La fiesta pobre de Las Ventas
Desde hace 40 a?os, el carnicero Jos¨¦ D¨ªaz compra los toros que se lidian en la plaza
Son las nueve de la noche. En los tendidos y palcos resuenan los v¨ªtores del p¨²blico asistente a la fiesta principal de la plaza de Las Ventas. En el callej¨®n de arrastre, otro espect¨¢culo empieza. Las mulillas, casi al galope, llevan al ¨²ltimo toro de la tarde, sin los trofeos de sus orejas, a este otro matadero donde aguardan hombres sin trajes de luces, hachas, cuchillos y manguera en mano. Entre faena y faena, han contado con 20 minutos escasos para descuartizar cada ejemplar. Ahora comienza el despiece del toro: la fiesta pobre de Las Ventas.
Se abren las puertas y la afici¨®n se agolpa en corro ante el espect¨¢culo: salta un cuerno a golpe de hacha, un cuchillo entra en el vientre del animal y, a¨²n palpitantes, brotan sus v¨ªsceras, mientras un r¨ªo de sangre corre hacia la alcantarilla ante la mirada at¨®nita de los espectadores.En el tendido se transmite un eco monosil¨¢bico, expresivo, elocuente, r¨¦plica exacta de los v¨ªtores de entonces: "Vaya cornamenta...", "Uggg. ?Qu¨¦ asco ... !", "Vaya par de...", "Mira, mira, mira, mira...", "Ohhh, qu¨¦ horror...".
Clientela fija y fiel
La venta de carne de toro de lidia parte de la compra del animal vivo por parte del carnicero al empresario en p¨²blica subasta anual. Jos¨¦ D¨ªaz, El Cordob¨¦s, lleva desde 40 a?os adjudic¨¢ndose el concurso, y con otros dos carniceros se reparte la venta de la carne de Las Ventas. Su clientela es fija y fiel, seg¨²n se puede comprobar en su carnicer¨ªa del mercado de Torrijos, en el barrio de Salamanca.?Causa efectos nocivos el consumo de este tipo de carne? El se?or Cumbre?o, responsable del departamento de productos c¨¢rnicos del Ministerio de Sanidad, asegura categ¨®ricamente que no. "Su particular color cardenal es debido a la transformaci¨®n que sufre la glucosa en gluc¨®geno durante el ejercicio de la faena. Desde este punto de vista", a?ade Curribre?o, "ser¨ªa tan nociva esta carne como la de las piezas de caza sometidas al mismo acoso .
Ana Laudete, del departamento de veterinaria del Ayuntamiento de Madrid, es de la misma opini¨®n, y adem¨¢s informa de que las piezas, antes de salir de la plaza, son sometidas a controles sanitarios.
Los clientes de El Cordob¨¦s eligen el producto primero por el precio: el lomo, la babilla, la aguja, el solomillo, la carne picada se ajustan a todos los presupuestos, pero tambi¨¦n valoran su sabor, su textura, y hasta creen encontrarle cualidades nutritivas particulares. "El toro est¨¢ criao en pleno campo, a la intemperie; esto es lo mej¨®", dice El Cordob¨¦s . ?l atiende la carne; de las extremidades y de las v¨ªsceras se encarga el casquero, y de la piel se ocupa Garcipiel, de A?over de Tajo (Toledo), destin¨¢ndola a derivados del calzado, alfombras y tresillos. El ganadero se cuida de marcar al toro en partes concretas de su anatom¨ªa para obtener el m¨¢ximo beneficio de su piel.
Arte en el espect¨¢culo
A las 21.20, seis toros de un peso aprox¨ªmado de 500 kilos cada uno cuelgan desmembrados de los ganchos del matadero. El ingl¨¦s Francis Bacon, en una serie expresionista e impresionante de su pintura, inmortaliz¨® la misma imagen. Es que entre la naturaleza y la fuerza, entre el pasodoble y la banderilla, entre el aplauso y la sangre, surge el arte que retrata parad¨®jicamente el espect¨¢culo.Sobrecoge el ejemplar desmembrado. En la pr¨®xima corrida irrumpir¨¢ el toro lleno de potencia que menguar¨¢ el picador, restar¨¢ el banderillero y al cambio de tercio doblegar¨¢ el matador... De nuevo las mulillas, pobremente enjaezadas con banderas espa?olas por sillera y crines de cascabeles y pasamaner¨ªa, saldr¨¢n al ruedo a golpes de cascabel entre los v¨ªtores de la afici¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.