La fuerza de la raz¨®n

Ha sido necesario el brutal asesinato de seis jesuitas en El Salvador para que buena parte de la opini¨®n p¨²blica mundial apreciara el valor ejemplar de una modesta universidad del Tercer Mundo. Que las grandes universidades del Primer Mundo generan conocimientos est¨¢ tan fuera de duda como el servilismo con que las dem¨¢s tienen que reproducir sus conocimientos, modas, debates y autores. La Universidad Centroamericana de San Salvador es una excepci¨®n a la regla: de poco le serv¨ªan las verdades del Primer Mundo si se segu¨ªa jugando a la separaci¨®n de saberes entre la ciencia y la ¨¦tica, entre las ¨¦l¨ªtes y el pueblo. Hicieron una universidad al servicio de la sociedad y por eso eval¨²an los alumnos a los profesores as¨ª: ?Es sensible el profesor a la realidad nacional?Tampoco quer¨ªan reproducir los saberes aprendidos en USA o Alemania. Se arriesgaron a pensar por su cuenta Poniendo al servicio de las preguntas salvadore?as el caudal de los conocimientos aprendidos fuera. Y as¨ª surgi¨® uno de los movimientos intelectuales m¨¢s fecundos, la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, que no es un devocionarlo revolucionario sino pensamiento pol¨ªtico.

La sangre con la que la UCA ha sellado la novedad y peligrosidad de su tarea no deber¨ªa ser raz¨®n para mitificarla. A¨²n hay zonas oscuras en la relaci¨®n entre religi¨®n y pol¨ªtica, alguna confusi¨®n entre radicalidad y radicalismo y sonoras ausencias en el pensamiento liberador (la teolog¨ªa espa?ola del siglo XVI) como para no seguir pensando en esta guerra sin cuartel que la universidad Jos¨¦ Sime¨®n Ca?as hab¨ªa declarado a la sinraz¨®n de la fuerza.