La expulsi¨®n de la bestia triunfante
Nuestra civilizaci¨®n se resquebraja, se pierden los valores fundamentales, la libertad est¨¢ en peligro, la sociedad amenazada, y no nos damos cuenta. Se est¨¢ dise?ando la educaci¨®n del siglo XXI, y se est¨¢ haciendo sin tener en cuenta los valores que han configurado nuestra tradici¨®n, y eso sucede en lo que ha sido hasta hace poco la "reserva espiritual de Occidente". Menos mal que nuestros obispos han tenido el coraje suficiente para denunciar valientemente una situaci¨®n grave.El problema viene de que ahora no va a ser obligatorio que los escolares asistan a clases de ¨¦tica, si no optan por recibir clases de religi¨®n. La situaci¨®n ya era mala, pero ahora se pone peor. Y naturalmente la Iglesia se preocupa, con justa raz¨®n, porque esto conduce a la destrucci¨®n de los valores de la civilizaci¨®n occidental. Si unos ni?os pueden optar por irse a jugar al patio, o a su casa, mientras otros se convierten en guardianes del Tabern¨¢culo, aqu¨¦llos est¨¢n en clara inferioridad, cosa que la Iglesia no puede permitir. Aunque ellos, o sus padres, no son conscientes de lo que se juegan, la Iglesia est¨¢ ah¨ª para defenderlos de su propia molicie.
No debemos olvidar que la Iglesia tiene toda la raz¨®n para alzarse en defensa de la libertad, como hacen ahora los obispos, aunque lo olvidaran moment¨¢neamente cuando Franco inici¨® su cruzada, quiz¨¢ porque entonces la libertad no corr¨ªa peligro. Durante siglos nos ha dicho lo que deb¨ªamos hacer, y el que no estaba de acuerdo era quemado vivo, pero por su propio bien, s¨®lo para que se purificara de los pecados. Y as¨ª se defend¨ªa la libertad. Quiz¨¢ por eso fue lapidada Hipatia, la m¨¢s famosa matem¨¢tica de la antig¨¹edad, a manos de hordas cristianas, que le arrancaron la carne de los huesos con conchas afiladas, en una acci¨®n tras la que los contempor¨¢neos vieron la larga mano de san Cirilo. Poco antes hab¨ªan quemado los 100.000 vol¨²menes del templo de Serapis, lo que quedaba del esplendor de las bibliotecas de Alejandr¨ªa, que hoy la Unesco quiere refundar.
Claro que en la escuela ahora se dice que se ense?a ciencia, mientras que antes se ense?aba, ante todo, la doctrina correcta. La ciencia est¨¢ plagada de errores, no hay m¨¢s que ver c¨®mo se modifican las teor¨ªas cient¨ªficas, mientras que la doctrina de la Iglesia es eterna, aunque se hayan introducido algunos retoques, como lo de la virginidad de Mar¨ªa, o lo del celibato. La ciencia adem¨¢s nos aleja de Dios, y por eso la Iglesia persigui¨® durante la Edad Media a los pocos monjes que se atrevieron a pensar. Por pensar, Roger Bacon o Guillermo de Occam corrieron graves riesgos, que obligaron a la Iglesia a intervenir, tratando de impedir, por medios vigorosos, que siguieran haci¨¦ndolo. En la Edad Moderna la cosa se puso peor. La "funesta man¨ªa de pensar", que siglos m¨¢s tarde la Universidad de Cervera trat¨® de alejar de nosotros, se extendi¨® de manera peligrosa. Cop¨¦rnico tuvo la absurda ocurrencia de proclamar que la Tierra no estaba en el centro del universo y que giraba alrededor del Sol. Esper¨® muchos a?os para publicar cosa tan disparatada y se muri¨® el mismo d¨ªa en que su libro apareci¨®. Eso posiblemente le llev¨® al infierno, pero evit¨® que le quemaran. Galileo tambi¨¦n se empe?¨® en defender que la Tierra se mov¨ªa, y la Iglesia, siempre caritativa con las ovejas descarriadas, s¨®lo le prohibi¨® que siguiera estudiando y no le quem¨®, a pesar de que sus pecados eran muchos y muy grandes. Porque adem¨¢s del dislate anterior pretendi¨® que J¨²piter ten¨ªa sat¨¦lites, cosa que no ven¨ªa en la Biblia, y que incluso los ve¨ªa con un catalejo que construy¨®, por el que prudentemente varios prelados se negaron a mirar, para evitar los enga?os de Satan¨¢s.
