Los jefes

Desde el primer aliento de Lee Konitz hasta el bis de Murray y Montoliu (Naima, de John Coltrane), la segunda sesi¨®n de este festival se desenvolvi¨® en la m¨¢xima altura. Era la primera vez que los dos d¨²os se produc¨ªan en escena, y el encuentro se dio en la cumbre de cuatro grandes jefes.Lee Konitz y Paul Bley abrieron con dos largos solos, que fueron una verdadera confesi¨®n de su importancia. Ambos est¨¢n en la historia del jazz. Konitz, con el magisterio de Tristano, supo saber ser ¨¦l cuando todos quer¨ªan ser Charlie Parker. Bley estuvo en la siguiente vanguardia, fue uno de los primeros en entender a Coleman, desarroll¨® la formaci¨®n de tr¨ªo y en su plano hay belleza y una recogida sensibilidad que se suele identificar con Keith Jarrett, su posterior. Su interpretaci¨®n de Lover man, tema asociado a Billie Holliday, pudo mostrar el alcance de la sensibilidad de dos m¨²sicos que son tan de raz¨®n.

Homenaje a Dexter Gordon

Murray y Montoliu entraron con Billie's Bounce, de Charlie Parker, primera muestra de que el entendimiento entre ambos rn¨²sicos era instant¨¢neo. Bop y tambi¨¦n la balada Body and soul y Jitterburg Waltz, de Fats Waller, con Murray al clarinete bajo y Tete reconoci¨¦ndose en el piano stride.

Y doble homenaje a Dexter Gordon: un solo de Montoliu en el que saltaban temas de su repertorio -de Cheesecake a SocietY red-, y la interpretaci¨®n en d¨²o de la composici¨®n dedicada por Murray al tenor recientemente fallecido.

Murray parece dar el m¨¢ximo de su capacidad expresiva en cada uno de sus conciertos (tambi¨¦n con voluntad de liderazgo, que algunos reconocemos en ¨¦l y no en Michael Brecker) y su entendimiento con Montoliu, que estuvo singularmente valioso, logr¨® una sesi¨®n con una inmensidad de m¨²sica: la sesi¨®n memorable.