CiU y PSC tratan de cerrar la herida causada por la querella de Banca Catalana y se abren al pacto
Converg¨¦ncia y Uni¨® (CiU) y los socialistas catalanes han decidido poner fin al largo per¨ªodo de enfrentamiento entre ambas fuerzas, entregadas desde 1980 a la mutua descalificaci¨®n global, en particular desde que en 1984 la querella sobre Banca Catalana introdujo notables dosis de crispaci¨®n, e incluso de odio, entre sus c¨²pulas dirigentes. El acercamiento se inici¨® discretamente hace un a?o y medio. El di¨¢logo iniciado por el presidente catal¨¢n Jordi Pujol y el l¨ªder del PSC, Raimon Obiols, abre las puertas a pactos m¨¢s amplios entre ambas fuerzas.
Los restantes partidos de la oposici¨®n han interpretado la nueva etapa como un pacto de mutua asistencia entre CiU y los socialistas. Sin embargo, los protagonistas niegan que exista ning¨²n otro acuerdo que el de llevar a cabo un di¨¢logo sin prejuicios. Raimon Obiols afirm¨® el viernes pasado, en tono de advertencia e incluso de reprimenda a los medios de comunicaci¨®n, que la pol¨ªtica catalana entra en una etapa en la ser¨¢ preciso "afinar los an¨¢lisis" y en la que "la oposici¨®n se verificar¨¢ en la confrontaci¨®n, pero tambi¨¦n en el di¨¢logo".Un destacado dirigente de Uni¨® Democr¨¢tica, el partido aliado a Converg¨¦ncia que ha impulsado desde hace a?os una pol¨ªtica de colaboraci¨®n entre CiU y PSC, afirm¨® tambi¨¦n el viernes: "No hay ning¨²n cambio radical. Lo que sucede es que ahora todos nos reconocemos como necesarios para el pa¨ªs. Esto es avanzar en la maduraci¨®n pol¨ªtica. Pero el PSC va a seguir en la oposici¨®n, en Catalu?a, y CiU va a continuar tambi¨¦n en la oposici¨®n, en Madrid. Habr¨¢ di¨¢logo, pero hablar no significa que siempre se logren acuerdos".
Pero CiU y PSC suman el 75% de los votos de las ¨²ltimas elecciones aut¨®nomicas y el 82% de los diputados del Parlamento de Catalu?a, es decir, m¨¢s de las cuatro quintas partes de la c¨¢mara. Un di¨¢logo a fondo entre estos protagonistas deja en situaci¨®n de marginalidad a los dem¨¢s partidos.
Vuelco total
Ayer fue el presidente del Partido Popular (PP) en Catalu?a, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, quien sostuvo que entre CiU y PSC "existe un pacto vergonzante, porque no lo quieren reconocer como tal". Parecidas opiniones ha expresado reiteradamente el dirigente de Iniciativa per Catalunya (IC), Rafael Rib¨®.
Todos reconocen, sin embargo, que el di¨¢logo abierto puede dar un vuelco total a la pol¨ªtica catalana. En 1984, Pujol interpret¨® la querella como un intento de eliminarle de la vida pol¨ªtica y respondi¨® identificando al PSOE y su Gobierno como el enemigo exterior de Catalu?a y al PSC como su quinta columna en la sociedad catalana.
Esta situaci¨®n produjo una divisi¨®n profunda entre los n¨²cleos dirigentes de estos partidos. La principal v¨ªctima de ella fue el PSC, que se vio relegado a una oposici¨®n sin perspectiva alguna de acceder al Ejecutivo catal¨¢n ni de influir en ¨¦l. CiU, por su parte, vio reducida tambi¨¦n a cero su influencia en el Gobierno central. Desde entonces, las relaciones entre nacionalistas y socialistas han estado dominadas por la inquina personal, cuando no el odio, entre sus principales dirigentes. Durante este largo per¨ªodo, las referencias a estos odios han sido una constante entre los portavoces que expresan las opiniones de la Presidencia de la Generalitat. Estos d¨ªas han saludado positivamente el inicio de una nueva etapa, argumentando precisamente que supone una oportunidad para superarlos.
Dirigentes de CiU y del PSC han explicado que desde hace aproximadamente un a?o y medio se desarrollaba una diplomacia secreta entre mediadores de ambas partes, con el objetivo de convencer, sobre todo a la c¨²pula convergente, de que la creaci¨®n de un nuevo marco de relaciones entre ambas partes aportar¨ªa beneficios a las dos.
Apoyo a la gobernabilidad
La viabilidad del acercamiento se acentu¨® con la reducci¨®n de la mayor¨ªa del PSOE en las ¨²lt ?mas eleciones legislativas. Se abri¨® entonces la posibilidad de que CiU pusiera en marcha una vez m¨¢s la pol¨ªtica de apoyo a la gobernabilidad que aplic¨® en Madrid desde 1977 hasta 1982. El PSOE aport¨® tambi¨¦n su parte al lanzar una oferta de colaboraci¨®n a centristas y nacionalistas vascos y catalanes.
La voluntad de acuerdo permiti¨® superar conflictos como el de la autodeterminaci¨®n y se puso de manifiesto en la actitud adoptada por el PSOE en el asunto Casinos de Catalu?a y la de CiU en el caso Juan Guerra.
Volver a la situacion de 1980
E. C. La alarma del Partido Popular e Iniciativa per Cataltinya (IC) ante el "di¨¢logo fluido" y el "nuevo marco de relaciones" entre Converg¨¦ncia i Uni¨® (CiU) y el Partit deis Socialistes (PSC) obedece a su convencimiento de que el cambio en el tono de las relaciones pol¨ªticas entre ambos partidos es la primera e imprescindible condici¨®n para efectuar pactos. posteri.ores entre ellos. Y en la mente de todos los pol¨ªticos catalanes est¨¢ instalada ya hoy la certeza casi total de que CiU no podr¨¢ renovar en 1992 la mayor¨ªa absoluta de que disfruta desde 1984.
Si CiU y PSC consiguen cerrar ahora el c¨ªrculo negativo iniciado en 1984 con la querella de Banca Catalana, habr¨¢n creado las condiciones para volver a la situaci¨®n de 1980, cuando numerosas voces reclamaban un pacto de gobierno entre las dos primeras fuerzas de Catalu?a.
El desgaste sufrido por el Gobierno de la Generalitat en los ¨²ltimos dos a?os permite abrigar serias dudas acerca de la renovaci¨®n de la mayor¨ªa absoluta de CiU en el Parlament en 1992. Este desgaste no aparece compensado por un auge de la izquierda, por lo que tampoco se dibuja la perspectiva de una mayor¨ªa altemativa. El pacto entre CiU y PSC ser¨¢ una de ellas.
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