La 'perestroika' negra
La distensi¨®n internacional empuja a las dictaduras del continente hacia el cambio
Gl¨¢snost, perestroika, revoluciones contra reg¨ªmenes corruptos, pueblos que exigen democracia... Los africanos, adictos a sus transistores, la mirada siempre atenta a Europa, sintonizan con las emisiones que les dedican las ex potencias coloniales y no pierden detalle de la batalla. El nuevo orden internacional que se cuece entre las grandes potencias dibuja una nueva geoestrategia tambi¨¦n para esta parte del mundo. Tras el ejemplo de Namibia, el multipartidismo est¨¢ sulv¨ªdo en la costa oriental y el ¨¢rea austral. Y los aut¨®cratas de la costa occidental se tambalean ante la oleada de protestas.
La ca¨ªda del tel¨®n de acero y el entendimiento entre la URSS y EE UU para lograr un nuevo orden internacional marcado por la paz han dado al traste con el contexto que convirti¨® sus sabanas en uno de los principales escenarios de la confrontaci¨®n EsteOeste. El comienzo de la retirada de las tropas cubanas de Angola el pasado a?o, la independencia de Namibia el pasado marzo, las negociaciones para el fin de la guerra civil en Angola y Mozambique, los intentos de conversaciones para Etiop¨ªa o el S¨¢hara occidental son en gran medida el resultado de este viraje internacional.Pero los acuerdos entre las grandes potencias ajenas al continente no son los ¨²nicos factores que perfilan cambios en la geoestrategia africana. El ejemplo de la perestroika sovi¨¦tica ha cundido ya en Mozambique, Angola, Benin, Congo, algunos de los pa¨ªses que en el momento de su nacimiento optaron por la importaci¨®n del modelo marxista-leninista. "?A luta continua!", el emblem¨¢tico grito de lucha de los pa¨ªses independientes negros contra el racismo y capitalismo exportador de la vecina Sur¨¢frica, sigue siendo el lema favorito de los m¨ªtines pol¨ªticos de la regi¨®n. Sin embargo, entre los pa¨ªses de la L¨ªnea del Frente contra Pretoria s¨®lo el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, se mantiene impert¨¦rrito en sus convicciones marxistas y en la creencia de que las revoluciones que se libran en los pa¨ªses del este europeo se deben a una conjura capitalista.
Fin del partido ¨²nico
La evoluci¨®n pol¨ªtica emprendida por Pretoria hacia la implantaci¨®n del principio de un hombre, un voto no ayudan a sus vecinos a mantener la tesis de la genuinidad africana del sistema de partido ¨²nico y el liderazgo autocr¨¢tico. La bestia negra, denostada por todos en los foros de la ONU y la OUA (Organizaci¨®n para la Unidad Africana) como sistema fascista, ya no lo es tanto, y corre el riesgo de dejarles en la cola de las reformas democratizadoras. Por si fuera poco, en sus fronteras ha nacido un nuevo Estado, Namibia, que el pasado noviembre dio un ejemplo sin precedentes con la celebraci¨®n pac¨ªfica de sus elecciones multipartidistas.
El deshielo internacional y los imperativos econ¨®micos tambi¨¦n estimulan el cambio de actitud hacia Sur¨¢frica, el capitalismo y el multipartidismo. La aceptaci¨®n en el pa¨ªs de otras fuerzas por parte del Gobierno angole?o de Eduardo dos Santos -que ya ha puesto en marcha la apertura al mercado capitalista- se plantea como una de las claves de la paz en Angola. A su vez, estas son las condiciones deseables para estimular las relaciones comerciales con Pretoria: el boicoteo econ¨®mico c¨®ntra el apartheid y las ayudas exteriores recibidas por los pa¨ªses del Frente no han podido borrar su dependencia econ¨®mica de Sur¨¢frica, que, de resolver su situaci¨®n interna, se perfila como la gran potencia de la zona.
Zimbabue sigue siendo la ¨²nica voz combativa en la zona austral a favor del mantenimiento del boicoteo a Sur¨¢frica: no han ca¨ªdo en saco roto las advertencias del presidente De Klerk a los l¨ªderes de la L¨ªnea del Frente para que se enganchen al tren del ¨²nico pa¨ªs subsahariano con capacidad industrial, el ¨²nico de la zona en condiciones de ayudarles ante la previsible sequ¨ªa de ayudas internacionales de sus tradicionales amigos, ahora m¨¢s preocupados por el desarrollo de los pa¨ªses del Este que por el de ?frica.
En este marco, un nuevo coloso econ¨®mico -tanto por la situaci¨®n estrat¨¦gica como por los inmensos recursos en oro, uranio y diamantes de sus integrantesest¨¢ a punto de fraguarse como resultado de la aproximaci¨®n -hace apenas un a?o ni siquiera impensable- entre Angola, Mozambique, Namibia y Sur¨¢frica.
Namibia tiene previsto compensar sus escasos recursos desempe?ando un papel de intermediario entre Sur¨¢frica y los dem¨¢s socios a los que la pol¨ªtica de fachada obliga, por el momento, a mantenerse m¨¢s distantes respecto a Pretoria.
El deshielo internacional tambi¨¦n est¨¢ favoreciendo las gestiones para la pacificaci¨®n del Cuerno de ?frica, donde Somalia, Etiop¨ªa y el sur de Sud¨¢n est¨¢n enzarzados en sendas guerras civiles que a partir de ahora dejar¨¢n de explicarse con los t¨¦rminos promarxista y antimarxista para quedarse reducidas exclusivamente a las claves de las diferencias ¨¦tnicas y religiosas o de los contenciosos territoriales como los que mantienen Etiop¨ªa y Somalia. Este ¨²ltimo, es el ¨²nico miembro de la OUA que se ha negado a firmar el principio, establecido por la carta de dicha organizaci¨®n, de la intangibilidad de las fronteras que fueron trazadas, a golpe de escuadra y cartab¨®n, por los poderes coloniales y que son el germen de contradicciones explosivas. Los Gobiernos dictatoriales que supieron manejar las luchas de las superpotencias para lograr apoyos econ¨®micos y pol¨ªticos han quedado heridos de muerte.
El 'emperador' rojo
El pasado a?o, la prensa norteamericana comenz¨® a cuestionar la cuantiosa ayuda financiera de su Gobierno a la Somalia de Siad Barre, una ayuda con la que en los a?os setenta Washington agradeci¨® la reconversi¨®n ideol¨®gica de Mogadiscio, antiguamente alineada con la URSS, pero que los nuevos tiempos, sobre todo a ra¨ªz de la brutal represi¨®n policial en las protestas del pasado a?o, aconsejan revisar.
En el bando contrario, el r¨¦gimen del emperador rojo de Etiop¨ªa, Mengistu Haile Mariam, sufre problemas similares: el apoyo de la URSS flaquea desde hace cuatro a?os. Mosc¨² ha cogido al vuelo la oportunidad para deshacerse de un protegido inc¨®modo. por el talante sanguinario de su r¨¦gimen y la imposibilidad econ¨®mica de contrarrestar sus ya end¨¦micas hambrunas.
Envuelto en una guerra civil y acosado por atentados y el avance de las guerrillas independentistas, el emperador rojo intenta ahora jugar la ¨²ltima carta de una mayor flexibilidad hacia las demandas de libertad: los cambios registrados este a?o en la RDA, bajo cuya responsabilidad se hallaban los feroces servicios de seguridad et¨ªope, han tocado de muerte al r¨¦gimen de Addls Abeba.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.