Conferencia comunista
LA CONFERENCIA pol¨ªtica celebrada por el Partido Comunista de Espa?a (PCE) el pasado fin de semana ha evidenciado que bastantes dirigentes del partido han tomado conciencia de la crisis de esa corriente pol¨ªtica, estrepitosamente manifestada en el derrumbe de los reg¨ªmenes del Este. La euforia con que algunos dirigentes trataron de hacer como que no pasaba nada, o en todo caso que el asunto no afectaba a los comunistas espa?oles, ha dejado paso a algunos gestos indicativos de un mayor realismo. Los comunistas catalanes del PSUC ya se hab¨ªan adelantado en ese terreno de los gestos, si bien tambi¨¦n en ese partido -aliado ahora al nacionalismo radical- sigue pendiente el debate sobre las cuestiones de fondo.El XIII Congreso del PCE, a celebrar en 1991, deber¨¢ dilucidar si finalmente se acepta entrar en la v¨ªa de socialdemocratizaci¨®n propuesta por Occhetto, o se sigue manteniendo que el partido nacido de la tradici¨®n leninista sigue siendo v¨¢lido para la transformaci¨®n de la sociedad una vez admitido que la democracia es algo m¨¢s que un medio instrumental. Pues de eso se trata. Para los comunistas franceses o portugueses, todo consiste en capear el mal momento determinado por el descr¨¦dito de los reg¨ªmenes del Este. Pero el papel dirigente de la vanguardia comunista, formada por militantes "de un temple especial" e iluminados por la verdad cient¨ªfica del marxismo-leninismo, es m¨¢s necesario que nunca. Para los italianos, por el contrario, hay incompatibilidad entre el objetivo de transformaci¨®n democr¨¢tica de la sociedad y un partido forjado en esa tradici¨®n.
Los comunistas espa?oles se encuentran en un punto intermedio. Anguita ha venido sosteniendo que aqu¨ª no hac¨ªa falta transformar nada porque ya exist¨ªa Izquierda Unida (IU). As¨ª, lo que fue una operaci¨®n electoralista determinada por la descomposici¨®n interna del partido -y no por la toma de conciencia sobre la crisis de su ideolog¨ªa- se pretendi¨® presentar como genial anticipaci¨®n a los acontecimientos: la superaci¨®n de la divisi¨®n hist¨®rica entre las dos principales corrientes de la izquierda se realizar¨ªa en IU, siglas en las que ya se reconoc¨ªan los verdaderos socialistas. Lo cual es tan viejo como la Tercera Internacional, especialista ya en los a?os treinta en tinglados en los que unos grup¨²sculos republicanos o socialistas disidentes serv¨ªan de coartada para pretendidos frentes unitarios de izquierda que en realidad eran el PC con otro nombre.
Con todo, es cierto que la existencia de IU ha supuesto un colch¨®n capaz de mitigar los efectos de la crisis, y tal vez pueda servir para desarrollar sin los dramatismos italianos el debate pendiente. Por lo dem¨¢s, puede considerarse razonable que antes de ceder a repentinas corazonadas se considere con cuidado cu¨¢l es la alternativa. Tal vez ma?ana sea diferente, pero en la Espa?a actual, con un socialismo escorado al centro, hay un evidente espacio para fuerzas situadas a la izquierda del PSOE. Tambi¨¦n es l¨®gico que en las filas del PC surjan reacciones defensivas frente a quienes, habiendo mantenido una posici¨®n de coexistencia pac¨ªfica con el franquismo, reprochan ahora a los comunistas espa?oles su ideolog¨ªa totalitaria. Es de justicia reconocer que durante decenios el PCE fue la principal fuerza de la oposici¨®n democr¨¢tica a la dictadura.
Pero los efectos consoladores de esa constataci¨®n no deber¨ªan servir para rehuir la realidad de manera voluntarista. La realidad: que la teor¨ªa y la pr¨¢ctica que durante 70 a?os sirvieron de modelo y est¨ªmulo a los comunistas han fracasado. Y, por tanto, que los ideales de emancipaci¨®n que un d¨ªa iluminaron a esa corriente de izquierda deben expresarse hoy en otros instrumentos te¨®ricos, pol¨ªticos y organizativos.
Las resistencias a admitir esto se han manifestado, en buena parte, en las propuestas aprobadas en la conferencia. Pero tambi¨¦n ha afirmado Anguita que lo importante es la estrategia, la pol¨ªtica, y no el partido; que ¨¦ste es un medio, no un fin. Y que, por tanto, "no se descarta que un d¨ªa -no todav¨ªa- sea conveniente la desaparici¨®n del PC". Por decir eso mismo fueron expulsados a comienzos de los ochenta Lertxundi y los renovadores que se solidarizaron con ¨¦l. Tal vez, entonces, la renovaci¨®n de verdad se produzca ahora.
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