Jay Mclnerney: sexo, drogas y tel¨¦fono
El escritor norteamericano, l¨ªder de una determinada novela urbana, viaja a Barcelona
Jay McInerney llega hoy a Barcelona, donde el mi¨¦rcoles participar¨¢ -en el Instituto de Estudios Norteamericanos- en el cielo de narrativa norteamericana actual. MeInerney lleva vendidos m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares de Luces de ne¨®n. La cifra impresiona. Ya han pasado cinco a?os desde la publicaci¨®n de aquel libro -gu¨ªa de una generaci¨®n y de un ambiente, el de los j¨®venes urbanos cargados de dinero y de coca¨ªna, ligados de alg¨²n modo a drogas, sexo y tel¨¦fono- y Jay Mclnerney est¨¢ elevado ya a la categor¨ªa de l¨ªder. Tras ¨¦l se mueve una estela de escritores agrupados bajo un nuevo g¨¦nero: las novelas de la juventud urbana.
"No esperaba que Luces de neon se vendiera tanto", confiesa Mclnerney mirando hacia el pasado. "Cinco a?os despu¨¦s de publicarla, todav¨ªa estoy contento de aquella novela. No cambiar¨ªa nada, aunque tampoco volver¨ªa a escribirla. Pertenece a un per¨ªodo de vida, a un per¨ªodo de Nueva York".Hace una pausa, fija la mirada en un punto lejano y agrega: "Creo que El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald y Fiesta de Hemingway son grandes novelas que hablan de los a?os veinte, pero son tambi¨¦n novelas que se leen hoy con inter¨¦s. Lo mismo pasar¨¢ con Luces de ne¨®n. La gente la leer¨¢ como una historia de aquellos a?os, pero es tambi¨¦n una historia sobre la juventud".
Cuando habla de Scott Fitzgerald, a McInerney le brillan los ojos. "Lo admiro mucho", confiesa. "El gran Gastsby es una gran novela, pero no me gustar¨ªa morir como Scott Fitzgerald, a los cuarenta y pico, despu¨¦s de haber escrito mi mejor novela a los 25. No creo que merezca la comparaci¨®n, pero se basa en que ¨¦l era cronista de la clase media alta de su tiempo. Quiz¨¢s como yo ahora... ".
S¨ªmbolo de una juventud
Cinco a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de Luces de ne¨®n, Mclnerney vive c¨®modamente instalado en una casa del Greenw¨ªch Village de Nueva York, no demasiado lejos de lugares de moda que ¨¦l y su grupo han entronizado. El Club Nell's, por ejemplo, o el Union Square Cafe o el Canal Restaurant. Mclnerney viaja a menudo al extranjero, colabora con prestiglosas revistas y ejerce de s¨ªmbolo de una juventud marcada por el ¨¦xito."Es cierto que me convirtieron en un s¨ªmbolo", admite, "pero procuro deshacerme de esta etiqueta. Me gusta vivir en Nueva York, pero no me gusta ser una persona demasiado p¨²blica. Lo que no har¨¦ tampoco es quedarme encerrado en casa. La verdad es que soy un buen s¨ªmbolo para algunos y un mal s¨ªmbolo para otros. De todos modos, cuando salga mi nuevo libro, se dar¨¢n cuenta de que no soy el s¨ªmbolo que pensaban que era".
La pr¨®xima novela se publicar¨¢ dentro de un a?o en Estados Unidos. Escenario: Nueva York, por supuesto. El tema gira alrededor del matrimonio y el trasfondo de la novela -la econom¨ªa- est¨¢ muy de moda entre los yuppies. Respecto a las otras obras de Mclnerney, presenta la novedad de ser un libro muy extenso y de tener varios personajes situados en la treintena. Los personajes de Mclnerney crecen con ¨¦l.
