Curro V¨¢zquez no se vende
Alcurruc¨¦n / V¨¢zquez, Lozano, Litri
Toros de Alcurruc¨¦n, con trap¨ªo, flojos y de juego desigual. Curro V¨¢zquez: palmas; oreja protestada. Fernando Lozano: dos orejas; oreja. Litri: oreja; ovaci¨®n. Alcal¨¢ de Henares, 28 de abril.
La fiesta se mueve en sus aspectos negativos al palro de estos tiempos de posmodernidad y mercadotecnia. El tanto tienes tanto vales se transforma en los toros, con la inestimable ayuda de los chalaneos de despacho, en tantas orejas cortas tantas veces act¨²as. No es justo, pero, lamentablemente, hoy es casi necesario para trepar puestos en el escalaf¨®n. Por suerte, existen dignas excepciones que no se venden a la funesta y mediocre comercialidad. Curro V¨¢zquez es uno de ellos.
Desde que se inici¨® en esto Jam¨¢s ha hecho concesiones que prostituyeran el arte que atesora y administra, ?ay!, a veces con cuentagotas. V¨¢zquez, palad¨ªn de tan justa como por desgracia casi olvidada causa, es defensor de la pureza. Siempre intenta realizar las suertes fundamentales del toreo con hondura y clasicismo, as¨ª el p¨²blico o el presidente le reclamen el pegapasismo circense. Considera grav¨ªsimo pecado, por ejemplo, tirarse de rodillas, pegar mantazos mirando al tendido y otras concesiones populacheras.
A er aplic¨® sus armas: realiz¨® con elegancia y torer¨ªa lo fundamental (ver¨®nicas, naturales, redondos, pases de pecho, etc¨¦tera) y los adornos de sabor (largas, trincherillas, cambios de mano, abaniqueos, etc¨¦tera). Lo desarroll¨® m¨¢s en el que abri¨® plaza que en el cuarto, que lleg¨® crudo a la pa?osa. Cautiv¨® a los escasos aficionados presentes, minoritarios entre el p¨²blico.
Presidente dadivoso
Hasta mantuvo la dignidad cuando el dadivoso presidente, Julio S¨¢ez, le regal¨® una oreja en el cuarto. V¨¢zquez, con la tez roja de bochorno, se la entreg¨® al subalterno Manuel G¨®mez y dio la vuelta al ruedo montera en mano.
Litri fue su ant¨ªtesis, y vendi¨® bien su mercanc¨ªa atropellada, llena de trallazos, reolinas, caderitas para enmendar terreno y otras frusler¨ªas de toreo en sus dos enemigos. Su propio encimismo y crispaci¨®n le pudo costar un grave percance en el sexto, pero se salv¨® con aguante y valor bizarro, no con toreo. Ni siquiera, como en el caso de Curro V¨¢zquez, tuvo la dignidad de rechazar la oreja, que tambi¨¦n le regal¨® tan triunfal presidente, contribuyendo a la mercadotecnia. Litri la pase¨® ufano. Destac¨® en la brega y con los rehiletes su subalterno El Mangui.
Fernando Lozano tambi¨¦n se apunt¨® a la pureza art¨ªstica. Con menor clase, pero con m¨¢s garra que V¨¢zquez, logr¨® una gran faena al segundo, al que dome?¨® a base de ligaz¨®n, temple y verdad. Con el quinto, m¨¢s dif¨ªcil, tard¨® m¨¢s en conseguir su sometimiento, pero despu¨¦s volvi¨® a aplicarle semejantes cualidades. Aunque recurri¨® a los pases de reclinatorio al final. Otra cosa es que el presidente volviera a la obligaci¨®n social del regalo y le otorgara otra oreja.
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