Triunfo y cogida del Ni?o de la Taurina
JOAQU?N VIDAL El sexto toro cogi¨® al Ni?o de la Taurina cuando entraba a matar. Fue un volapi¨¦ a toma y daca. El diestro hundi¨® el acero, el toro hundi¨® el pit¨®n. Mientras las asistencias se llevaban apresuradamente al Ni?o de la Taurina, el toro se refugiaba en tablas para doblar y el p¨²blico prorrump¨ªa en un fren¨¦tico agitar de pa?uelos. La faena emocionante y torera, la estocada, el dramatismo de los ¨²ltimos lances, produjeron un triunfo leg¨ªtimo que sit¨²a de nuevo al Ni?o de la Taurina -aquel novillero prometedor de importantes gestos- en los primeros planos de la actual tauromaquia.
El toro hab¨ªa cogido otra vez, antes, al Ni?o de la Taurina, y tambi¨¦n entonces hundi¨® el pit¨®n, en el est¨®mago, con peor sa?a. Ocurri¨® cuando ya ten¨ªa la faena hecha y el toro estaba dominado. Se trataba de ese ap¨¦ndice in¨²til que suelen incorporar a las faenas los art¨ªfices del toreo moderno; una especie de colof¨®n demag¨®gico que emplean los diestros incapaces de crear arte, supliendo con cantidad cuanto les falta de calidad.
Moreno / Parada, Vi?a, Ni?o de la Taurina
Cinco toros de Alonso Moreno, tres terciados manejables, 5? y 6? con cuajo y broncos; 4? del conde de Ruise?ada, con trap¨ªo, bronco. Jos¨¦ Luis Parada: tres pinchazos, estocada corta atravesada ladeada y descabello (pitos); pinchazo hondo atravesado ca¨ªdo y descabello (pitos). Rafi de la Vi?a: bajonazo descarado y dos descabellos (silencio); pinchazo pescuecero, pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio). Ni?o de la Taurina: estocada corta ladeada (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda saliendo cogido (oreja, que pasea la cuadrilla); herido muy grave. El banderillero Curro ?lvarez sufri¨® cogida de pron¨®stico reservado.Plaza de Las Ventas, 8 de abril. Tres cuartos de entrada.
El mal ejemplo hace estragos entre los j¨®venes espadas, que emborronan as¨ª su buen toreo y se exponen innecesaramente a un percance, como sucedi¨® ayer. El Ni?o de la Taurina hab¨ªa toreado hasta. entonces con valent¨ªa y con primor. El toro era bronco y ya en la brega volte¨® al pe¨®n Curro ?lvarez. A los primeros muletazos respondi¨® con ga?afones. Despu¨¦s ya no tirar¨ªa ninguno -hasta que sobrevinieron las cogidas- pues el Ni?o de la Taurina le plante¨® la pelea de poder, a poder en el centro del redondel, tom¨® la distancia justa, present¨® adelante el enga?o y poco le import¨® la catadura reservona e incierta del toro, porque tirando de ¨¦l con autoridad y marcando con templanza el rumbo de la suerte, le ense?¨® a embestir y humillar. Cuaj¨® de esta manera dos extraordinarias tandas al natural cargando la suerte, una en redondo del mismo corte, naturales citando de frente, pases de pecho sensacionales...
Tres cornadas
El ¨¦xito estaba conseguido, toreado el toro y s¨®lo faltaba matarlo para rubricar el triunfo Pero el Ni?o de la Taurina prefiri¨® continuar dando pases, al estilo de los malos toreros que necesitan suplir con cantidad lo que les falta de calidad. El error le cost¨® demasiado caro: dos cogidas, tres cornadas. La primera muy grave, en el hipocondrio. De las otras, una, en el muslo, cuan do ejecutaba el volapi¨¦ a la desesperada para atenazar triunfo, y la segunda en el gl¨²teo, durante el rebullir de pitonazos que menude¨® despu¨¦s el toro, uno de los cuales cal¨® y le lanz¨® varios metros m¨¢s all¨¢.
En el tercero, un ejemplar chico y manejable, Ni?o de la Taurina estuvo mal. En realidad no parec¨ªa en ese toro aquel novillero prometedor y de importantes gestos que recordaba la afici¨®n. El Ni?o de la Taurina quebr¨® su personalidad con el ejemplar chico y manejable, poniendo s¨®lo coraje donde pod¨ªa hacer alarde de torer¨ªa, y la faena le sali¨® un churro. Otro churro le sali¨® a Rafi de la Vi?a por replicar con alborotona bravuconer¨ªa al encastado segundo. Su caso fue art¨ªsticamente m¨¢s lamentable que el del colega (f¨ªsicamente ya es otra cuesti¨®n, claro), pues al quinto, correoso e incierto, s¨®lo consigui¨® trapacearle por la cara, no sin sobresaltos y a¨²n de lejos.
Este fue el caso de los toreros j¨®venes, y se les perdona, por inexpertos. El del torero veterano tiene peor cariz. El torero veterano Jos¨¦ Luis Parada hac¨ªa remilgos al torete noblet¨®n que abri¨® plaza y se aliviaba metiendo descarado pico. Todas las precauciones le parec¨ªan pocas. Con semejantes precedentes, a nadie extra?¨® que al salirle despu¨¦s un torazo incierto, le aventara las moscas. La afici¨®n se puso entonces de mal humor porque daba ya la tarde por perdida. Hasta que lleg¨®, al final, el dominio, el temple, la valent¨ªa del Ni?o de la Taurina, para hacer faena a un toro dif¨ªcil y matarlo a pesar de que llevaba en el abdomen un cornad¨®n. Y esa proeza vali¨® un imperio.
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