Asegurar el futuro
Hoy d¨ªa los mexicanos integramos una sociedad m¨¢s activa y exigente, que respira libertades y franca competencia electoral, que ya no acepta el paternalismo del Gobierno, que ya no quiere esperar pasivamente a que el Estado le resuelva sus problemas. Reclama al mismo tiempo un Estado democr¨¢ticamente fuerte, que garantice la paz social, abata el conflicto y use los medios pol¨ªticos para promover la armon¨ªa social y enfrentar lo inesperado. La sociedad mexicana de nuestro tiempo prefiere que el Estado se ocupe en una defensa moderna de la soberan¨ªa, que promueva una justicia social participativa y que asegure las condiciones pol¨ªticas y econ¨®micas para que sea la propia sociedad la que acometa crecientemente sus desaf¨ªos.Adem¨¢s, no hay otra opci¨®n. El Estado, aunque quisiese permanecer proveedor, paternalista, absorbente, lo har¨ªa cada vez m¨¢s ineficientemente y se debilitar¨ªa. El panorama internacional nos est¨¢ mostrando d¨ªa a d¨ªa que el Estado avasallador est¨¢ en retirada. Una retirada, por cierto, promovida por quien se supone era su beneficiaria: la sociedad misma. En M¨¦xico, s¨®lo un Estado m¨¢s representativo de su sociedad, abierto a la competencia y eficaz en sus obligaciones sociales sustantivas, podr¨¢ asumir los formidables desaf¨ªos que enfrentamos ahora en materia de alimentaci¨®n, salud, empleo, educaci¨®n, vivienda, seguridad p¨²blica, medio ambiente y servicios b¨¢sicos. Ese Estado moderno, sobre todo, podr¨¢ consolidar la unidad a la escala necesaria para defender m¨¢s los intereses nacionales en el contexto de la globalizaci¨®n econ¨®mica y la nueva configuraci¨®n mundial. Si no emprendi¨¦ramos juntos este cambio ver¨ªamos la capacidad estatal de defender la soberan¨ªa reducida a la mera ret¨®rica y se divorciar¨ªan crecientemente de la sociedad que lo nutre.
Reformar al Estado, enfatizo, no es variar el contenido pol¨ªtico del proyecto nacional consagrado en nuestra Carta Magna; es recobrar su viabilidad en el presente y asegurar su continuidad hacia el futuro. Reformar al Estado s¨ª supone modificar doctrinas y h¨¢bitos de pensamiento y acci¨®n propios de momentos y circunstancias pasadas de la sociedad mexicana y del mundo.
Nacionalizaciones
El Estado recurri¨® a diversos instrumentos y llev¨® a cabo programas de envergadura nacional para cumplir sus objetivos de soberan¨ªa y justicia: las nacionalizaciones, la creaci¨®n de empresas p¨²blicas para administrar recursos de la naci¨®n, las; federalizaciones de ¨¢mbitos de la producci¨®n, la protecci¨®n de la industria y el comercio, de los servicios urbanos y sociales, de las relaciones laborales y de propiedad, tanto en el campo como en la esfera industrial. Este proceso cambi¨® a M¨¦xico. Han madurado las organizaciones de la sociedad, entre los trabajadores del campo y la ciudad, los empresarios y los grupos profesionales y urbanos. Las clases medias muestran una extraordinaria din¨¢mica con iniciativa y reivindicaciones propias. La participaci¨®n del Estado en la estructuraci¨®n nacional cumpli¨® en lo fundamental su cometido.
Hoy se impone una nueva estrategia y el uso de diferentes instrumentos, m¨¢s acordes al papel que M¨¦xico debe desempe?ar en el mundo y m¨¢s eficaces para responder a la maduraci¨®n de la sociedad y sus necesidades. Concertaci¨®n, ejercicio democr¨¢tico de la autoridad, racionalizaci¨®n y fomento de la autonom¨ªa, aliento a la participaci¨®n y organizaci¨®n popular en los programas; sociales, privatizaciones de las empresas p¨²blicas no estrat¨¦gicas, con participaci¨®n de los obreros en su propiedad y canalizaci¨®n del producto de su venta a programas sociales, y transparencia en sus relaciones con todos los actores sociales y los ciudadanos, constituyen las pr¨¢cticas nuevas del Estado mexicano.
