Hacia el fin de la era agitada
Las elecciones nicarag¨¹enses han asestado el pen¨²ltimo golpe a la revoluci¨®n marxista-leninista como alternativa en este hemisferio. Inician el episodio final de la era agitada que comenz¨® en 1959 con la revoluci¨®n cubana, y que concluir¨¢ presumiblemente con la ca¨ªda de Fidel Castro.Afortunadamente, esta parte del mundo, al igual que Europa oriental, ha cambiado a Marx por Montesquieu. Incluso los sandinistas, al mostrar su madura aceptaci¨®n de su derrota, han aprendido aparentemente a valorar los controles y equilibrios del poder que constituyen la garant¨ªa fundamental de la civilizaci¨®n occidental.
Incluso aunque los sandinistas hubieran ganado las elecciones del domingo pasado, ten¨ªan muy claro que su intento primitivo de establecer un Gobierno marxista-leninista en Nicaragua estaba condenado al fracaso.
Esto se hizo evidente por primera vez en 1987, en la reuni¨®n de los presidentes (le Am¨¦rica Central, que acordaron en Esquipulas (Guatemala), discutir el plan de paz planteado por el presidente ?scar Arias, de Costa Rica.
Fue en ese momento cuando los sandinistas abandonaron sus pretensiones de poder respaldadas por medios militares y accedieron a un arreglo pol¨ªtico para la guerra civil en Nicaragua.
Cambios trascendentales
Aunque los contras, apoyados por EE UU, contribuyeron a la presi¨®n ejercida sobre los sandinistas para aceptar las elecciones libres, no constituyeron el factor decisivo. La transformaci¨®n de los sandinistas fue consecuencia principalmente de los cambios trascendentales en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y en Europa oriental.
Cuando Esquipulas, los sandinistas ya ten¨ªan claro que no recibir¨ªan el tipo de ayuda que necesitaban para llevar a cabo su revoluci¨®n ni de Mijail Gorbachov ni de sus aliados comunistas de Europa oriental, que se estaban desmoronando r¨¢pidamente. Los sandinistas sab¨ªan muy bien que, sin el respaldo sovi¨¦tico, el apoyo de Cuba era in¨²til. Cuba tiene muy poco peso pol¨ªtico o militar por s¨ª misma por estar tan aislada.
A fuer de realistas, los sandinistas decidieron salvar lo que pudieran de su revoluci¨®n. Sabiendo que corr¨ªan el riesgo de perder unas elecciones libres, pensaron que al menos pod¨ªan salvar su legitimidad como la principal presencia unificada capaz de influir en el futuro de Nicaragua. La otra alternativa posible y ¨²nica era la de sufrir el mismo aislamiento de Cuba por intentar agarrarse al poder. A no ser que en los pr¨®ximos meses haya escisiones significativas -que son bastante posibles- de facciones militantes que rechacen el desarme, los sandinistas cuentan todav¨ªa con un futuro muy viable.El enigma de Cuba
El efecto de las elecciones nicarag¨¹enses sobre el enigma de Cuba no est¨¢ claro. La historia no es s¨®lo una cuesti¨®n de fuerzas sociales impersonales, sino de seres humanos; de oportunidades y accidentes. Fidel Castro es un accidente hist¨®rico. Las personas son imprevisibles, y Cuba es un r¨¦gimen personalizado.
Pero las elecciones en Nicaragua dejan la opci¨®n de Castro sorprendentemente clara: o bien sigue el camino de Daniel Ortega en Nicaragua -que a su vez ha seguido el de Polonia, Alemania oriental y Checoslovaquia- o puede seguir el camino de Nicolae Ceaucescu en Ruman¨ªa. Con cada d¨ªa que pasa, Castro parece menos dispuesto a seguir el camino de los sandinistas.En lo que se refiere a M¨¦xico, la derrota de un Gobierno un partidista en las elecciones nicarag¨¹enses ser¨¢ utilizada sin duda por la oposici¨®n al partido en el Gobierno en M¨¦xico, el PRI, como forma de presi¨®n para una r¨¢pida democratizaci¨®n. Aunque el ritmo de la democratizaci¨®n pueda ser demasiado lento, lleva alg¨²n tiempo en s¨®lidas v¨ªas de consecuci¨®n. Mucho antes que los sandinistas, el PRI -bajo el presidente Carlos Salinas de Gortari- se dio cuenta que la democratizaci¨®n es una cuesti¨®n de su vida o muerte como partido viable. Salinas sabe muy bien que su partido se convertir¨¢ en nada si el sistema no se abre por completo finalmente.
El 44% de los esca?os del Parlamento mexicano pertenecen ya a partidos de la oposici¨®n, y el PRI, por primera vez, perdi¨® el gobierno de un Estado importante, Baja California, ante el candidato elegido leg¨ªtimamente por el partido conservador de la oposici¨®n, PAN.
