'Terra inc¨®gnita'
La puesta en marcha del Acta ¨²nica Europea supone un nuevo reto de liberalizaci¨®n para la econom¨ªa espa?ola. El sector agrario se enfrentar¨¢ a nuevos procesos de ajuste. El autor considera que las ¨²ltimas protestas agrarias tratan de mantener al campo en el pasado, obligando a jugar al Estado un papel tutelar que debe rechazarse. Adem¨¢s, la liberalizaci¨®n anterior ha servido para que las rentas agrarias aumentaran en Espa?a por encima de la CE.
En determinados momentos de la historia de las colectividades sociales, el azar y la necesidad coinciden, los acontecimientos se precipitan y se crean las condiciones para dar un gran salto hacia adelante, en t¨¦rminos de desarrollo econ¨®mico y de bienestar social.Es un momento ¨²nico de decisi¨®n. Se trata de aprovechar una coyuntura que quiz¨¢ nunca volver¨¢, o, por el contrario, asustados ante la magnitud del evento, dejarse dominar por el v¨¦rtigo y aspirar a retornar al regazo seguro del casino provinciano y a la poderosa protecci¨®n del padre. Y el Estado aparece como el padre c¨®smico de todas las sociedades pol¨ªticamente vertebradas.
Esas tendencias involutivas no afectan uniformemente a todo el cuerpo social. Se dan especialmente en sectores econ¨®micos atrasados, de antigua industrializaci¨®n, o que no han renovado a tiempo su capital humano, singularmente el directivo. o en aquellos otros, como el agrario, donde las ideolog¨ªas de derecha gozan tradicionalmente de una mayor presencia e incidencia, situaci¨®n que es compatible, como es el caso de Espa?a, con una influencia pol¨ªtica decreciente, a la vista de los sucesivos resultados electorales.
Umbral del siglo XXI
Los agricultores y ganaderos de este pa¨ªs, y el sistema agroalimentario en su conjunto, han tenido un comportamiento admirable ante el proceso de aceleraci¨®n hist¨®rica que les ha tocado vivir. Haciendo o¨ªdos sordos a quienes les predicaban cat¨¢strofes sin cuento como consecuencia del ingreso de Espa?a en la Comunidad Europea, los agricultores fueron capaces de pasar durante los ¨²ltimos ocho a?os, en t¨¦rminos de tiempo hist¨®rico, de la primera mitad del siglo XX -la Ley del Trigo, todav¨ªa vigente en 1983, era de 1937- al umbral del siglo XXI.
Sin negar la existencia de problemas, y asumiendo la cuota de errores que toda acci¨®n de gobierno conlleva, las estad¨ªsticas revelan una realidad agroalimentaria en creciente progreso, medida en t¨¦rminos econ¨®micos y de rentas, durante los ¨²ltimos a?os. M¨¢s a¨²n, esos indicadores superan la media comunitaria, con el corolario de que hemos mejorado nuestra relaci¨®n de productividad y renta en el contexto de la CE.
Ci?¨¦ndonos al subsistema agrario, la producci¨®n final ha crecido en t¨¦rminos reales acumulativos a un ritmo medio del 1,6% anual entre 1982 y 1986 y el 2,4% durante el periodo 1986-1989, mientras que la CE a once presenta unos datos del 1,1% y del -0,7%. para id¨¦nticos periodos.
La renta por activo agrario ha pasado de incrementarse el 2,4% anual acumulativo entre 1982 y 1986 al 5,5% entre 1986 y 1989, frente a un crecimiento de la CE a once del -0,5% para el primer periodo y del 3,4% para el segundo. Exceptuando Irlanda, Espa?a es el pa¨ªs de la CE que ha tenido los mayores incrementos de renta por activo agrario durante los ¨²ltimos seis a?os.
Hoy nos encontramos -raro privilegio generacional el haber vivido tantos momentos estelares- a las puertas de una nueva aceleraci¨®n hist¨®rica: la construcci¨®n del mercado ¨²nico europeo a partir de 1992.
