La T¨ªa Julia sin el Escribidor
"Todos los escritores utilizan su vida como material de trabajo", dice Mario Vargas Llosa
La T¨ªa Julia y el Escribidor, personajes de la novela que el escritor peruano Mario Vargas Llosa public¨® en 1977, viven en la ciudad boliviana de La Paz y han reaccionado de forma diversa a su condici¨®n de inspiradores del novelista. Julia Urquidi, de 64 a?os, primera esposa de Vargas Llosa, trabaja como jefa de protocolo en la alcald¨ªa de La Paz, ha asumido el papel de T¨ªa Julia y se esfuerza por olvidar rencores del pasado. Ra¨²l Salm¨®n, de 68 a?os, ex alcalde de La Paz, propietario de una emisora de radio y autor, se resiste a reconocer que ¨¦l sea Pedro Camacho, el Escribidor.
El pasado 6 de abril, cuando faltaban 36 horas para la primera vuelta de la elecci¨®n presidencial en Per¨², Vargas Llosa dec¨ªa en su casa de Lima al enviado de este peri¨®dico: "Yo creo que todos los escritores, lo quieran o no, lo sepan o no, utilizan su ex periencia vital como material de trabajo. Creo que algunos lo hacen conscientemente, otros de una manera inconsciente, creo que todos velan, disfrazan ese material de base, sobre el que trabaja la imaginaci¨®n. Ahora, en mi caso, yo creo que eso ha sido usado mucho m¨¢s conscientemente, pero siempre como un punto de partida. Creo que en todas las novelas, incluso en las m¨¢s expl¨ªcitamente autoblogr¨¢ficas, siempre hay un elemento de invenci¨®n y de imaginaci¨®n que prevalece sobre lo puramente biogr¨¢fico". Reconoce Vargas Llosa la presencia mayor de elementos autobiogr¨¢ficos en sus novelas La ciudad y los perros, La t¨ªa Julia y el escribidor y Conversaci¨®n en la catedral, pero a?ade: "Incluso hasta en una novela como La guerra del fin del mundo, creo que hay mucho de experiencia vivida, por lo menos de angustias, de preocupaciones, que tienen que ver con algo muy ¨ªntimo y muy personal. Yo creo que no podr¨ªa escribir como una mera actividad intelectual. Todas mis historias han tenido siempre ese punto de partida: una experiencia personal que de alguna manera me ha remecido y que se ha convertido en una especie de obsesi¨®n, algo que vue ve constantemente".Una boliviana
En su novela La t¨ªa Julia y el escribidor, Vargas Llosa narra sus peripecias de estudiante de Derecho en Lima a sus 18 a?os, periodista en Radio Panamericana, y su ins¨®lita boda con Julia Urquidi, una boliviana divorciada 10 a?os mayor que ¨¦l. Julia era hermana de Olga, la esposa de su t¨ªo Lucho. Con el tiempo Olga y Lucho se convirtieron en suegros de Vargas Llosa, cuando el autor se cas¨® con su prima carnal, Patricia Llosa, su actual esposa y madre de los tres hijos del matrimonio. En la novela el personaje central es Pedro Camacho, el Escribidor, un boliviano que llega a Lima y se convierte en una m¨¢quina de producir radioteatros (seriales). Vargas Llosa intercala en su novela de forma alternativa cap¨ªtulos autobiogr¨¢ficos con otros en los que f¨¢bula historias prodigiosas.
En la alcald¨ªa de La Paz, la T¨ªa Julia, primera mujer de Vargas Llosa, destinataria de la dedicatoria de la novela, "a Julia Urquidi Illanes, a quien tanto debemos yo y esta novela", se dedica en la actualidad a dirigir las audiencias del alcalde. En 1983, public¨® en una editorial boliviana Lo que Varguitas no dijo. Se trata de un documento subjetivo, desde la perspectiva de una mujer abandonada, que se sinti¨® enga?ada y agraviada. Vargas Llosa se separ¨® de la t¨ªa Julia en 1964, tras nueve a?os de matrimonio, para casarse con su actual mujer, Patricia.
Despu¨¦s de su ruptura con el escritor, Juba se refugi¨® en la casa de sus padres, en su Cochabamba natal, en Bolivia. Por medio de una relaci¨®n familiar, Julia empez¨® a trabajar como secretaria privada de la esposa del general Ren¨¦ Barrientos, vicepresidente de Bolivia. Cuando Barrientos gan¨® las elecciones, sigui¨® Julia como secretaria de la primera dama.
Recuerda ahora Julia que en 1963 Celia Guevara, la madre del Che, hab¨ªa vivido varias semanas en la casa de Vargas Llosa en Par¨ªs. Rememora Julia las discusiones parisienses de la madre del Che con algunos j¨®venes peruanos, entusiasmados con la idea de imitar la revoluci¨®n cubana. Celia Guevara trataba de convencerlos de que "Per¨² no era Cuba y las condiciones no eran las tnismas".
