Un nuevo impulso a la igualdad
Cada a?o, desde hace 100, los trabajadores renovamos nuestros anhelos en el Primero de Mayo y, a la vez, contribuimos a ensanchar el horizonte de los pueblos. Porque avivamos la solidaridad en pro de que la igualdad se haga justicia para ser cada vez m¨¢s libres individual y colectivamente, es por lo que el Primero de Mayo mantiene su vigencia y la historia su vigor.Acabamos de inaugurar la ¨²ltima d¨¦cada del siglo inmersos en la sismolog¨ªa pol¨ªtica y social que con gran rapidez y a un ritmo trepidante regenera la corteza terrestre en distintas latitudes del planeta. Impulsos renovadores de pueblos diversos que, como es sabido, tienen m¨¢s capacidad para expandirse y saltar fronteras que las fuerzas rectoras del comportamiento geol¨®gico.
Ning¨²n estadista del mundo pudo prever los cambios operados en los pa¨ªses del Este europeo en pocos meses: el protagonismo de los sujetos sociales se superpone al de los nuevos dirigentes locales, sobrepasa a los m¨¢s audaces l¨ªderes, sinceros promotores de las reformas como Gorbachov, y censuran a los carism¨¢ticos como Walesa. No es el genio individualizado lo que mueve al mundo, sino el empe?o de la colectividad, con sus hombres y mujeres sabios en injusticias y en aspiraciones de nuevas metas de igualdad y libertad. La democracia se abre camino tambi¨¦n en Chile, derrotando al dictador en las urnas tras 16 a?os de lucha popular y solidaridad internacional; solidaridad que ha logrado la libertad de Nelson Mandela como signo precursor de la libertad de su pueblo, sometido por el r¨¦gimen racista de Pretoria.
En nuestro pa¨ªs llegamos a este Primero de Mayo avalados por los primeros resultados obtenidos tras la huelga del 14-D y esperanzados en nuestra unidad, que nos refuerza ante los retos del inmediato futuro.Las peticiones de la PSP
Sin quedarnos en la valoraci¨®n nost¨¢lgica de aquella gran huelga, la proyectamos hacia adelante elaborando aut¨®noma y unitariamente la Propuesta Sindical Prioritaria (PSP). Las reivindicaciones m¨¢s elementales han empezado a materializarse en acuerdos con el Gobierno, que un a?o antes los negaba casi doctrinariamente. La revalorizaci¨®n de las pensiones de acuerdo con el incremento real del coste de la vida y la mejora anual de su poder adquisitivo, la deuda social para este colectivo y para los empleados p¨²blicos, los nuevos derechos de revisi¨®n de las retribuciones y de negociaci¨®n colectiva que democratizan las relaciones laborales entre el Estado y quienes dependen de ¨¦l, la mejora de las prestaciones asistenciales, las modificaciones positivas de los subsidios agrarios, los compromisos en formaci¨®n profesional y el acuerdo para la protecci¨®n sindical de los contratos de trabajo son pasos positivos que demuestran la viabilidad de las demandas sindicales y, sobre todo, que la lucha y unidad de los trabajadores las hacen posibles, dinamizando, a su vez, la convivencia social en democracia entre el conflicto y la negociaci¨®n.
No obstante, es imprescindible que el Primero de Mayo, que todas las manifestaciones y actos sindicales de hoy, sirvan a un tiempo de toque de atenci¨®n para el pleno cumplimiento de los anteriores acuerdos y de primera movilizaci¨®n en apoyo de los restantes puntos de la PSP, cuya negociaci¨®n es inminente. En lo que ya se conoce como segunda fase de la negociaci¨®n, el problema m¨¢s importante es el empleo y todo lo relacionado con ¨¦l (modalidades de contrataci¨®n, protecci¨®n a los parados, etc¨¦tera).
Nuestro diferencial m¨¢s acusado es el desempleo, que duplica la media de paro en la CE. El indicador m¨¢s preocupante de la evoluci¨®n de nuestra econom¨ªa real es la precarizaci¨®n galopante de nuestro mercado de trabajo, que supera con mucho a todos los pa¨ªses de nuestro entorno, incluidos Grecia y Portugal. El d¨¦ficit comercial exterior y la inflaci¨®n arrojan datos ciertamente preocupantes, pero a fin de cuentas no son m¨¢s que expresiones monetarias del verdadero desequilibrio de fondo, el de nuestra estructura productiva.
Como tantas veces hemos expuesto desde CC OO, la inestabilidad y la fugaz presencia en el puesto de trabajo, adem¨¢s del recorte de derechos fundamentales de los trabajadores, provocan el desarrollo de una estructura de oferta de baja productividad, como por fin reconoce la Direcci¨®n General de Previsi¨®n y Coyuntura de Econom¨ªa en su informe de diciembre de 1989.
Justicia social
Pol¨ªtica de creaci¨®n de m¨¢s y mejor empleo, fiscalidad m¨¢s equitativa y progresista, mejora de la sanidad p¨²blica, pol¨ªtica que devuelva a la vivienda su car¨¢cter de bien de uso social, acabando con la especulaci¨®n, que la ha convertido en valor de cambio y en medio de enriquecimiento abusivo, son propuestas sindicales orientadas no s¨®lo desde la inmediatez reivindicativa ni elaboradas con estrechas perspectivas dom¨¦sticas, sino que, como reconoci¨® el propio presidente del Gobierno en la reuni¨®n que mantuvimos el pasado 17 de abril, atienden a la necesidad de impulsar un mayor desarrollo econ¨®mico en unas coordenadas de mayor justicia social. Es, en definitiva, una aportaci¨®n sindical para que nuestro pa¨ªs produzca m¨¢s y mejor y se coloque en mejores condiciones de afrontar los desaf¨ªos de la integraci¨®n econ¨®mica europea. Nadie puede estar m¨¢s interesado que los trabajadores y los sindicatos de clase y representativos en lograr esos objetivos.
Sin embargo, corremos el peligro de que, bajo nuevas apariencias, a la hora de afrontar el reto de la competitividad se quieran imponer viejas f¨®rmulas de contenci¨®n salarial y deterioro de las condiciones de trabajo que, adem¨¢s de arruinar la v¨ªa de di¨¢logo y negociaci¨®n que tanto nos ha costado recuperar, agravar¨ªan la situaci¨®n actual de nuestro pa¨ªs, por mucho que insistan algunas patronales, que han usado y abusado de las citadas pol¨ªticas regresivas sin demostrar su capacidad para competir.
Una patronal que no ha querido ni servido para incorporarse a un proceso negociador que tiene como acicate el progreso social y econ¨®mico del pa¨ªs, que tampoco est¨¢ disponible para desarrollar la democracia industrial y que entorpece la contrataci¨®n colectiva, provocando tensiones y conflictividad para verse finalmente en entredicho por los resultados finales de los convenios, superiores a sus ofertas iniciales.
Pese a estas dificultades, ante las incertidumbres del panorama nacional e internacional, saldremos a manifestarnos alentados por los valores democr¨¢ticos que a¨²nan cada vez m¨¢s voluntades por todos los rincones del mundo en favor de las profundas transformaciones en gestaci¨®n. La solidaridad entre todos los que creemos en la democracia como cauce m¨¢s adecuado para superar la desigualdad social y el desequilibrio real en el ejercicio de la libertad es el motor que desde este Primero de Mayo de 1990 abre un nuevo futuro para la humanidad, frente a quienes piensan que la historia ha tocado a su fin y pretenden adentrarse en el siglo XX regresando al pasado, en el que la libertad s¨®lo estaba reservada a los propietarios de la tierra y los medios de producci¨®n.
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