?sta ser¨¢ la cuarta novela de Jay MeInerney. A la irrupci¨®n fulgurante de Luces de ne¨®n, sigui¨® una novela ambientada en Jap¨®n -Ransom- La tercera fue La historia de mi vida (publicada por Edhasa, en castellano, como las anteriores, y que Columna publicar¨¢ en catal¨¢n). La novela, en este caso, recuperaba la noche de Nueva York, con una veintea?era de buena familia como personaje central.
"Escrib¨ª La historia de mi vida", comenta, "porque estoy muy interesado en el lenguaje coloquial. En Estados Unidos tenemos una buena tradici¨®n de lenguaje coloquial, mientras que en Europa el lenguaje literario es m¨¢s r¨ªgido. De todos modos, incluso en Estados Unidos, los libros no reflejan c¨®mo habla la gente de hoy. Por eso escrib¨ª La historia de mi vida. Quer¨ªa hacer un libro sobre c¨®mo habla la gente joven de hoy, con frases cortas, en presente... Es un libro de final triste, pero tambi¨¦n es un libro de humor". Al comentarle que los personajes del libro parecen moverse en un c¨ªrculo de sexo, droga y tel¨¦fono, en contraposici¨®n con el cl¨¢sico sexo, drogas y rock and roll, reflexiona: "Las drogas y el sexo est¨¢n en la sociedad. Ser¨ªa tonto no hablar de ello. La nueva generaci¨®n siempre ha tenido la droga alrededor. En los a?os 20, los escritores escrib¨ªan sobre el alcohol; en mi generaci¨®n lo hacemos sobre la droga. Hemos crecido con rock, drogas y televisi¨®n, y esto marca a una generaci¨®n. Quiz¨¢s en Historia de mi vida los personajes son m¨¢s extremos que los que existen en realidad, pero los extremos te muestran lo que hay en el medio. En cuanto a lo del tel¨¦fono, es cierto que mis personajes se comunican m¨¢s por tel¨¦fono que en persona. El tel¨¦fono es una forma de no comunicaci¨®n t¨ªpica de Nueva York..., en este libro hay sexo, drogas y tel¨¦f¨®no".
Retrocediendo en el tiempo, Jay Mclnerney valora muy especialmente Ransom. "Es mi libro m¨¢s personal y tambi¨¦n el m¨¢s tradicional", dice. "Creo que pertenece m¨¢s a finales de los setenta que a los ochenta y, de hecho, es el primer libro que tuve en la cabeza. Pens¨¦ en escribirlo antes de Luces de ne¨®n. Ransom tiene m¨¢s estructura, m¨¢s trama. Mi nuevo libro ser¨¢ m¨¢s como Ransom".
Hay un tema que preocupa a Mclnerney: el rechazo de un sector de la cr¨ªtica y las distintas etiquetas que le cuelgan. Primero form¨® parte de los llamados despectivamente night club writers y despu¨¦s brat pack writers (ni?os mimados). "Son etiquetas est¨²pidas", opina. "En mis libros, s¨®lo el tres por ciento de la acci¨®n transcurre en los night clubs y sin embargo me han colgado esta etiqueta. En Luces de ne¨®n, la mayor parte de la acci¨®n pasa en una revista y, sin embargo, no se les ha ocurrido llamarme escritor de revistas. Parece que para los cr¨ªticos los clubes nocturnos son algo despreciable, pero los clubes existen. Es m¨¢s, los clubes son fen¨®menos significativos de la vida urbana de los ochenta".
Sobre sus seguidores -los calificados como autores de novelas de juventud urbana-, opina: "No era mi intenci¨®n, pero me gusta que me imiten. Hace diez a?os, dec¨ªan que la novela estaba muerta y ahora hay muchos escritores j¨®venes. En los setenta no exist¨ªan. Ahora s¨ª. Cuando escrib¨ª Luces de ne¨®n los editores no quer¨ªan publicar cosas nuevas y ahora van locos busc¨¢ndolas."
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