas. Favorece, a su juicio, la libertad, y al cabo la experiencia de un proyecto existencia? propio.
He aqu¨ª la m¨¢s vigorosa invitaci¨®n; una invitaci¨®n a reconciliarse con la nueva realidad caracterizada por el declive ideol¨®gico y el ascenso del mercado. ?Materialismo, uniformidad, confusi¨®n de la cotizaci¨®n mercantil con lo mejor, desorientaci¨®n, identificaci¨®n entre el best seller y la obra maestra, entre la popularidad y el ¨¦xito? El conjunto de los efectos es, en todo caso, democr¨¢tico. ?Nostalgia por los grandes sistemas? ?Nostalgia de un proyecto social o pol¨ªtico para el porvenir? El discurso sobre el porvenir, las utop¨ªas o las nostalgias ha perdido relevancia. La misma moda se encargar¨¢ de devolver tarde o temprano, mediante un revival, lo que se estimaba enterrado o perdido. En la ideolog¨ªa, en el arte, en la moral estamos en manos de los antojos y vaivenes de la moda- Ella es nuestra actualidad y nuestra posible redenci¨®n futura.
Al neoliberalismo hoy en boga puede suceder la reivindicaci¨®n del Estado, el pensamiento d¨¦bil puede alternarse con un endurecimiento de las doctrinas. Pero a estas alturas, bajo el imperio de la moda, nada ser¨¢ recibido con la fan¨¢tica convicci¨®n de anta?o. Las personas tienden cada vez m¨¢s a estar menos ideologizadas, porque la era de la moda es la que m¨¢s ha contribuido a arrancar a los hombres del oscurantismo, a construir un espacio p¨²blico abierto, a modelar una humanidad m¨¢s madura y m¨¢s esc¨¦ptica.
La inconsciencia de la moda -asegura Lipovetsky- favorece la conciencia, sus locuras, el esp¨ªritu de tolerancia, su mimetismo, el individualismo, su frivolidad, el respeto por los derechos del hombre. No habr¨¢, pues, que tomar esta ¨¦poca como una decadencia, tiempo de perturbaci¨®n y del culto a lo ordinario. Esta obra es la requisitoria m¨¢s radical para una integraci¨®n con las nuevas condiciones del fin de siglo y el reverso de un malestar de la cultura. ?Alguna pega en todo ello? S¨ª, efectivamente. El reino pleno de la moda y de los mass media pacifica el conflicto social pero agudiza el conflicto subjetivo e intersubjetivo; permite m¨¢s libertad individual pero engendra probablemente una vida m¨¢s infeliz. El progreso de la informaci¨®n y el de la felicidad no marchan al mismo paso, y la euforia de la moda tiene como contrapartida el desamparo, la depresi¨®n y la confusi¨®n existencial. Hay m¨¢s, est¨ªmulos de todo tipo, pero mayor inquietud de vida; hay m¨¢s autonom¨ªa privada, pero mas crisis ¨ªntima. Esta es -concluye- la grandeza de la moda: le permite al individuo remitirse m¨¢s a s¨ª mismo. Y ¨¦sta es la miseria de la moda: que nos hace cada vez m¨¢s problem¨¢ticos ante nosotros y ante los dem¨¢s. No cabe duda de que una discusi¨®n se abre al cerrar el libro, y lo menos ef¨ªmero, aunque sea moda, es su potencialidad para la pol¨¦mica.
Babelia
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