La URSS, un pa¨ªs de leyes
En el breve espacio de tiempo de cinco a?os, Mijail Gorbachov ha cambiado la imagen de la URSS en el mundo y, adem¨¢s, su r¨¦gimen interior. Nadie, ni en el extranjero ni en su propio pa¨ªs, hubiera podido prever una evoluci¨®n tan r¨¢pida y tan radical. Tambi¨¦n es cierto que al destruir las antiguas estructuras y al liberar a los sovi¨¦ticos del miedo, Gorbachov ha descubierto un c¨²mulo de problemas que bien hubiera preferido no tenerlos que afrontar de inmediato, empezando por el de las nacionalidades.Durante su viaje a Vilnius, en el mes de diciembre, Gorbachov hab¨ªa anunciado su proyecto de crear una nueva federaci¨®n sovi¨¦tica. Un ciudadano lituano le objet¨®: "No queremos saber nada de su federaci¨®n", a lo que el dirigente: sovi¨¦tico respondi¨®: "?C¨®mo puede usted estar en contra de algo que no conoce?". Pues bien, su proyecto es el de fundar la segunda Uni¨®n de Rep¨²blicas Sovi¨¦ticas, muy diferente a la que existe en estos momentos. Gorbachov quiere que todas las rep¨²blicas experimenten durante cinco a?os esta nueva federaci¨®n antes de optar, o bien por un divorcio, que esta vez podr¨¢ obtenerse de acuerdo con unos procedimientos definidos por la ley, o bien permanecer en ella. "La perestroika", a?adi¨®, "o triunfa en toda la URSS o no sale adelante".
Lituania no representa m¨¢s que el 1% del inmenso territorio de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el 1,5% de su poblaci¨®n y menos del 2% de su producci¨®n industrial. No es seguro que L¨ªtuania pueda formar, en el terreno econ¨®mico, una entidad realmente viable: ni puede prescindir de las materias primas que la URSS le suministra a precios preferentes ni su producci¨®n es vendible fuera del mercado sovi¨¦tico.
Si Mijail Gorbachov no ha querido hasta ahora iniciar unas negociaciones con los lituanos es porque est¨¢ esperando a que la URSS se convierta en un pa¨ªs de leyes. La batalla en la que anda inmerso es de alta envergadura para poner fin a la arbitrariedad de las ¨¦pocas precedentes. En la misma l¨ªnea, lo que desea es acabar con la pol¨ªtica de los hechos consumados, vengan de donde verigan,si cairecen de fundamento jur¨ªdico. De ah¨ª el problema vital que le supone la decisi¨®n de Vilnius. Si aceptara la disidencia lituana, se habr¨ªa creado un precedente y carecer¨ªa de argumentos v¨¢lidos con que oponerse a otras rep¨²blicas m¨¢s grandes tentadas de seguir el mismo ejemplo.
Este temor de Gorbachov prueba por s¨ª solo que la antiguia estructura de la Uni¨®n hace aguas por todas partes y que ha perdido demasiado tiempo, debido al incremento de las tensiones inter¨¦tnicas, en la elaboraci¨®n del proyecto de la nueva federaci¨®n sovi¨¦tica. Decidido a recuperar este retraso, est¨¢ acelerando desde hace un mes los, cambios institucionales que han sido calificados, con raz¨®n, coimo revolucionarios e hist¨®ricos.
He aqu¨ª, pues, que el Estado sovi¨¦tico se libera de la tutela que el PC ha ejercido sobre ¨¦l durante 70 a?os. El centro del poder ya no ser¨¢ el Politbur¨®, sino el Consejo de la Presidencia de la Rep¨²blica. El PC no desempe?ar¨¢ ya unas funciones de vanguardia m¨¢s que si se lo merece. O, dicho de otra manera, tendr¨¢ que medirse electoralmente con las restantes formaciones pol¨ªticas.
El sistema presidencialista sovi¨¦tico se ha inspirado en los modelos americano y franc¨¦s. No permite que el nuevo presidente pueda convertirse en un dictador potencial ni, con mayor raz¨®n, en un ¨¦mulo de Stalin (quien, por lo dem¨¢s, no fue m¨¢s que secretario general del partido), como algunos de sus adversarios parecen pensar. Lo que s¨ª es cierto es que el sistema presidencialista dar¨¢ a Gorbachov el fuerte poder ejecutivo que necesita para garantizar "la estabilidad en la legalidad" y para poner orden en la econom¨ªa sovi¨¦tica, cada vez m¨¢s ca¨®tica.
