Desprop¨®sito
HACE UNA semana, el l¨ªder laborista de Israel, Sim¨®n Peres, anunci¨® que ya ten¨ªa una mayor¨ªa suficiente en el Parlamento para formar un "Gobierno para la paz". Su objetivo era crear las condiciones para poner en marcha una negociaci¨®n con los palestinos y abrir perspectivas de paz en el conflicto de Oriente Medio. Con el anterior Gobierno de coalici¨®n, su presidente, Shamir, imped¨ªa todo paso serio hacia la negociaci¨®n. Los laboristas lograron que el Parlamento derribase a Shamir y se abri¨® as¨ª una nueva fase pol¨ªtica en la que, en teor¨ªa, un Gobierno de Peres deber¨ªa poder iniciar una pol¨ªtica de sentido com¨²n.Pero cuando Peres estaba a punto de presentar su Gobierno al Parlamento, dos diputados de un partido religioso decidieron retirarle su confianza. Ahora todo est¨¢ de nuevo en cuesti¨®n. Se ignora si Peres encontrar¨¢ el apoyo de otros diputados, si habr¨¢ un cambio en la direcci¨®n del laborismo, si se volver¨¢ a un Gobierno de unidad nacional. Pero el punto decisivo, la posibilidad del despegue de un proceso hacia la paz, susceptible de poner fin a los horrores de los territorios ocupados, queda relegado.
Es dif¨ªcil imaginar mayor desprop¨®sito: las principales potencias del mundo coinciden en la necesidad de que Israel y los palestinos se sienten a negociar, y la OLP ha dado pasos importantes para que ello sea posible. Pero esa perspectiva parece cerrarse. Y no porque se haya levantado en Israel una ola arrolladora de opini¨®n p¨²blica contra la paz. Lo m¨¢s alarmante es que empieza a cundir en Israel un aut¨¦ntico envenenamiento de las costumbres pol¨ªticas. Los que se oponen a la negociaci¨®n tienden a tratar como enemigos o traidores a los que quieren la paz. Se multiplican contra ellos amenazas y chantajes. El empate en el Parlamento entre el Likud y los laboristas fomenta ese clima al hacer depender votaciones decisivas de la voluntad de un diputado.
Ello explica que el cansancio ante las combinaciones de los pol¨ªticos est¨¦ provocando en sectores amplios una corriente que pide reformas radicales en el sistema pol¨ªtico, como la elecci¨®n del jefe del Gobierno por sufragio universal. La crisis de Israel no es s¨®lo de gobierno. En la ra¨ªz est¨¢ la incapacidad de su estamento pol¨ªtico de dar al pa¨ªs unas metas realistas, basadas en la nueva realidad internacional.
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