El tostador
En el fondo de su coraz¨®n todos los profetas est¨¢n deseando que se cumplan las cat¨¢strofes que han vaticinado. Sucede lo mismo con los moralistas, los cuales comen caliente gracias al pecado que tratan de combatir. Los te¨®logos retuercen la vida hasta so meterla a la estructura del dogma, y no les importa que el mundo se hunda con tal de salvar un silogismo, cuya l¨®gica no se diferencia del orgullo. Vestidos con una piel de cabra, los profetas se excitan anunciando nuevas calamidades; los moralistas, de gris marengo, acrecientan la palidez de su rostro reflej¨¢ndose en el pozo donde algunas almas habitan; los te¨®logos, con cuernos de oro, asientan su prestigio en el silencio de Dios o en el hecho de que nadie haya regresado nunca del otro lado de la tapia para contarnos la fiesta que all¨ª se celebra o el horror que arde. Si alguien quiere comprar un tostador de pan, va a unos grandes almacenes y el encargado de la secci¨®n de electrodom¨¦sticos le muestra el cacharro, lo desmonta ante sus ojos, hace una demostraci¨®n con ¨¦l, entrega la garant¨ªa al cliente, ¨¦ste lo abona en caja y all¨ª le dan un recibo. Durante varios milenios los profetas, los moralistas y los te¨®logos han conseguido vender toda suerte de culpas y cataclismos en la Tierra, seguidos del infierno o el para¨ªso en el m¨¢s all¨¢, incluyendo al propio Dios, con menos garant¨ªa que cualquiera exigir¨ªa a la hora de adquirir un exprimidor de zumos, un simple tostador o un lavaplatos. Sobre un mar de mendigos ver¨¢s a un pont¨ªfice fara¨®nico predicando la ciega reproducci¨®n de la especie bajo la amenaza del fuego eterno; en todas las pantallas los nuevos profetas disfrazados de analistas seguir¨¢n presagiando m¨¢s desgracias, sin acertar una sola; desde inciertas madrigueras unos seres p¨¢lidos y feroces tratar¨¢n de que te creas culpable siempre, junto al resplandor del l¨¢tigo. No con sientas que esta gente te venda la gloria o el castigo, la culpa y la inmortalidad sin que te haga previamente una demostraci¨®n como cuando vas a comprar un tostador de pan. Pide la garant¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.