Los Roman sus ¨¦pocas
El autor considera que tanto el Ejecutivo como los medios de comunicaci¨®n espa?oles han mostrado una excesiva simpat¨ªa hacia Petre Roman durante la estancia de ¨¦ste en Madrid. Se?ala que sorprenderse porque el primer ministro rumano hable espa?ol demuestra provincianismo y llama la atenci¨®n hacia el pasado de la familia Roman, inmerso en la clase dirigente de la dictadura de Nicolae Ceausescu y disfrutando de los beneficios que ello le reportaba.
En este abril casi se pod¨ªa hablar en Espa?a del fen¨®meno Roman. El primer ministro rumano vino, vio y venci¨®, conquistando en especial los corazones de los medios de comunicaci¨®n de nuestro pa¨ªs. Al d¨ªa siguiente de su partida, una conocida emisora hablaba del "viento fresco que llega del Este", relacion¨¢ndolo indirectamente con los aires enrarecidos de nuestro sistema parlamentario. El impacto tuvo que ver, muy en especial, con el hecho de que Petre Roman se desenvuelve con facilidad en castellano, es hijo de una espa?ola y su padre luch¨® en las Brigadas Internacionales durante nuestra guerra civil. Tres informaciones que se repitieron una y otra vez durante la estancia del primer ministro en Madrid. El folclor hubiera sido excesivo de haberse filtrado el dato de que en Rumania se le conoce con el sobrenombre de Petre Lambada, dado que su ¨¦xito entre el p¨²blico femenino es tal que una emisora propuso organizar un concurso de ese baile brasile?o para que la vencedora lo hiciera a su vez con el primer ministro.Todo este asunto no hubiera tenido mayor importancia si no escondiera entre sus entretelas otras implicaciones. En primer lugar, la de provincianismo: no estamos acostumbrados a que nuestra lengua sea realmente universal. Hace poco, Roman estuvo en Francia y nadie se sorprendi¨® demasiado por el correct¨ªsimo franc¨¦s de que hizo gala. Por el contrario, los medios de comunicaci¨®n de ese pa¨ªs le apretaron una vez m¨¢s las tuercas en relaci¨®n con su reciente papel pol¨ªtico. Nada de esto se hizo aqu¨ª; apenas se pas¨® del dichoso detalle del progenitor interbrigadista. El propio Roman fue un poco m¨¢s all¨¢ y ante las c¨¢maras de televisi¨®n se refiri¨® de forma confusa al episodio de la persecuci¨®n y encarcelamiento de su padre por titista; apenas hizo alguna referencia de pasada a su cargo de jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito rumano, y nada dijo de su puesto de ministro de Telecomunicaciones.
L¨ªnea dura
Incluso en los momentos en que el dictador iniciaba el viraje hacia la l¨ªnea m¨¢s dura, el padre del actual primer ministro fue nombrado, en 1970, profesor de la flamante Academia de Ciencias Sociales y Pol¨ªticas de la Rep¨²blica Socialista de Rumania, un centro de ¨¦lite, prolongaci¨®n de la Academia Stefan Gheorghiu de formaci¨®n de cuadros para el Partido Comunista Rumano (PCR). Valter Roman dirigi¨®, asimismo, una editorial de temas pol¨ªticos. As¨ª, pues, su hijo Petre Roman se educ¨® desde siempre en los ambientes de clase alta de Bucarest. Y con esto no se quiere decir que fuera m¨¢s o menos sinceramente comunista, sino que pertenec¨ªa al mundo de los stabii, de los c¨ªrculos de la alta nomenklatura de Bucarest.
David Binder afirm¨® de forma muy apropiada en el t¨ªtulo de un art¨ªculo para el International Herald Tribune aparecido el 29 de diciembre pasado que Roman era un arist¨®crata del partido. Incluso se puede a?adir que perteneci¨® a la vieja aristocracia, al menos por parte de padre. Se explica, as¨ª que estudiara en el prestigioso Instituto Petru Groza de Bucarest -para hijos de stabii- y sobre todo se entienden las facilidades concedidas para estudiar en la Universidad de Toulouse, algo impensable para la inmensa mayor¨ªa de los rumanos a lo largo de estos a?os.
