El cruel teleobjetivo
No soy aficionado a los toros y lo siento un poquito. La culpa la tienen mis amistades, que son las que te acaban arrastrando a un sitio u otro.De peque?o ve¨ªa las novilladas de Navalcarnero, cuando las fiestas. Desde el balc¨®n de mis abuelos se distingu¨ªa perfectamente la irregular plaza de madera. A pesar de ello, mi abuelo nos radiaba la corrida a toda la familia sentada en una variedad de sillas, sillitas y banquitos por riguroso orden de estatura.
No hab¨ªa vuelto a pisar un ruedo hasta este San Isidro. Pero ha sido por motivos profesionales. He entrado con una c¨¢mara de cine para rodar algunos planos de ambiente y he podido conocer, aunque s¨®lo sea un poco superficialmente, ese ambientillo que rodea a la corrida. He visto a la tercera edad haciendo cola para subir en el ascensor (nunca pens¨¦ que las plazas de toros tuvieran ascensores), he visto la relaci¨®n que cada aficionado establece con los que est¨¢n a su alrededor (un amigo me cont¨® que cada d¨ªa se turnaban para traer la merienda) y he visto la fidelidad de los miles de espectadores unidos por un tema com¨²n.
Pero tambi¨¦n he visto despu¨¦s el material rodado con un potente teleobjetivo y me ha sorprendido; son primeros planos del toro y de su agon¨ªa. Es algo terrible y cruel, algo que no hab¨ªa visto desde arriba.
Hemos vuelto despu¨¦s para rodar unos planos con actores, a plaza vac¨ªa. He comprendido el sentido de Sangre y arena, all¨ª, a mis pies, la arena hac¨ªa el papel de secante de una sangre que parec¨ªa impregnarlo todo. Era algo que parec¨ªa lo m¨¢s natural, pero que visto por alguien que llegara de nuevas pod¨ªa llegar a conmocionar.
Creo que no montar¨¦ los primeros planos del toro. Quiero volver otro d¨ªa a las Ventas por San Isidro y colocarme lo m¨¢s arriba posible. Espero encontrar un abuelo o un amigo que me radie la corrida.
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