Esa perspectiva va a exigir un esfuerzo adicional de adaptaci¨®n a los agentes econ¨®micos y sociales, y resulta inevitable que ante el nuevo horizonte de libertad -que entre nosotros, aqu¨ª y ahora, es sin¨®nimo de necesidad- determinadas empresas e incluso sectores productivos enteros vacilen y muestren a?oranza por el viejo ¨²tero estatal ultraproteccionista: el BOE como or¨¢culo resolutor de las dudas empresariales, la subvenci¨®n m¨¢s o menos indiscriminada y el cierre del mercado a la competencia exterior. Sabiendo, en ¨²ltima instancia, que la vuelta atr¨¢s es imposible, demandan un suced¨¢neo de distinta variedad, aunque de la misma especie: la instrumentaci¨®n de generosos planes de reconversi¨®n por cuenta de los presupuestos p¨²blicos.
Progreso
Las llamadas a la movilizaci¨®n que tienen lugar en el sector agrario durante los ¨²ltimos tiempos -en el contexto de la convocatoria realizada por el COPA en toda la Comunidad Europea- responden en gran medida a la precedente matriz explicativa, al margen de la honestidad o malicia de sus promotores oficiales, portavoces oficiosos y la orla de pol¨ªticos sin camuflaje que escoltan, cuando no preceden, la movida.
Es evidente que el progreso global del sector durante los ¨²ltimos a?os no ha sido ni puede ser uniforme; l¨®gico en unas producciones sujetas a la climatolog¨ªa y donde coexiste una ampl¨ªsima tipolog¨ªa de unidades productivas. Determinadas explotaciones necesitan mejorar su estructura y capitalizaci¨®n para ser competitivas, e incluso una ayuda directa a las rentas para poder mantenerse en el mercado mientras decidan permanecer en ¨¦l.
El Gobierno espa?ol es consciente, y adalid, de la necesidad de instrumentar una pol¨ªtica de sostenimiento directo de las rentas de determinados colectivos de agricultores. Esa necesidad, cuya reflexi¨®n te¨®rica se contiene en el documento El futuro del mundo rural, ha conducido a la expansi¨®n de programas de esa naturaleza durante los ¨²ltimos a?os. A la Indemnizaci¨®n Compensatoria para Zonas Desfavorecidas han venido a unirse ayudas directas para peque?os productores de cereales, oleaginosas, proteaginosas, algod¨®n y olivar, adem¨¢s de la conversi¨®n de hecho de determinadas ayudas de mercado en pol¨ªticas de sostenimiento de rentas, como es el caso de las primas del ovino y el caprino, o de la vaca nodriza en peque?as explotaciones l¨¢ceas, recientemente aprobadas.
Parecer¨ªa razonable que las organizaciones profesionales agrarias, singularmente aquellas que se reclaman de izquierda y pretenden defender la peqe?a y mediana explotaci¨®n familiar, solicitasen de la Administraci¨®n espa?ola un esfuerzo adicional en esa direcci¨®n. Resulta desolador comprobar que esa reorientaci¨®n no ha tenido lugar todav¨ªa y se ha optado por asumir la visi¨®n reivindicativa de la derecha: la utilizaci¨®n del campo como paraguas sociol¨®gico de intereses particulares; el catastrofismo como mensaje, y la descalificaci¨®n, global y sin matices, de las pol¨ªticas agrarias espa?ola y comunitaria.
La sociedad espa?ola se encuentra a las puertas de un nuevo salto colectivo hacia cotas m¨¢s altas de bienestar y progreso. Es el momento de acumular fuerzas y tensar voluntades, no de vender miedo, inseguridad y desesperanza, de forma que se aprovechen al m¨¢ximo las nuevas perspectivas que se abren a nuestra econom¨ªa.
Nuevos retos
A la Administraci¨®n cabe exigirle acierto en las pol¨ªticas a seguir, y sobre todo un esfuerzo permanente de informaci¨®n y di¨¢logo con los distintos sectores afectados, de forma que se disipe cualquier duda acerca de lo que nos depara el porvenir.
El pasado nos invita a ser optimistas. Siempre que la econom¨ªa espa?ola se ha encontrado ante un nuevo reto desregulador ha sabido dar la talla, ocupando de forma creadora los nuevos espacios de libertad que se abr¨ªan ante ella, y el sector agrario no ha sido excepci¨®n a ese proceso; antes al contrario, ha sabido figurar en su vanguardia.
A la libertad, inclusive la econ¨®mica, nunca hay que tenerle miedo.
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