Los 'muchachos' llegaron un s¨¢bado a Mejicanos
"Ahora tenemos m¨¢s frijolitos que antes, y arroz, por si llegan los muchachos [como se conoce a los guerrilleros] y se arma otra como la de noviembre". Teresa es la matriarca de un conjunto familiar de cinco adultos y 14 chiquillos que se amontonan en una casita baja del barrio de Mejicanos, en San Salvador, donde nace apenas cinco meses los guerrilleros del Frente Farabundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional (FMLN) libraron con el Ej¨¦rcito una batalla urbana que estremeci¨® al mundo.Esta anciana de 67 a?os, que aparenta 80, no sabe, como tampoco su hija Rosa, de 39, que ahora se habla de di¨¢logo, y que incluso hay optimistas que piensan que en 1990 puede acabar una guerra que se ha cobrado 70.000 vidas en 10 a?os.
Poco se ha reconstruido en Mejicanos. Hay muchas casas que son un puro esqueleto, sin ventanas, sin apenas paredes, sin nadie que las habite, otras muestras sus fachadas llenas de impactos de bala o de artiller¨ªa. Sus antiguos ocupantes engrosan las villas miseria de las afueras. Los soldados patrullan constantemente, impresionantes con sus uniformes de camuflaje, con el arma en ristre, lista para disparar.
Los perdedores
Estas gentes, que apenas si tienen para comer, fueron las grandes perdedoras de la batalla de noviembre. Cayeron por centenares, aunque las cifras oficiales apenas lo reflejen, propensas como han sido a sostener que las bajas civiles correspond¨ªan en realidad a guerrilleros. La familia de Teresa y Rosa no perdi¨®, milagrosamente, a ninguno de sus miembros.
Lo pasaron muy mal. La proximidad a un acuartelamiento del Ej¨¦rcito convirti¨® la vivienda en un infierno. "Estuvimos una semana sin poder salir, por la balasera", afirma Teresa. La Cruz Verde los llev¨® a lugar seguro. Nos dieron pollo y frijolitos, pero cuando regresamos al ranchito nos lo hab¨ªan robado todo". Marl¨ªn, una preciosa mujercita de 23 a?os que vive en la zona cercana de Zacamil, se labr¨® su propia suerte. "Los muchachos llegaron un s¨¢bado, cuando la gente a¨²n no hab¨ªa cobrado la quincena y ni comida ten¨ªan. Estuvimos tres d¨ªas sin poder salir a la calle, pero al cuarto, con balasera y todo, no nos qued¨® otro remedio. Pude evacuar a mi prima y a mi hijito de tres a?os, con los que vivo. Pero yo regres¨¦ a mi casita; si no, me la desval?jan". No cree, sin embargo, que los saqueadores fueran guerrilleros o soldados. "?Qu¨¦ va, se?or! Es que salieron muchos maleantes".
La vida sigue. De cuando en cuando los muchachos hacen alguna incursi¨®n, sin molestar a los vecinos, e intercambian algunos disparos con los soldados.
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