El Bar?a demuestra c¨®mo hay que ganar una Copa
Johan Cruyff, el t¨¦cnico del Barcelona, y Josep Llu¨ªs N¨²?ez, su presidente, pueden estar tranquilos. Sus jugadores salvaron ayer una triste temporada con la Copa, un t¨ªtulo injustamente devaluado visto el morbo del partido de ayer. A Cruyff le sali¨® bien su apuesta suicida, y Milla ya puede ir pensando en dejar el Barcelona. o aceptar la oferta econ¨®mica del club. Todo ello puede agradec¨¦rselo el Barcelona al Real Madrid, que se perdi¨® ayer en lo peor de s¨ª mismo. Cuando las locuras de Buyo son protagonistas de un encuentro, es que algo funciona mal. El Madrid se obcec¨® excesivamente en el antif¨²tbol, presionado por un centro del campo azulgrana serio y trabajador. El de ayer era un buen examen de car¨¢cter para un equipo campe¨®n. El Madrid, como suele sucederle con frecuencia en los mano a mano, en las competiciones coperas, fall¨®. Y el Barcelona, al que le van mejor estas situaciones, demostr¨® el car¨¢cter y la calidad de un equipo que se ha paseado tristemente por la Liga.El Madrid se sinti¨® inc¨®modo en el partido casi desde el inicio. Enfrente se encontr¨® con un equipo que apretaba las mand¨ªbulas, que persegu¨ªa todos los balones sin permitir que su rival adquiriese su ritmo trot¨®n y alegre. Cuando el Madrid perdi¨® la paciencia, perdi¨® el partido. El triunfo no se le escap¨® s¨®lo con la expulsi¨®n de Hierro (m. 48), que le oblig¨® a jugar toda la segunda parte con 10 hombres; tambi¨¦n tuvo parte de culpa Hugo S¨¢nchez, convertido ayer en mister Hyde, o Buyo, derrotado por s¨ª mismo en la lucha por su autocontrol, o una quinta del Buitre que, a excepci¨®n de un gran marcaje de Sanchis a Julio Salinas, no borr¨® su imagen de blandura en este tipo de partidos.
El Barcelona plante¨® el encuentro con una concentraci¨®n enorme en todos sus jugadores, sabedores del riesgo que comportaba el retorno al origen de Cruyff colocando a s¨®lo tres defensas -y de los m¨¢s lentos- en su retaguardia. El centro del campo del Barcelona fue el que gan¨® el partido. Eusebio no permiti¨® ni una de las an¨¢rquicas y mortales incursiones de Gordillo; Roberto cerr¨® el pasillo derecho a Michel; Amor se convirti¨® en un moscard¨®n detr¨¢s de la oreja de Mart¨ªn V¨¢zquez. Esa era la ¨²nica forma de evitar que el Madrid aprovechase, con su rapidez, los huecos que dejaba el Barla en su defensa por la ausencia de laterales.
Que el de ayer no era un buen d¨ªa para el Madrid qued¨® claro muy pronto. No suele perdonar y, sin embargo, desperdici¨® dos ocasiones de gol enormes. Butrague?o, solo y c¨®modo, estrell¨® un bal¨®n en el cuerpo de Zubizarreta (m. 23), y Hugo S¨¢nchez fue incapaz de ceder el bal¨®n a cualquiera de sus cuatro compa?eros que, s¨®lo estorbados por Roberto, que entraban a matar a toda velocidad (m. 42).
La violencia comenz¨® pronto, y ya no abandon¨® el partido ni siquiera durante la vuelta de honor, cuando Zubizarreta fue alcanzado en la cabeza por una piedra. El banderazo de salida lo dio Hugo S¨¢nchez, que lesion¨® a Aloisio. Los codazos y las entradas duras se sucedieron en uno y otro equipo hasta la expulsi¨®n de Hierro, en una entrada tan dura como innecesaria. El relevo lo tomaron las gradas con el lanzamiento masivo de objetos desde la parte azulgrana sobre la porter¨ªa de Buyo, y la respuesta de ¨¦ste con su ya habitual show en la banda por una falta de Amor.
La cr¨®nica de sucesos enfri¨® el encuentro, hasta que, por la ausencia de Hierro, Beguiristain, un hombre que apenas toc¨® el bal¨®n, encontr¨® espacios libres para crear peligro. De sus botas sali¨® el primer gol, tras un rechace de Buyo a un gran tiro de Koeman, que dio toda la serenidad que le faltaba al Barcelona para creer a¨²n m¨¢s en sus posibilidades de victoria. El Madrid trat¨® de reaccionar, pero el equipo estaba cercenado en su aspecto ofensivo por la decisi¨®n de Toshack de prescindir de Butragueflo y Michel. Toshack sent¨® a Butrague?o para que Julio Llorente frenase a Beguiristain, pero con ello apost¨® por una t¨¢ctica excesivamente defensiva. El Madrid, ya dominado, s¨®lo se acerc¨® dos veces a Zubizarreta -un remate fallido de Hugo S¨¢nchez (m. 71) y una internada de Mart¨ªn V¨¢zquez (m.75)- antes de que Julio Salinas acabase con cualquier atisbo de emoci¨®n.
La final de la Copa otorga una gran alegr¨ªa al Barcelona en un ano negro, y entristece el final de la Liga de un Madrid que tiene un especial problema con el color azulgrana. Adem¨¢s, abre el debate sobre varios temas. Primero, el Madrid mantiene las debilidades de anta?o en partidos tensos, lo que conduce a pensar que Toshack no ha aportado ning¨²n cambio a un equipo con una filosofila id¨®nea para la Liga, pero que ha fracasado en los enfrentamientos coperos. Segundo, que cuando se enfr¨ªe la alegr¨ªa, en Barcelona descubrir¨¢n una realidad inexorable: Cruyff va a seguir en el equipo.
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