Posteriormente se cas¨® con Mioara Georgescu, hija de un antiguo embajador rumano en Suiza, traductora de ¨¢rabe y bien conocida, junto con su marido, en los parties de las embajadas de esos pa¨ªses en Bucarest. Su cu?ado, por su parte, se cas¨® con una hija de Corneliu Manescu, ministro de Exteriores en los primeros a?os de Ceausescu y uno de los art¨ªfices de los intentos aperturistas rumanos de entonces. La guinda final fueron las presuntas relaciones ¨ªntimas de Petre Roman en su juventud con Zoia Ceausescu, la hija del dictador, tema sobre el que los muchos adversarios del primer ministro afilan sus cuchillos. Todas estas historias no son simple chafarder¨ªa. Ayudan a explicar por qu¨¦ el d¨ªa 22 de diciembre pasado Petre Roman apareci¨® en el balc¨®n del Comit¨¦ Central del PCR y fue designado primer ministro: no fue producto de un compl¨® o un golpe de Estado, pero tampoco mera casualidad. Iliescu y Roman se conoc¨ªan desde antes, pertenec¨ªan a c¨ªrculos muy pr¨®ximos. Quiz¨¢ se encontraron cuando Illescu fue nombrado en 1982 ministro presidente del Consejo Nacional para Recursos de las Aguas, mientras que Roman era profesor de Ingenier¨ªa Hidr¨¢ulica. En todo caso, ambos acudieron durante un tiempo a las tertulias quincenales de Mihai Draganescu, dedicadas a los avances tecnol¨®gicos y cient¨ªficos. ?ste es un desta cado cient¨ªfico y alto cargo acad¨¦mico, pero tambi¨¦n con, inquietudes filos¨®ficas, y es sintom¨¢tico que siga figurando como vicepri mer ministro en el actual Gobier no rumano, junto a sus antiguo amigos, mientras que Mazilu, Brucan y Militaru ya han saltado.
En estos momentos, los or¨ªge nes de Iliescu y Roman tienen importancia para los rumanos. En una encuesta aparecida en la Televisi¨®n Rumana Libre el 6 de abril pasado, el Frente de Salvaci¨®n Nacional ocupaba el tercer luga en las listas de popularidad. Hab¨ªa p¨¢nico en el FSN. A pesar de la triunfalistas declaraciones de Roman en Espa?a, el Frente no las tiene todas consigo en las pr¨®ximas elecciones del 20 de mayo dado que el com¨²n de los rumanos tiende a identificarlo con el ante rior r¨¦gimen. Petre Roman en especial es un hombre controvertido, no s¨®lo por el pasado de su padre, sino porque su verdadero apellido es Neulander: desciende de una familia jud¨ªa rab¨ªnica del noroeste de Transilvanla, cerca de la frontera h¨²ngara; Roman fue el seud¨®nimo adoptado por el padre en la clandestinidad. El antisemitismo todav¨ªa juega un papel en Europa orienta?; al menos eso tie ne m¨¢s importancia para muchos rumanos que el hecho de que su madre sea espa?ola.
Programa nuclear
De todo ello surgen varias preguntas relacionadas con nuestro Ejecutivo. ?Hasta qu¨¦ punto conocia a qui¨¦n estuvo tratando estos d¨ªas y qu¨¦ futuro pol¨ªtico tiene de aqu¨ª a un mes? Si la infor maci¨®n transmitida al respecto por la Embajada espa?ola en Bucarest fuese correcta y suficiente ?era prudente demostrar una cordialidad un tanto excesiva con Roman? Porque no nos enga?emos, tiene raz¨®n la mala conciencia del presidente Gonz¨¢lez, puesto que, efectivamente ha aportado su granito de arena en la campa?a electoral rumana, pa¨ªs en el que tambi¨¦n hay televisores. Quiz¨¢ detr¨¢s de esta puesta en escena y de la l¨ªnea de cr¨¦dito abierta a Rumania se estaban blanqueando ciertos pecadillos: en un art¨ªculo publicado en EL PA?S el 10 de julio pasado el lector puede informarse sobre la entusiasta participaci¨®n de empresas espa?olas en el programa nuclear de la Rumania de Ceausescu, mientras oficialmente se condenaba a este r¨¦gimen desde la Comunidad Europea.
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