Giordano Bruno tuvo aparentemente peor suerte, porque a ¨¦l s¨ª le quemaron. Defendi¨® la tolerancia y que cada cual pudiera expresar sus ideas, y hab¨ªa sostenido que pod¨ªa haber muchos mundos habitados, junto con otras herej¨ªas, e incluso escribi¨® un libro titulado La expulsi¨®n de la bestia tiunfante, y el Papa se sinti¨® aludido. Posiblemente quemarle vivo s¨®lo fue un acto de amor, para que se fuera acostumbrado al infierno antes de llegar. Otros muchos fueron quemados, naturalmente siempre en defensa de la libertad y para salvaguardar nuestra civilizaci¨®n.
Desgraciadamente, la Tierra se empe?¨® en girar alrededor del Sol y la Iglesia, prudente y precavida, apenas tard¨® tres siglos en aceptar que pod¨ªa ser as¨ª. Darwin tuvo la absurda idea de que los seres vivos hab¨ªan ido trasform¨¢ndose y que Dios no los hab¨ªa creado uno a uno. Adem¨¢s cre¨ªa que la historia de la Tierra hab¨ªa durado mucho m¨¢s que los pocos miles de a?os que se desprend¨ªan del relato de la Biblia. En esta ¨¦poca ya se estaba perdiendo la costumbre de quemar a la gente, y ni lo intentaron, a pesar de que sus ideas eran claramente disolventes. La Iglesia, las iglesias, se limitaron a hacerle la vida imposible, tratando de extirpar teor¨ªas tan antinaturales. En algunos pa¨ªses el veto ha sido muy eficaz, pues al que escribe estas l¨ªneas no le ense?aron la doctrina darwinista ni en la escuela ni en la universidad.
As¨ª pues, la Iglesia tiene todos los t¨ªtulos para defender la libertad, que naturalmente no debe confundirse con el libertinaje, como muchos de nosotros aprendimos bajo un r¨¦gimen pol¨ªtico en el se dec¨ªa que la cruz y la espada eran una misma cosa.
La Iglesia hab¨ªa descubierto desde sus or¨ªgenes la predicaci¨®n, un gran hallazgo que era desconocido en la antig¨¹edad grecorromana. La verdad debe ser implantada, incluso por la fuerza. ?C¨®mo podemos dejar que la gente siga en el error, cuando se sabe cu¨¢l es al verdad? Por ello todo cristiano tiene la obligaci¨®n de difundirla, gracias a lo cual se pudo convertir a los indios, y hoy hay millones de cristianos felices y florecientes en Iberoam¨¦rica.
Pero el error parece que tiene mucho atractivo y echa ra¨ªces en las conciencias poco preparadas. Quiz¨¢ por esto, por molicie y por abandono, se ha terminado aceptando que la Tierra gira alrededor del Sol, que se form¨® hace millones de a?os, que la evoluci¨®n existe, y otras ideas que en su momento fueron adecuadamente combatidas por los sucesores de Pedro. Y tambi¨¦n es que se quema poco, se ha ido perdiendo una pr¨¢ctica que tanto ha contribuido a fortalecer la fe, y ya vemos las consecuencias.
Sin embargo, aunque se utilicen otros m¨¦todos m¨¢s suaves, y desde luego menos eficaces, no se puede ceder en las cosas esenciales. Algunos piensan que la ¨¦tica, la moral, s¨®lo se puede aprender practic¨¢ndola, y haciendo que penetre en todas las actividades escolares, unido a la reflexi¨®n y la discusi¨®n racional. Pero eso puede llevar a terribles desviaciones de la doctrina correcta. Lo adecuado es ponerla como asignatura, y grabar a fuego en las tiernas conciencias qu¨¦ es lo bueno y qu¨¦ es lo malo, antes de que se descarr¨ªen. Lo mismo que hay que hacer con la religi¨®n. Los elegidos deben asistir a religi¨®n, que desde luego ya no es lo que era, con tanto cura moderno. Y la religi¨®n tiene que ofrecerse en todos los centros escolares obligatoriamente, para eso tenemos Concordato. Algunos herejes se atreven a pensar que adem¨¢s de religi¨®n se podr¨ªa ofrecer quiromancia, ocultismo, o comunicaci¨®n con extraterrestres, cosas en las que tambi¨¦n hay mucha gente que cree, pero posiblemente est¨¢n inspirados por el demonio. Los no elegidos, ya que no se les obliga a estudiar religi¨®n, por lo menos deber¨ªan ser sometidos a una ense?anza de la Verdad en versi¨®n light, en clases de ¨¦tica. Porque si se les deja a su aire, jugando o en casa, pueden desviarse y pensar por s¨ª mismos, lo que probablemente les conducir¨¢ al error, y tarde o temprano al infierno, que, como todo el mundo sabe, est¨¢ en el centro de la Tierra, aunque algunos incr¨¦dulos se resistan a admitirlo.
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