Durante un almuerzo en La Paz con el enviado de este peri¨®dico, Julia evoca la figura de Celia Guevara y comenta: "Si le hubiera dicho a su hijo lo que dec¨ªa a los j¨®venes peruanos en nuestra casa de Par¨ªs y le hubiera hecho caso...". En su libro Julia escribe: "El exterminio de aquellos muchachos nos afectar¨ªa much¨ªsimo. En particular a Mario".
Intent¨® Julia buscar la felicidad en una tercera tentativa matrimonial. "Me cas¨¦ de nuevo alg¨²n tiempo despu¨¦s. Fue un matrimonio que nunca debi¨® celebrarse". Con la llegada al poder, en 1970, del general progresista Juan Jos¨¦ Torres, Julia se fue a vivir a Lima. En la capital peruana Julia trabaj¨® en la Junta del Acuerdo de Cartagena. Con la toma del poder por el general Hugo Banzer en Bolivia, Julia regres¨® a su pa¨ªs y pas¨® a ser, por segunda vez, secretaria de la primera dama de Bolivia. En su libro, evoca con afecto los d¨ªas al lado de la esposa de Banzer.
Los derechos
Desde entonces Julia ha trabajado en la empresa estatal Yacimientos Petrol¨ªferos Fiscales Bolivianos y ahora en la alcald¨ªa de La Paz. Al separarse, Vargas Llosa cedi¨® a Juba los derechos de su primera novela, La ciudad y los perros, que naci¨® durante los a?os que dur¨® el matrimonio. Se lamenta hoy t¨ªa Julia de que Vargas Llosa, irritado por la publicaci¨®n de Lo que Varguitas no dijo, le haya retirado la donaci¨®n de los derechos de La ciudad y los perros.
La publicaci¨®n del libro de Julia indign¨® a Vargas Llosa. En una entrevista a Cambio 16, el novelista dijo del libro de su ex mujer: "Es un libro que yo no he le¨ªdo. Comenc¨¦ a hojearlo y me di cuenta de que era puramente chismogr¨¢fico, lleno de un tremendo rencor y de insultos contra Patricia y contra m¨ª. Entonces no pude leerlo, no quise leerlo y, desde luego, jam¨¢s lo pienso leer".
La aparici¨®n de la novela no indign¨® a Julia, que incluso escribi¨® una carta a Vargas Llosa en la que alababa su trabajo. Lo que no pudo soportar Julia fue la versi¨®n que present¨® de la obra una telenovela. Todav¨ªa se indigna Julia y dice: "Aparec¨ªa como una divorciada seductora que iba a seducir a un jovencito".
Conocer¨¢n al escritor
Sobre la actividad actual de Vargas Llosa Julia no quiere manifestarse y resume: "Yo conoc¨ª al escritor y no al pol¨ªtico. Me gustar¨ªa mucho m¨¢s verlo recibir el Premio Nobel que la banda presidencial. La generaci¨®n del a?o 2000 no se acordar¨¢ de qui¨¦n era presidente de Per¨², pero se conocer¨¢ al escritor". Asegura Julia que no guarda ning¨²n rencor; "?por qu¨¦? Cada uno tiene derecho a escoger su vida. Me hubiera gustado m¨¢s honestidad, porque se hubieran evitado muchos problemas y sufrimientos". Sobre su vida actual Julia dice que vive "tranquila y contenta. Trabajo bien. Tengo amigos excelentes. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede esperar al final del partido. Ya estamos jugando los descuentos". El pasado 30 de mayo Julia cumpli¨® 64 a?os, es flaca, alta y conserva los detalles que reflejan la belleza que hizo perder la cabeza a Varguitas.
... y el Escribidor
"Apareci¨® en la puerta del altillo una silueta inesperada. Era un ser peque?ito y menudo, en el l¨ªmite mismo del hombre de baja estatura y el enano, con una nariz grande y unos ojos extraordinarlamente vivos, en los que bull¨ªa algo excesivo". En estos t¨¦rminos describe Vargas Llosa en su novela a Pedro Camacho, boliviano, prol¨ªfico escribidor de seriales radiof¨®nicos, al que los due?os de Radio Panamericana de Lima contrataron para conseguir entretener a los oyentes, aumentar las cuotas de audiencia y al tiempo liberarse de los altos precios que exig¨ªan otros creadores.
Todas las pistas sobre el Escribidor conducen a Ra¨²l Salm¨®n, ex alcalde de La Paz bajo varios Gobiernos, dictaduras y democracias, y actual prop¨ªetario de la emisora Radio Nueva Am¨¦rica, donde se celebr¨® la entrevista con este peri¨®dico. De la descripci¨®n que Vargas Llosa hace de Pedro Camacho, s¨®lo la nariz delatar¨ªa a Salm¨®n como el personaje.
Salm¨®n tiene hoy el pelo blanco y, aunque declara al periodista tener 56 a?os de edad, alguna de sus obras dice que ya anda por los 68. En la ¨¦poca en que Vargas Llosa sit¨²a su novela, en 1953, Salm¨®n se encontraba efectivamente en Lima y ten¨ªa 31 a?os. Por ese tiempo Salm¨®n viv¨ªa en Lima y reconoce que escrib¨ªa radioteatros para la Panamericana, pero seria exagerado afirmar que es casi enano.