Buscamos, hoy, as¨ª, fortalecer al Estado haci¨¦ndolo m¨¢s justo y eficaz. La dimensi¨®n del Estado, por s¨ª mismo, no basta para determinar su mayor o menor capacidad o eficiencia para atender el reclamo social. La nueva dimensi¨®n del Estado cobra sentido si se le entiende en condiciones reales, en donde su abultamiento orill¨® a descuidar la atenci¨®n pol¨ªtica de las demandas populares y a desviar recursos de su destino social m¨¢s necesario. Nuestro problema no ha sido el de un Estado peque?o y d¨¦bil, sino el de un Estado que, en su creciente tama?o, se hizo d¨¦bil. Los problemas se agravaron con un Estado que creci¨® de manera desproporcionada y desordenada, forzando sus afanes a la b¨²squeda de medios para sostener su mismo tama?o, en detrimento de cumplirle a la poblaci¨®n y de aumentar su capacidad para defender a la naci¨®n. La reforma que lo agilice y haga eficiente demanda ampliar los espacios a la iniciativa de los grupos sociales organizados y de los ciudadanos, liberar recursos hoy atados en empresas p¨²blicas y concentrar la atenci¨®n pol¨ªtica en la! prioridades impostergables de justicia.
El Estado se moderniza afirmando y fortaleciendo el cumplimiento de sus funciones b¨¢sicas. La legalidad es, sin duda, la ¨²nica forma de comportamiento para defender la soberan¨ªa y garantizar las libertades de los mexicanos. Esto obliga a ampliar las oportunidades y dar seguridad al ejercicio de los derechos de asociaci¨®n, expresi¨®n, creencias, traslado, industria o profesi¨®n. S¨®lo una consistente y sistem¨¢tica eliminaci¨®n no ¨²nicamente de obst¨¢culos, en su m¨¢s extensa expresi¨®n, sino de las irritantes discrecionalidades que en ocasiones distorsionan la conducci¨®n de los asuntos p¨²blicos o agobian a la sociedad, puede dar base a una relaci¨®n transparente y eficaz entre el Estado y los ciudadanos y sus agrupaciones.
Ejercicio de calidad
El Estado se moderniza tambi¨¦n ejerciendo responsablemente la autoridad, incorporando a la sociedad en las decisiones, muchas de ellas viables s¨®lo en esa medida. Se trata de un ejercicio de calidad donde el principio del di¨¢logo y. el respeto a las diferencias de opini¨®n van acompa?ados por el deseo de encontrar soluciones a los dif¨ªciles problemas de la acci¨®n colectiva. La cultura que hace de las razones, los programas y la actitud seria y responsable, y no de las personalidades, la base del acuerdo es la que debe promover el Estado. La racionalidad del comportamiento, la estrecha vinculaci¨®n entre la palabra y los hechos, la confrontaci¨®n permanente con la realidad y no con la fantas¨ªa, son rasgos de la modernizaci¨®n que deben impregnar el tejido gubernamental en todos sus niveles.
La modernizaci¨®n es una transformaci¨®n de nuestras estructuras econ¨®micas y del papel del Estado en ese cambio. Pero es igualmente esencial a la modernizaci¨®n la modificaci¨®n de las pr¨¢cticas y la adecuaci¨®n de las instituciones pol¨ªticas. La reforma del Estado hermana ambos prop¨®sitos con el inter¨¦s de fundar en la corresponsabilidad y la solidaridad las relaciones del Estado y la sociedad. Por eso ha sido muy importante propiciar nuevos acuerdos en las pr¨¢cticas pol¨ªticas entre el Gobierno y los sectores, ampliar los consensos sobre una reforma electoral de gran aliento para dar transparencias y fomentar las aceptaciones mutuas entre los partidos. Reformar al Estado es convocar al respeto y la tolerancia, animar el encuentro franco sobre los retos nacionales y la manera en que juntos podamos resolverlos; es m¨¢s y no menos responsabilidad, es m¨¢s y no menos conciencia de las consecuencias de los actos de cada quien. La modernizaci¨®n del Estado no es una reestructuraci¨®n econ¨®mica aislada, de escritorio. Es una transformaci¨®n de la vida nacional entera, de respuesta oportuna ante las nuevas realidades, informada de la historia, seria, al ritmo que permiten y exigen los mexicanos.
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