'Eppur si muove'
LA CUMBRE extraordinaria de los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Europea (CE) celebrada anteayer en Dubl¨ªn tiene mucho de la aparente falta de concreci¨®n que es t¨ªpica del progreso comunitario, pero, al menos por una vez, su imprecisi¨®n va por el buen camino. En efecto, si permite a todos los asistentes al Consejo explicar a sus respectivas parroquias que se han cumplido los deseos y mandatos con los que fueron enviados a la capital irlandesa, al mismo tiempo constituye un nuevo y definitivo avance hacia la unidad continental. Si el coro de voces es confuso, al fondo del escenario empieza a divisarse Europa.Durante d¨¦cadas, la impresi¨®n que el mecanismo comunitario ha transmitido a los europeos de diferentes nacionalidades es la de un pesado paquidermo, lentamente impulsado por oscuras y algo espurias razones de inter¨¦s capitalista, que ahogaba cualquier ideolog¨ªa que se pretendiera superadora de las divisiones continentales y de los ego¨ªsmos hist¨®ricos. Sin embargo, las ¨¢ridas e interminables discusiones sobre la fiscalidad del ahorro o sobre los precios agr¨ªcolas escond¨ªan un lento pero real progreso hac¨ªa el objetivo de una Europa ¨²nica. Nadie parec¨ªa darse cuenta de que se intentaba anudar a las naciones de un continente con 2.000 a?os de historia, cuyo rasgo com¨²n era un espacio geogr¨¢fico disputado en decenas de guerras, en el que se utilizan diversos idiomas y distintos baremos culturales, en el que la evoluci¨®n econ¨®mica ha sido radicalmente dispar. En m¨¢s de un momento parec¨ªa que la CE ser¨ªa incapaz de sacudirse el marasmo hist¨®rico que la lastraba. Se olvidaba as¨ª que, en 34 a?os, el concepto de Europa corno entidad ha avanzado m¨¢s que en los 20 siglos anteriores. Parec¨ªa bloqueada y, sin embargo, se mueve.
En Dubl¨ªn, los Doce han puesto en marcha la uni¨®n pol¨ªtica, broche con el que se debe cerrar la constituci¨®n de Europa. Al pedir a sus ministros de Exteriores que elaboren en menos de dos meses un informe sobre las modalidades de una conferencia intergubernamental en torno a la uni¨®n pol¨ªtica -cuya celebraci¨®n ser¨ªa simult¨¢nea a la de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria- y que lo sometan al pr¨®ximo Consejo de Dubl¨ªn, a finales de junio, la cumbre parece haber roto el nudo gordiano que reten¨ªa el impulso unitario. Asombra la tranquilidad con que ha ocurrido, por m¨¢s que los ¨²ltimos meses nos tengan curados de espanto y acostumbrados a revoluciones hist¨®ricas sin cuento. Ha llegado el momento de que los europeos se pronuncien sobre el concepto de ".uni¨®n pol¨ªtica" y definan claramente su ideolog¨ªa para que se vea, como dijo anteayer atinadamente la primera ministra brit¨¢nica, lo que cada uno entiende por aqu¨¦lla y explique su compromiso. ?Federaci¨®n o confederaci¨®n? ?Un jefe de Estado europeo elegido de qu¨¦ manera? ?Un Ejecutivo de Bruselas electivo, controlado c¨®mo por un Parlamento de Estrasburgo cuyas competencias hayan sido reforzadas en qu¨¦ sentido y a costa de qu¨¦ parcelas de la soberan¨ªa nacional? ?Un ¨®rgano rector de nuestras econom¨ªas y de nuestras monedas constituido y controlado de qu¨¦ forma?
El objetivo ha dejado de ser un misterioso y lejano futuro: se pretende, en efecto, que, perfeccionado el mercado ¨²nico previsto para 1992, el 1 de enero de 1993 todo el paquete -la uni¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica- haya sido aprobado por los doce Parlamentos comunitarios. De este modo se dir¨ªa que la idea de Europa ha sido efectivamente raptada por los comunitarios y que la construcci¨®n se har¨¢, como quieren Mitterrand y Kohl m¨¢s decididamente que sus restantes colegas, en torno al n¨²cleo de los Doce. Teniendo en cuenta la potencia de la CE, la idea es excelente y, sobre todo, la que m¨¢s responde a razones pr¨¢cticas. Unificaci¨®n alemana "bajo el techo europeo" antes de 1992, espacio econ¨®mico europeo para extender el mercado ¨²nico a la Asociaci¨®n Europea de Libre Comercio (EFTA), impulso de la integraci¨®n de otros pa¨ªses orientales, discusi¨®n sobre el encaje estrat¨¦gico de las nuevas f¨®rmulas pol¨ªticas, progreso de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (CSCE) e inclusi¨®n en su dimensi¨®n mediterr¨¢nea. Todos ellos son elementos de un movimiento centr¨ªpeto de construcci¨®n que, por fin, parece imparable.
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