Coloraditos y acabestrados
Torero / Cort¨¦s, Campuzano, Vi?aToros de El Torero, desiguales de presencia, tres chicos y tres con trap¨ªo, flojos, sin casta. Manolo Cort¨¦s: trres pinchazos, otro hondo y descabello (silencio); dos pinchazos y se tumba el toro (aplausos y tambi¨¦n algunos pitos cuando saluda). Tom¨¢s Campuzano: estocada corta baja (silencio); estocada corta trasera y dos descabellos (ovaci¨®n y salida al tercio). Rafi de la Vi?a: pinchazo y bajonazo trasero; la presidencia le perdon¨® un aviso (silencio) estocada corta baja (palmas). Plaza de la Maestranza, 18 de abril.
Cuarta corrida de feria. Menos de tres cuartos de entrada.
JOAQU?N VIDAL
Los toros que corretearon ayer (es un decir) por el rubio albero de la Maestranza, ten¨ªan un colorao sospechoso y un acabestramiento evidente. La observaci¨®n no se hace a humo de pajas, pues todo puede ocurrir en este valle de l¨¢grimas. Miembros egregios de la afici¨®n practicante -se incluyen licenciados, profesores de universidad, un mexicano- recueran haber toreado chotas cruzas de cabestra a?eja y semental golfo, cuya apacible dulzura era, exactamente, la embestida que las figuras del toreo exigen para practicar un toreo sin sobresaltos. Y de eso pareci¨® haber, ayer, entre lo coloradito que correte¨® (es un decir) por el rubio albero de la Maestranza.
No se pretende que la casa Domecq, propietaria del hierro El Torero, utilice cabrestras coloradas y toros golfos para hacer sus cruzas -ser¨ªa ofensiva semejante alusi¨®n- pero es rigurosamente cierta la. tendencia de muchas ganader¨ªas a suavizar sus productos, para lo cual seleccionan en el laboratorio de la tienta vacas pastue?as y se las echan a sementales noblotes para que las gocen en el cercado amatorio, que no debe llamarse picadero pues tambi¨¦n ser¨ªa ofender. Y luego, sale lo que sale. Por lo general, lo que sale es pastue?ito, al principio; despu¨¦s, manso, y finalmente, pregonao.
Es ley de vida, puesto que vacas pastue?as suelen estar a un paso de la mansedumbre, mientras en los sementales resulta dif¨ªcil, deslindar nobleza de blandura y lo que sucede, en realidad, es que son mariquitas. Nada se debe objetar -todo el mundo es due?o de su cuerpo, inclu¨ªdos sementales- pero para que la fiesta discurra seg¨²n sus c¨¢nones y dentro de un orden, son necesarios machos y vacas sin ramalazos ni acabestramientos.
Lo que correteo ayer por el rubio albero de la Maestranza, tuvo de todo lo antes dicho: el noble, el manso y el pregonao. Lo noble le correspondi¨® a Manolo Cort¨¦s y no le hizo ese toreo que tan bien interpreta, cuando le da por ah¨ª. A decir verdad, no le hizo ning¨²n toreo, pues met¨ªa el pico, con el pico cegaba la visi¨®n del toro y el toro se sacud¨ªa de los ojos el pico derrot¨¢ndolo despectivamente. Salvo en dos redondos que llevaban el sello de su reconocida finura, Manolo Cort¨¦s pareci¨® que jugaba al escondite.
Lo manso le correspondi¨® a Rafi de la Vi?a y, por mitad, a Tom¨¢s Campuzano. Ambos intentaron torear, con escasa fortuna. La mitad mansa de Campuzano, se ca¨ªa. Del lote de Rafi de la Vi?a, uno ten¨ªa aspereza y le mulete¨® pundonoroso, con algunos detalles mandones que apreci¨® la afici¨®n, en tanto al otro, de media arrancada e incierto, le machete¨® despu¨¦s de intentar algunos pases.
La otra mitad que correspondi¨® a Tom¨¢s Campuzano fue el pregonao. Ese toro le peg¨® una colada tremenda en las ver¨®nicas de recibo, se quitaba el palo en la suerte de varas y embisti¨® descompuesto a la muleta. Campuzano le hizo la faena que t¨¦cnicamente procede en estos casos; es decir, alegrarle la embestida a la voz y a la patada, y pudo apreciarse que en lo de la patada, Campuzano, futbolista, y en lo de la voz, tenor. Pudo apreciarse tambi¨¦n que, en lo de parar templar mandar, torero, pues as¨ª hizo, sac¨® partido al toro embarc¨¢ndole por redondos, y eso era cuanto proced¨ªa. Si m¨¢s adelante intent¨® el natural, esa fue una ingenuidad improcedente, porque el toro le tir¨® dos hachazos.
El toro pregonao de los arreones fue paradigma del resultado final de aquellas cruzas que se hacen en el laboratorio del tentadero cuando se busca obtener dulces embestidas. Y dice la experiencia que si no se hace la selecci¨®n en pureza para obtener bravura, sobran vacas pastue?as y sementales mariquitas.
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