Un equipo con dos caras
A estas alturas de la temporada, hablar del Real Madrid -en su versi¨®n baloncesto- sin tener que acudir a la p¨¢gina de sucesos puede resultar complicado. Decir que la final de la Recopa que se celebra esta tarde llega en mal momento da la impresi¨®n de quedarse corto. Volver a analizar las innumerables causas por las cuales una secci¨®n anteriormente gloriosa y envidiada parece haberse convertido en la oveja negra de la familia obligar¨ªa a tener que referirnos a personajes que deben permanecer definitivamente en el ba¨²l de los recuerdos. Por ello, y sin que sirva de precedente, obviaremos este tipo de circunstancias, aunque a veces sean causa directa de posteriores problemas deportivos.Los diversos avatares sufridos durante estos aciagos meses han colocado al conjunto blanco en la curiosa situaci¨®n de tener dos equipos en uno. Distintos cambios de extranjeros y las fechas en las que fueron realizados han dado como resultado que desde la llegada de Picul¨ªn los blancos tengan dos caras. La de los s¨¢bados, alta, vers¨¢til y poderosa por dentro; ordenada -sin excesos- y casi a obligado pi?¨®n fijo por fuera de la zona. Los martes, s¨®lo con un cambio de jugador y de la mano del explosivo Mike Anderson, las pulsaciones del equipo aumentan considerablemente, a la vez que el poder¨ªo interior sale perjudicado. La raz¨®n pierde posiciones en el ranking de prioridades en aras de un fren¨¦tico ritmo de juego y, como precio a pagar, las situaciones no del todo ortodoxas se suceden. As¨ª, no resulta dif¨ªcil observar regularmente al base estadounidense como ¨²nico representante en el rebote de ataque o contar con el polifac¨¦tico Antonio Mart¨ªn de habitual tirador de per¨ªmetro.
Enfrente del imprevisible Madrid, un inc¨®modo equipo italiano impregnado hasta la m¨¦dula del estilo de juego de su director Brunamonti. Veterano jugador curtido en mil batallas y te¨®rico heredero del gran Marzoratti, a¨²na el control del cotarro con una estimable capacidad ofensiva.
Que el partido se juegue en Italia era de suponer viendo la racha de suerte que acompa?a al Madrid. A pesar de tratarse de una competici¨®n caduca y trasnochada, a la actual situaci¨®n no le vendr¨ªa nada mal un t¨ªtulo europeo, tal y como se presenta la Liga espa?ola. Las alegr¨ªas no han proliferado ¨²ltimamente y, de paso, puede que alguno recupere el habla y se decida de una vez por todas a partirse la cara por sus hombres.
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