El reto de Europa central
Carta abierta al presidente del Consejo de Ministros de Polonia, Tadeusz MazowieckiLa ¨²ltima vez que nos vimos en Varsovia con motivo de la visita de la Delegaci¨®n del Parlamento Europeo le promet¨ª que intentar¨ªa continuar por escrito algunas de las reflexiones suscitadas en torno a los actuales programas de reconversi¨®n en Europa central.
Despu¨¦s de haber visitado Polonia, la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, Checoslovaquia y Hungr¨ªa me caben pocas dudas de que el tr¨¢nsito de una econom¨ªa intervenida a una econom¨ªa de mercado constituye una experiencia tan compleja y sin precedentes que, desde un punto de vista estrictamente t¨¦cnico, no tiene soluci¨®n a menos que concurran dos factores b¨¢sicos: una luz intensa que ilumine el proceso de ajuste para saber en cada momento lo que est¨¢ ocurriendo y una red de seguridad susceptible de neutralizar las distorsiones que generan los propios mecanismos de correcci¨®n. Voy a intentar ser m¨¢s preciso.
Para una econom¨ªa cerrada, como la de Polonia o Alemania del Este, y en mayor medida la de Checoslovaquia, la convertibilidad plena de su divisa es la ¨²nica manera de conectar la econom¨ªa nacional con la econom¨ªa mundial. Como han demostrado tantos a?os de manipulaci¨®n burocr¨¢tica, no basta con ser consciente del nivel relativo de precios de los distintos sectores productivos para que esos precios se acomoden a los niveles mundiales. S¨®lo la irreversibilidad y automaticidad que se deriva de la convertib¨ªlidad interna y externa puede iluminar los opacos procesos econ¨®micos, anticipando con precisi¨®n d¨®nde se est¨¢n generando excedentes y d¨¦ficit en la asignaci¨®n de recursos disponibles.
Id¨¦ntica importancia reviste la fijaci¨®n de un tipo de cambio adecuado, pero se trata de una cuesti¨®n menos abrumadora. Te¨®ricamente, y dada la falta de experiencia y puntos de referencia, la soluci¨®n ideal consistir¨ªa en adoptar un tipo de cambio flexible que fuera buscando gradualmente su nivel de equilibrio. Con ello se evitar¨ªan los traumas que han acosado a tantos programas de estabilizaci¨®n en el Tercer Mundo cuando percances inesperados o acontecimientos que no se hab¨ªan previsto fuerzan una devaluaci¨®n que alimenta, repentinamente, el fuego de las expectativas inflacionistas, magnifica los sentimientos de frustraci¨®n o arrastra al descr¨¦dito no s¨®lo la pol¨ªtica cambiaria elegida, sino la totalidad del programa de ajuste.
El inconveniente de dejar que el propio mercado apunte gradualmente el tipo de cambio yace., por supuesto, en el mantenimiento de los niveles de incertidumbre cuando las pol¨ªticas fiscales y monetarias no cumplen su cometido. Lo que esto significa, sencillamente, es que una pol¨ªtica de tipos de cambio flexible en las circunstancias de un pa¨ªs como Polonia s¨®lo ser¨ªa compatible con pol¨ªticas fiscales y monetarias muy restrictivas. El Gobierno polaco ha demostrado que cuenta con el apoyo popular suficiente para aplicar a grandes males grandes remedios, y de ah¨ª mi sugerencia de no retrasar m¨¢s de la cuenta la marcha hacia f¨®rmulas de convertibilidad m¨¢s completas.
Hasta aqu¨ª, la reflexi¨®n sobre la necesidad imperiosa de contar con un haz de luz que alumbre el procedo de recuperaci¨®n. Ahora quisiera ahondar, aunque sea brevemente, en el segundo requisito del ¨¦xito: la existencia de una red de seguridad.
Los propios mecanismos de correcci¨®n puestos en marcha generan, de manera aut¨®noma, distorsiones que es preciso neutralizar. Cuando en Polonia se decidi¨®, acertadamente, liberalizar los precios agr¨ªcolas se generaron de inmediato escaseces de productos b¨¢sicos provocadas por la acumulaci¨®n de inventarios, a ra¨ªz de las expectativas de aumentos de precios.
Al efectuar tambi¨¦n el proceso de liberalizaci¨®n del mercado de trabajo se dispara, inevitablemente, la tasa subyacente de desempleo, no s¨®lo por culpa de los puestos de trabajo perdidos a medida que quiebran las empresas ineficientes en las nuevas condiciones de mayor competitividad, sino por el paro encubierto que aflora al afianzarse el proceso de racionalizaci¨®n.
Al margen del tipo de cambio elegido, la instauraci¨®n de la convertibilidad desata una demanda de divisas hasta entonces remansada muy superior a la estricta demanda transaccional, hasta el d¨ªa en que los agentes econ¨®micos se convencen de que el tipo de cambio vigente en el mercado coincide, efectivamente, con la tasa de equilibrio.
Es obvio, pues, que se requieren apoyos espec¨ªficos y extraordinarios para compensar desequilibrios vinculados al propio dinamismo del proceso de recuperaci¨®n: ayuda alimenticia al liberalizar los precios agr¨ªcolas, subsidios de desempleo al desbloquear las rigideces del mercado de trabajo, o fondos de estabilizaci¨®n que apuntalen el valor de la divisa nacional en los momentos iniciales de la declaraci¨®n de convertibilidad interna y externa. Sin contar con esta red de seguridad no puede sostenerse el proceso de recuperaci¨®n. Se trata, a mi juicio, de una cuesti¨®n capital que debiera modular el contenido y direcci¨®n de la ayuda exterior, y muy particularmente la contribuci¨®n de la Comunidad Europea.
En cada caso se tratar¨ªa de un tipo de ayuda lo bastante significativa para que incidiera en los procesos transitorios, pero orientada en volumen y tiempo a no desbaratar los procesos reales de ajuste que se persiguen.
?Existe la sensibilidad suficiente para articular estos programas de ayuda? La verdad es que nada parecido ha ocurrido desde el Plan Marshall. Los vol¨²menes de recursos ahora requeridos son relativamente modestos, y las estrategias, nada sofisticadas. Pero es preciso airear la verdadera naturaleza de los procesos en marcha, aceptar las condiciones del ¨¦xito y sacudir las inercias de los Gobiernos de los pa¨ªses miembros de la Comunidad.
Tambi¨¦n los agentes econ¨®micos de los pa¨ªses protagonistas del cambio necesitan saber qu¨¦ les aguarda al final del camino. La innovaci¨®n social siempre se produce en un contexto en el que se asumen, libremente, riesgos calculados, y a veces inesperados. Ahora bien, al transitar de una econom¨ªa reglamentada a una de mercado lo ¨²nico que puede afirmarse con toda certeza es que si la innovaci¨®n deja de prosperar no ser¨¢ por falta de riesgos. El colapso del proceso de innovaci¨®n social ser¨ªa inevitable si se disparan al alza, e innecesariamente, los niveles de incertidumbre a ra¨ªz de la incapacidad de la Comunidad Europea y de los Gobiernos de Europa central para definir conjuntamente el marco institucional que debe presidir sus relaciones mutuas con vistas al futuro. Para cada innovaci¨®n incremental habr¨ªa que encajar un nivel progresivamente penalizador de incertidumbre que acabar¨ªa atenazando al propio proceso de cambio. Ser¨ªa el fin de la reforma en Europa central y, a medio plazo, del propio proyecto europeo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.