Hungr¨ªa sue?a con el bienestar
Los magiares votan hoy en sus primeras elecciones libres con la mente puesta en mejorar el nivel de vida
Tovarish, koniez! (Camarada, se acab¨®) es el lema que aparece en un cartel electoral, en (21 que se dibuja la parte posterior de un oficial ruso de nuca rolliza y gorra de plato. La pancarta ha causado furor entre h¨²ngaros y extranjeros, y se ha llegado a vender a precios desorbitados de m¨¢s de 500 forintos (unas 1.050 pesetas) a turistas sovi¨¦ticos. Hace dos a?os, este cartel colgado en casa hubiera causado serios problemas con la polic¨ªa al propietario. Hoy es pr¨¢cticamente omnipresente y osa mostrarse incluso en las puertas de la metal¨²rgica de Csepel, un barrio de Budapest basti¨®n comunista desde los a?os treinta.En Csepel a¨²n queda alg¨²n comunista, especie humana ya extinguida en la mayor parte de Hungria, este peque?o pa¨ªs que fue pionero de las reformas del socialismo y que, al igual que sus vecinos y compa?eros de viaje hacia el comunismo, lleg¨® a la conclusi¨®n de que el sistema no ten¨ªa nada que reformar y hab¨ªa de ser liquidado. Precisamente esto es lo que har¨¢ el vencedor de las elecciones generales que hoy celebra Hungr¨ªa, las primeras libres desde hace 44 a?os.
Han sido cuatro largas d¨¦cadas de represi¨®n, sumisi¨®n, una heroica revuelta en 1956, su inmenso saldo en muertos, torturados y fugitivos y Un imparable declinar econ¨®mico que finalmente llev¨® a la tumba este proyecto hist¨®rico de redenci¨®n humana. Hungr¨ªa retorna a una democracia en la que, en el estricto sentido del t¨¦rmino, jam¨¢s vivi¨®. La rep¨²blica de los soviets de Bela Kun surgi¨® en 1919 con el hundimiento de] imperio austroh¨²ngaro. Liquidada un a?o despu¨¦s, dio paso a una confusa democracia autoritaria y corrupta con la supervivencia de las estructuras feudales y patriarcales.
El almirante Miklos Horthy se hizo con el poder de este pa¨ªs que ya hab¨ªa dejado 20 a?os antes de tener acceso al mar, pero que a¨²n hoy tiene su Marina de agua dulce que patrulla por el Danubio. Horthy cay¨® tras resistirse a los deseos m¨¢s extremos de su aliado Adolfo Hitler y la sangre corri¨® a raudales por los muelles de esta ciudad centroeuropea durante el ¨²ltimo a?o de la gran guerra.
Hoy los h¨²ngaros concluyen un tr¨¢gico cielo de su historia que ha hecho para ellos del siglo XX una era sangrienta como muy pocas desde que las tribus magiares, procedentes de las estepas de Mongolia, decidieran establecerse en las f¨¦rtiles llanuras de la planicie y en los c¨¢rpatos. Sin embargo, este pueblo est¨¢ muy lejos; de la euforia que muchos considerar¨ªan l¨®gica ante la conquista de la soberan¨ªa. Decapitado ya hace m¨¢s de un a?o el r¨¦gimen comunista, vencidas sus resistencias pol¨ªticas, la apat¨ªa, la desmoralizaci¨®n y el s¨¢lvese quien pueda se han extendido como una gran mancha de aceite que todo lo anega.
La 'casa blanca'
La casa blanca, como llamaban ir¨®nicamente los h¨²ngaros a la sede del partido comunista a orillas del Danubio ha sido durante d¨¦cadas el centro de poder de Hungr¨ªa. All¨ª se tomaban las decisiones que los gobiernos acataban d¨®cilmente sin reparar en su sinsentido o crueldad. Hoy es la triste sede electoral de un partido cuya m¨¢xima ambici¨®n es lograr que sus principales dirigentes consigan un esca?o. Con un 15% de los votos se dar¨ªan con un canta en los dientes.
La dram¨¢tica situaci¨®n econ¨®mica, parte de la herencia comunista, requiere soluciones de urgencia. Los precios suben y suben. Los sueldos apenas llegan para pagar los alquileres de viviendas, que se han disparado en los ¨²ltimos a?os. La liberalizaci¨®n de precios, la especulaci¨®n y el desorden fiscal que han reinado en los a?os de apertura han creado bastantes fortunas y muchas miserias.
En diciembre se manifestaron por primera vez en Budapest los h¨²ngaros que no tienen casa y se ven obligados a sobrevivir en los duros inviernos en las estaciones de ferrocarril o galer¨ªas comerciales que no cierran por la noche. Duermen sobre cartones y, entre trapos.