No est¨¢ dispuesto Salm¨®n a asumir as¨ª por las buenas el papel del escribidor y dice: "No hay evidencias de que yo sea el personaje. Mis gratuitos enemigos pol¨ªticos invitaron al se?or Vargas Llosa, a un costo muy alto. Lleg¨® ac¨¢, le hicieron una entre vista en televisi¨®n y ¨¦l dijo textualmente lo siguiente: Le agradezco al entrevistador que me Formule esa pregunta, porque yo no soy bi¨®grafo, ni tengo por qu¨¦ haber hecho la biograf¨ªa del sector Ra¨²l Salm¨®n. Mi estilo consiste, dijo Vargas Llosa, en recrear la an¨¦cdota y de pronto m ex mujer (se refer¨ªa a la t¨ªa Julia), entre s¨¢banas, me cont¨® de un se?or que escrib¨ªa teatro con mucha asiduidad y luego yo fui testi ,,lo de que, cuando viv¨ªa Ra¨²l Salm¨®n en Lima, escrib¨ªa unos radioteatros que le escuchaban hasta las piedras. Es evidente entonces; yo, sin ser su bi¨®grafo, no pod¨ªa sino hacer de la an¨¦cdota una recreaci¨®n, una reelaboraci¨®n. Hasta ah¨ª lo de Vargas Llosa. Por eso nunca he dado importancia a las tentaciones que hab¨ªa para que yo escriba el otro lado de la medalla de la obra redactada por Vargas Llosa. No me interesaba ni siquiera la sombra de un escandalete".
El despacho de Salm¨®n en la emisora de su propiedad est¨¢ lleno de menciones honor¨ªficas y portadas de su abundante literatura. No cabe duda de que Salm¨®n podr¨ªa haber competido, por su prol¨ªfica producci¨®n, con el mism¨ªsimo Pedro Camacho. Habla Salm¨®n con voz pausada y dicci¨®n escogida, de hombre acostumbrado a tratar con el micr¨®fono.
Bajo la capa de indiferencia oculta Salm¨®n una manifiesta animadversi¨®n hacia Vargas Llosa. ?l mismo se autointerroga: "SI usted me preguntara qu¨¦ opino de Vargas Llosa escritor y qu¨¦ opino de su participaci¨®n en pol¨ª tica, yo le responder¨ªa esto: es un reelaborador. Por ejemplo, fue el protagonista, vivi¨® en un liceo o estudi¨® en un liceo, en Lima, yescribi¨® La ciudad y los perros, donde el cap¨ªtulo sobresaliente es la vida de los jovenzuelos homosexuales del colegio donde ¨¦l estudi¨®. Un d¨ªa tuvo un rechazo sexual en una zona del Per¨² que se llama Loreto, en una casa de pecado, y la an¨¦cdota la reclabora en Las visitadoras, ?me comprende? Pero yo creo que Per¨² no requiere novelas sino un verismo extraordinario para solventar y resolver sus problemas".
Niega Salm¨®n haber conocido a Vargas Llosa en Lima: "Dice [Vargas Llosa] que ¨¦l me conoci¨® en la misma empresa donde trabajaba. Yo llegu¨¦ a Lima en un excepcional momento. Ellos se al.imentaban con novelas, libretos, que les mandaban de Cuba. Se pelearon con los de Goar Mestre y yo llegu¨¦ a Lima en ese rnomento. Naturalmente era una p:?eza valiosa para el negocio de Radio Panamericana. Me contrataron para eso y presumiblernente fui el extranjero mejor pagado en la vida de las actividades peruanas. Naturalmente, al ser el extranjero mejor pagado, ten¨ªa que concitar una serie de odios y fastidios".
Salm¨®n se muestra hoy decepcionado de la pol¨ªtica y dice que no es para los periodistas, porque ,,el periodista, cuando deja la funci¨®n p¨²blica y no es militante de un partido, es un hombre solo y todos le caen encima, los parientes y los enernigos".
Ni sapos ni culebras
Casi a punto de despedirse, dice Salm¨®n algo extra?o, en una nueva referencia a La t¨ªa Julia y el escribidor.- "La novela por s¨ª sola determina su destino y puede tener un escritor 20 obras, de las cuales alguna, por precipitado, la lleva a la imprenta. El editor generalmente quiere vivir del esc¨¢ndalo. Presumo que es la novela menos feliz de toda la producci¨®n de Vargas".
Concluye Salm¨®n que han pasado 15 a?os desde la aparici¨®n de la novela y "jam¨¢s le he dado importancia al tema. No he hecho una conferencia de prensa. No he botado sapos, ni culebras. He tomado la cosa con desaprensi¨®n, un poquito en chiste". Aunque no quiera, Salm¨®n nunca podr¨¢ quitarse de encima el estigma del Escrib¨ªdor.
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