De forma significativa, la derrota sandinista puede considerarse tambi¨¦n como el desvanecimiento del sentimiento antigringo que ha atormentado a Latinoam¨¦rica mucho m¨¢s all¨¢ de su realidad hist¨®rica. Despu¨¦s de todo, el pueblo nicarag¨¹ense eligi¨® al candidato apoyado abiertamente por el presidente de Estados Unidos, George Bush, que ha sido un gran defensor de armar a la contra. Y, en contra de las predicciones, la invasi¨®n americana de Panam¨¢, en diciembre pasado, no desat¨® una reacci¨®n nacionalista que fortaleciera la posici¨®n de los sandinistas en el poder.
El abandono del sentimiento anti-gringo, que tambi¨¦n se puede percibir por toda Latinoam¨¦rica, ser¨¢ un factor clave para enfrentarse a los problemas de una Am¨¦rica Central en paz.
La nueva paz plantear¨¢ a la presidenta electa, Violeta Chamorro, dos tareas acuciantes: la reconciliaci¨®n -entre fuerzas que han combatido sangrienta y amargamente durante a?os- y la reconstrucci¨®n econ¨®mica.
La primera tarea s¨®lo la pueden resolver los propios nicarag¨¹enses. La segunda, la reconstrucci¨®n econ¨®mica, s¨®lo puede resolverse con ¨¦xito mediante una amplia integraci¨®n, no s¨®lo con el resto de Am¨¦rica Central, el Caribe y M¨¦xico, sino tambi¨¦n con Estados Unidos, hasta ahora vilipendiados por costumbre.El precedente europeo
El precedente de la integraci¨®n europea es muy importante no s¨®lo por el futuro de Am¨¦rica Central, sino tambi¨¦n de la regi¨®n que la rodea.
Si los europeos, despu¨¦s de 2.000 a?os de matarse los unos a los otros, han encontrado la forma de entenderse, entonces tambi¨¦n lo pueden hacer los centroamericanos, los mexicanos y los norteamericanos. Si los franceses y los alemanes pueden ponerse de acuerdo, ?por qu¨¦ nosotros no?
La divisi¨®n de Am¨¦rica Central en varios pa¨ªses es un vestigio artificial de la descolonizaci¨®n extrema. Dado que estos pa¨ªses no tienen identidad nacional y carecen de viabilidad, tanto pol¨ªtica como econ¨®mica, por su propia cuenta, la ¨²nica soluci¨®n para ellos es unirse en un mercado com¨²n regional y una asociaci¨®n pol¨ªtica similar a la Comunidad Europea. ?stos podr¨ªan unirse a su vez con una mayor integraci¨®n en una comunidad norteamericana.
Si estos pa¨ªses diminutos permanecen solos en el siglo XXI, seguir¨¢n siendo los peones pobres e impotentes de las potencias exteriores, una situaci¨®n que ya ha ocasionado excesivos derramamientos de sangre en este siglo.
Ahora que las desavenencias ideol¨®gicas han disminuido en Am¨¦rica Central, la mayor amenaza a la promesa de integraci¨®n, como en Europa oriental, la constituir¨¢ el renaciente nacionalismo.
Aqu¨ª tambi¨¦n constituye la democratizaci¨®n la mejor garant¨ªa contra la reacci¨®n nacionalista. En Latinoam¨¦rica, el sentimiento contra EE UU ha radicado principalmente en los intelectuales y la clase alta. Durante el siglo pasado, los antiestadounidenses fueron los conservadores que heredaron la tradici¨®n espa?ola. El Partido Consenvador de M¨¦xico, por ejemplo, solicit¨® la ayuda de Napole¨®n III para defenderse de la "amenaza gringa", que consideraban excesivamente pr¨®xima al Gobierno liberal de Ju¨¢rez.
lntelectuales anacr¨®nicos
En el siglo XX, los custodios del sentimiento contra Estados Unidos han estado a la izquierda, no a la derecha. Hoy en d¨ªa, los intelectuales anacr¨®nicos, principalrrtente de izquierdas, son los ¨²ltimos en cambiar. No obstante, el tipo de acontecimientos democr¨¢ticos que acabamos de presenciar en Nicaragua facilitar¨¢n la integraci¨®n de unos con otros y con Estados Unidos. Cuando la misma gente que emigrar¨ªa al norte pueda elegir libremente a sus dirigentes, el sentimiento nacionalista pasado de moda se rendir¨¢ voluntariamente al atractivo pr¨¢ctico de la integraci¨®n econ¨®mica.
La integraci¨®n por s¨ª sola, por supuesto, no cerrar¨¢ el vac¨ªo existente entre ricos y pobres o reconciliar¨¢ libertad e igualdad. Ser¨¢ s¨®lo la condici¨®n para que se d¨¦ tal posibilidad. Al igual que en Estados Unidos y Europa, el orden probable consistir¨¢ en una econom¨ªa mixta: un mercado libre con intervenci¨®n del Estado para aliviar las grandes desigualdades.
La derrota sandinista, como la derrota de la izquierda marxista en general, es la derrota de la fantas¨ªa. El remedio comunista a la injusticia social demostr¨® ser peor que la enfermedad. Ahora nuestro reto es encontrar la imaginaci¨®n pol¨ªtica necesaria para enfrentarnos a esas injusticias que han sobrevivido a su insostenible soluci¨®n.
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