Todo el mundo est¨¢ de acuerdo en Mosc¨² en que las cosas no pueden continuar como est¨¢n. Las diversas secciones de los almacenes cada vez est¨¢n m¨¢s vac¨ªas, pese a que la producci¨®n de bienes de consumo tienda, lenta pero firmemente, a aumentar. Por ejemplo, se han fabricado un 20% m¨¢s de televisores que en 1988, pero los aparatos siguen brillando por su ausencia. La cosecha ha sido muy superior a la. del a?o precedente (211 millones de toneladas frente a 187 millones del a?o anterior), pero las entregas de cereales al Estado han disminuido. Pues sucede que las empresas o los koljozi que han obtenido una mayor autonom¨ªa desde 1987, han aprovechado para aumentar los salarios y para cortocircuitar los organismos oficiales de distribuci¨®n. "La URSS es un pa¨ªs en el que falta de todo menos los rublos", constata un dirigente de Gosbank, que estima en 130.000 millones de rublos el excedente monetario inflacionista. El ministro de Finanzas, por su parte, estima este excedente en 165.000 millones, ?m¨¢s del 15% del PIB! En estas condiciones, ?de qu¨¦ puede servirle a un asalariado una ganancia suplementaria de unos rublos de m¨¢s al mes? ?Y puede asombrarse alguien de que se est¨¦ asistiendo en la URSS, como hace poco en Polonia, a la huida del dinero local hacia los d¨®lares, provocando ese fen¨®meno que los expertos llaman dolarizaci¨®n de la econom¨ªa?
Las nuevas leyes sobre la diversificaci¨®n de la propiedad y sobre la tierra no dar¨¢n sus frutos si el poder no consigue controlar la avalancha monetaria en la que est¨¢ sumergido el pa¨ªs. La reforma ser¨¢ forzosamente dolorosa: en primer lugar, afectar¨¢ a esos casi 150.000 millonarios sovi¨¦ticos que han construido su fortuna sobre los beneficios de la econom¨ªa paralela. Pero tambi¨¦n afectar¨¢ a todas las clases relativamente privilegiadas, que han acumulado bastante dinero en sus cuentas de ahorro. Una segunda medida impopular, pero obligatoria, consisitir¨¢ en poner fin a la parcelaci¨®n de la econom¨ªa. Es uno de los efectos perversos de la penuria: en la mayor parte de las ciudades y de las regiones no se vender¨¢n los productos corrientes m¨¢s que a los habitantes del lugar y con presentaci¨®n de un documento de identidad. Existen cartillas para la carne y para el az¨²car, pero las cartidades var¨ªan de un lugar a otro, lo que engendra rivalidades, recelos y luchas entre los clanes mafiosos. Las grandes f¨¢bricas de la industria pesada, en lugar de modernizarse se dedican a producir los productos que faltan, como el jab¨®n o el salchich¨®n, utilizando a sus propios empleados. En resumen, por todas partes se est¨¢ sacrificando la racionalidad econ¨®mica en aras de las chapuzas legalizadas.
Para salir de este caos hay que enderezar la situaci¨®n lo m¨¢s r¨¢pidamente posible, y ¨¦sta es la tarea a la que debe entregarse Gorbachov en el inicio de su sexto a?o de mandato. Desde enero de 1987 repite qUe no podr¨¢ hacerlo por s¨ª solo, y que ni siquiera su equipo presidencial ser¨¢ suficiente. Su objetivo es el de restituir a los sovi¨¦ticos los medios para hacer pol¨ªtica, medios que hasta ahora hab¨ªan sido confiscados por el PCUS. Quiere tambi¨¦n hacerles due?os de sus empresas y de su trabajo. Sus reformas van todas en esta direcci¨®n. Hasta ahora no ha podido imponerlas m¨¢s? que gracias a la crisis y en el clima marcado por las tensiones nacionalistas. Pero est¨¢ persuadido de que su visi¨®n de una democracia socialista y humanista es la ¨²nica capaz de dar a la Segunda Federaci¨®n de Rep¨²blicas Sovi¨¦ticas una posibiIidad de nacer y de prosperar.
K. S. Karol es periodista especializado en temas de la Europa del Este.
Traducci¨®n: J. M. Revuelta.
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