Carmen Bot¨ªn
Cerco gr¨¢fico en torno al embarazo de la mujer de Severiano Ballesteros
Su romance no pod¨ªa pasar inadvertido. Como tantas otras veces, seg¨²n el t¨®pico, la alumna y el profesor se hab¨ªan enamorado. Pero, por a?adidura, ni ella ni ¨¦l eran una alumna y un profesor cualesquiera. Carmen es la nieta de Emilio Bot¨ªn, impulsor de la posiblemente mayor fortuna espa?ola -tras la muerte de Ram¨®n Areces, presidente de El Corte Ingl¨¦s- calculada en m¨¢s de 200.000 millones de pesetas por la prestigiosa revista norteamericana Forbes, mediante -la expansi¨®n de su familiar Banco Santander Severiano Ballesteros es un golfista excepcional, el de los ochenta, y se ha forjado un patrimonio de varios miles de millones partiendo de la nada, de la humildad de un caddie. La prensa del coraz¨®n les puso cerco desde el principio. En el Open de Madrid, la pen¨²ltima semana, Carmen fue la responsable indirecta de la eliminaci¨®n de Severiano. Su culpa fue su embarazo de cinco meses. Los reporteros gr¨¢ficos, que quer¨ªan captarlo, la acosaron hasta obligarla a huir del Club de Puerta de Hierro y descentraron a su marido.Siendo un chaval, Ballesteros hab¨ªa llegado a cargar con la bolsa de palos del patriarca de los Bot¨ªn en el campo de Pedre?a (Cantabria), su pueblo. Despu¨¦s, cuando los ¨¦xitos se sucedieron para ¨¦l y empez¨® a codearse con la alta sociedad, dio clases por amistad a su hijo, Emilio, el padre de Carmen y actual presidente del banco. Por extensi¨®n, tambi¨¦n se las dio a ella. Se dice que el flechazo fue instant¨¢neo. Pero ambos procuraron llevarlo con la m¨¢xima discreci¨®n. Los largos periodos en el extranjero de Severiano debido a su actividad deportiva y la permanencia de Carmen en una universidad norteamericana para graduarse en Ciencias Empresariales los ayudaron a ello.
Pero tambi¨¦n demostraron ingenio para burlar a los fot¨®grafos de las publicaciones rosa. Tras casarse en la m¨¢s absoluta intimidad el 25 de noviembre de 1988 en la finca de los Bot¨ªn en Puente San Miguel, cerca de Santillana del Mar, emprendieron de inc¨®gnito su viaje de bodas. Su estratagema para eludirlos en el aeropuerto santanderino fue presentarse en ¨¦l en un Renault 4-L, apodado por su modestia Cuatro Latas. Todos les supon¨ªan en un coche lujoso. Ninguno los vio. Su chasco fue terrible. Tan s¨®lo unos taxistas se sonrieron al comprender su jugarreta.
Sin embargo, la costumbre de Carmen de acompa?ar siempre que puede a Severiano e incluso seguirle como su primera hincha por los 18 hoyos de cada recorrido les traicion¨® en el Open de Madrid. La prensa del coraz¨®n no pod¨ªa consentir que el embarazo de ella se le escapase. Sus reporteros gr¨¢ficos se acreditaron en masa, asediaron a Carmen y, como muchos no hab¨ªan pisado nunca un terreno de golf, cometieron muchas tropel¨ªas. Ballesteros estaba desquiciado. A la condici¨®n de v¨ªctima propiciatoria de su mujer se un¨ªa la suya propia. Los fot¨®grafos se mov¨ªan a destiempo, pisaban los greens y disparaban sus c¨¢maras cuando ¨¦l se dispon¨ªa a golpear la pelota, en esos instantes en que "este deporte es m¨¢s mental que nunca, porque tienes que estar convencido de que tu putt va a entrar en el agujero para que entre. Si no lo est¨¢s...". Su irritaci¨®n, unida a la irregularidad de su juego, contribuy¨® a que su resultado fuera tan malo como para no superar el corte, algo rar¨ªsimo en ¨¦l.
Estos d¨ªas, durante el Open de Espa?a, en el que acompa?¨® de manera m¨¢s espaciada a Severiano, Carmen confes¨®: "Me sent¨ª indignada, impotente, porque algo debe de fallar cuando ocurren cosas as¨ª".
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