Hong Kong vive bajo el s¨ªndrome de China
El futuro traspaso de la colonia oscurece su horizonte
La actividad es tan trepidante como de costumbre. El dinero abunda, el nivel de vida contin¨²a alto, las multinacionales y los bancos no preparan las maletas, todav¨ªa se edifican rascacielos vanguardistas y ya est¨¢n en marcha varias e importantes obras de infraestructura Pero el horizonte de Hong Kong se ha achicado tras los graves sucesos ocurrido el a?o pasado en China. La inquietud de sus 5,8 millones de habitantes crece d¨ªa a d¨ªa conforme se acerca la fecha del 1 de julio de 1997, en la que el Reino Unido abandonar¨¢ el territorio de 1.000 kil¨®metros cuadrados que durante casi un siglo y medio hizo suyo y devolver¨¢ la soberan¨ªa a la rep¨²blica popular.
El Parlamento chino acaba de aprobar la llamada ley B¨¢sica, la mini-Constituci¨®n de la Regi¨®n Administrativa Especial de Hong Kong, en cuya redacci¨®n han participado durante cuatro a?os 36 representantes de Pek¨ªn y 23 de Hong Kong, la mayor¨ªa personas poco sospechosas a los ojos del Gobierno central. Sin embargo, dos de ellos, Martin Lee Chu-ming y Szeto Wah, miembros de la actual Asamblea legislativa de Hong Kong, fueron excluidos de la fase final de los trabajos por las cr¨ªticas que hicieron a la sangrienta represi¨®n del movimiento estudiantil. Te¨®ricamente, la ley concede un alto grado de autonom¨ªa a la colonia brit¨¢nica, pero en la pr¨¢ctica la deja bajo el fuerte control de Pek¨ªn pese a la garant¨ªa de que el sistema capitalista perdurar¨¢ al menos durante 50 a?os m¨¢s.El legislador Martin Lee, un rico abogado liberal nacido en el territorio, afirma que el texto constitucional hipoteca el futuro y amenaza la estabilidad de Hong Kong, al apartarse de la declaraci¨®n conjunta que el Reino Unido y China firmaron en diciembre de 1984 por la cual se lleg¨® al acuerdo de devoluci¨®n de la isla de Hong Kong y de la pen¨ªnsula de Kowloon una vez que se cumpla en 1997 el plazo de 99 a?os de arriendo que China hizo sobre los llamados Nuevos Territorios. La declaraci¨®n promulgaba el principio del m¨¢ximo dirigente chino, Deng Xiaoping, de "un pa¨ªs, dos sistemas" con el que se otorgar¨ªa gran autonom¨ªa a los naturales de Hong Kong a trav¨¦s de unos poderes ejecutivo, legislativo y judicial propios e independientes del Gobierno central.
Sin embargo, los brit¨¢nicos cedieron a las presiones chinas para modificar sustancialmente el esp¨ªritu del acuerdo y no se opusieron al final a que el Parlamento chino tenga plenos poderes para interpretar o enmendar las leyes que rijan en el territorio. "Ha sido una capitulaci¨®n vergonzosa por parte de Londres", afirma. Martin Lee.
La democracia queda aplazada hasta por lo menos el a?o 2007 seg¨²n la ley B¨¢sica, que estipula un calendario electoral extraordinariamente ajustado a los intereses de Pek¨ªn. S¨®lo un tercio de los 60 diputados del Parlamento de Hong Kong habr¨¢ sido elegido por sufragio universal en las primeras elecciones despu¨¦s de 199 7, y la mitad en las que se celebrar¨¢n en el 2003.
Problemas de control
Los restantes ser¨¢n designados, parte por un gran comit¨¦ electoral controlado por el Gobierno central y los otros por grupos empresariales y profesionales de la colonia. El primer ministro ser¨¢ a su vez elegido por ese comit¨¦ electoral, compuesto de 400 representantes de sectores de la industria, del comercio, las finanzas, el trabajo y diputados hongkoneses, del Parlamento chino. Londres ha confesado que el texto no es ideal, pero poco parece que pueda hacer a partir de ahora, pese a las manifestaciones de buena voluntad del gobernador de la colonia, sir David Wilson, de que es perfectible, y el proyecto de ley para garantizar los derechos humanos que se decidi¨® introducir inmediatamente despu¨¦s de lo que ocurri¨® la primavera del, a?o pasado en Pek¨ªn.La Asamblea legislativa de Hong Kong ha comenzado a debatir recientemente el proyecto sobre el que las autoridades chinas ya han dicho no sentirse vinculadas: "Realmente puede que no tenga mucho peso en 1997, pero servir¨¢ al menos como elemento de disuasi¨®n", opina un ayudante de Lee. Los graves sucesos del a?o pasado en Pek¨ªn han supuesto para los hongkoneses establecer una barrera entre el antes y el despu¨¦s de Tiananmen. Una poblaci¨®n tradicionalmente poco politizada se lanz¨® en masa a la calle para solidarizarse con el movimiento democr¨¢tico y expresar repulsa por la represi¨®n.
"El impacto de Tiananmen en la gente fue enorme, pero los efectos en la econom¨ªa no han sido tan elevados como en un primer momento se pudo temer", se?ala un banquero brit¨¢nico que vive desde hace m¨¢s de diez a?os en la colonia. "Las perspectivas econ¨®micas de momento son buenas. ?Recesi¨®n? S¨ª, claro, llegar¨¢ aqu¨ª tambi¨¦n, pero no por ahora. Los ricos no temen a 1997. Tienen dinero fuera, pueden marcharse. El problema est¨¢ en esa nueva clase media instruida que ha nacido tras el fuerte crecimiento econ¨®mico. Carecen de garant¨ªas y buscan un pasaporte. Si yo estuviera en su piel me marchar¨ªa de aqu¨ª", agrega este banquero que solicita no ser identificado.
El ¨¦xodo de la poblaci¨®n china ha sido constante durante la pasada d¨¦cada, en especial de profesionales, y se ha disparado en 1988 y 1989. Un bot¨®n de muestra: el Hong Kong Bank, la primera entidad financiera de la colonia, ha perdido en un a?o m¨¢s del 8% de sus ejecutivos chinos.
Fuga de personal cualificado
Medios empresariales admiten que la econom¨ªa va a resentirse seriamente si no se detiene la fuga de personal cualificado. M¨¢s de 200.000 personas se han marchado de la colonia desde 1984. El a?o pasado lo hicieron 50.000, y en ¨¦ste las autoridades locales estiman que la cifra llegar¨¢ a 55.000. Canad¨¢, Estados Unidos y Australia, por este orden, son los pa¨ªses preferidos para emigrar, antes que el Reino Unido, donde, por otra parte, son grandes las dificultades para entrar, adem¨¢s del resentimiento que ha producido su actitud entreguista en las negociaciones con Pek¨ªn. "Los habitantes de Hong Kong no quieren ser ingleses, se sienten orgullosos de su cultura china, pero les desagrada el r¨¦gimen comunista que existe en la Rep¨²blica Popular", explica el profesor universitario Yeling Sam, uno de los fundadores de un partido dem¨®crata de reciente cu?o.A juicio de muchos analistas locales, la primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, ha mostrado una "conducta garbancera" con los habitantes de la colonia, bien distinta a la que el Reino Unido tuvo en su momento con los de Gibraltar o los de las Malvinas. Ni ha habido consulta popular ni tampoco elegancia para resolver el problema de los 3,25 millones de hongkoneses naturalizados brit¨¢nicos pero desprovistos del derecho a residir en Gran Breta?a.
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