El pueblo h¨²ngaro siempre ha tenido una extra?a melancol¨ªa. Es ¨¦ste el pueblo de mayor ¨ªndice de suicidios de Europa. La eterna contradicci¨®n entre progreso y patria, futuro y tradici¨®n, sigue irresuelta en el alma de la naci¨®n. Al frenes¨ª consumista de un pueblo sediento de bienestares terrenales se enfrenta el sue?o hist¨®rico del "gran pueblo magiar", el mito de la esencia de esta naci¨®n rodeada por eslavos y latinos. En la campa?a electoral estas dos tendencias cl¨¢sicas en el pensamiento h¨²ngaro han estado representadas por el Foro Democr¨¢tico H¨²ngaro (MDF) la una y, la Alianza de Dem¨®cratas Libres (SzDSz) la otra.
El MDF apela al nacionalismo, a la "herencia y pureza de la raza magiar". No son pocos los electores de este Foro que califican al SzDSz como el "partido de los jud¨ªos", como tampoco son pocos los liberales que caen en la cl¨¢sica arrogancia intelectual de una elite que desprecia al pueblo, en gran parte campesino, en su mayor¨ªa no ilustrado y por lo general tradicionalista.
"Votaremos al Foro Democr¨¢tico o a la Alianza de Dem¨®cratas Libre, no sabemos a cu¨¢l porque tampoco conocemos bien ni los partidos ni las diferencias. Eso s¨ª, ninguno votar¨¢ por el Partido Socialista y mucho menos por el Socialista Obrero (PSOH), porque a ¨¦stos s¨ª que los conocemos. Por desgracia, bastante bien". Esta frase se puede o¨ªr en toda Hungr¨ªa, si bien en las zonas m¨¢s tradicionalistas de] campo h¨²ngaro son los Peque?os Campesinos y no los Dem¨®cratas Libres la alternativa al Foro. LJ resultado entre los seis millones de electores en el campo depender¨¢ mucho del grado de conservacion de las estructuras familiares patriarcales.
Mientras, siguen subiendo los precios.-Prontola gente se acordar¨¢ de la era Kadar, en que alquileres y precios no sub¨ªan, hab¨ªa protecci¨®n social y no se permit¨ªa la especulaci¨®n. Hab¨ªa orden en este pa¨ªs". Estos son argumentos de los comunistas tradicionales, integrados en un grupo de 85.000 militantes de] PSOH que se negaron a la transforma
Hungr¨ªa sue?a con el bienestar
ci¨®n en partido socialista emprendido por la c¨²pula.Fen¨®meno m¨¢s descabellado que esta inflaci¨®n galopante es la privatizaci¨®n h¨²ngara. Ante el naufragio del Estado comunista, los mandos de f¨¢bricas institutos e incluso pinacotecas y bibliotecas han inventado una privatizaci¨®n que pasa por la creaci¨®n de sociedades. Ellos establecen los precios de las participaciones v las compran antes de que nadie pueda pujar por las mismas. As¨ª el patrimonio del Estado pasa sin mayores problemas a manos de SUS antiguos gestores y ya flamantes propietarios. Las privatizaciones necesarias, como la de la tierra, sufren, sin embargo, un bloqueo sistem¨¢tico por parte de las mafias instaladas en los pueblos y las cooperativas.
La vida se ha puesto muy dif¨ªcil, y, la ayuda de los occidentales, tan dispuestos a la palmadita en el hombro de los h¨²ngaros por su "valent¨ªa en la liquidaci¨®n del comunismo", no llega. Los alemanes, por quienes los h¨²ngaros siempre han sentido admiraci¨®n est¨¢n demasiado ocupados en e saneamiento de su propio pozo negro comunista en el Este, y los norteamericanos lloran v rezan mucho por el este de ?uropa pero cuando ofrecen ayudas, ¨¦stas apenas cubren las becas de cinco estudiantes.
Mendigos
Los mendigos han hecho acto de presencia en Budapest y otras ciudades de Hungr¨ªa, y ya no llama la atenci¨®n la cantidad de ancianos que hurgan en los cubos de basura. Por la calle de la Rep¨²blica -antes Popular- pasean espectaculares jovencitas vestidas en Mil¨¢n y rugen las motocicletas japonesas de los hijos de los campeones de la especulaci¨®n de los ¨²ltimos a?os.
"Sin la ayuda occidental, real no ret¨®rica, ning¨²n pa¨ªs del este de Europa es capaz de salir de las ruinas del comunismo", dice el profesor Haraszti.
Todos los partidos que concurren a las elecciones proponen con matices lo mismo,-capitalismo s¨ª, comunismo nunca m¨¢s, queremos ser parte de la Europa occidental, es decir, la opulenta". Los sacrificios que todos los h¨²ngaros habr¨¢n de hacer, a a?adir a las privaciones, y sufrimientos de los ¨²ltimos 50 a?os, ser¨¢n enormes. Nadie sabe a¨²n si este pueblo tendr¨¢ la- paciencia para aguantarlos. Los h¨²ngaros se han acostumbrado casi ya a la libertad y les resulta inalcanzable el bienestar.
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