Una cumbre sin dramatismos
UNO DE los pocos anuncios concretos que Bush y Gorbachov han hecho en la conferencia de prensa que clausur¨® los cuatro d¨ªas de encuentros celebrados en la Casa Blanca y en Camp David ha sido que a partir de ahora se reunir¨¢n con cierta regularidad. En principio, una vez al a?o. Ello pone de relieve c¨®mo evoluciona el car¨¢cter de las cumbres entre los presidentes de EE UU y la URS S: ya no se trata de acontecimientos de los que parec¨ªa depender la suerte del mundo y de los que el baremo m¨¢s usual para medir las esperanzas de paz eran las sonrisas o la caras hoscas de sus protagonistas.Por encima de los puntos en los que hay coincidencia -o de los desacuerdos que permanecen- se inaugura con esta cumbre una nueva etapa hist¨®rica en la que ese tipo de reuniones se convertir¨¢ en un mecanismo menos excepcional, m¨¢s regular y razonable, en la vida internacional. Y el clima evidentemente abierto -casi cordial- que se reflej¨® en la conferencia de prensa es un s¨ªntoma positivo para esos futuros encuentros.
Los resultados obtenidos sobre el desarme, tras laboriosa preparaci¨®n en largas negociaciones, son sin duda de gran valor. Sobre todo el acuerdo sobre los principios para el tratado sobre disminuci¨®n de armas nucleares estrat¨¦gicas (START), que permitir¨¢ reducir en un 30% este tipo de armamentos. Pero tiene asimismo una enorme importancia el acuerdo sobre la reducci¨®n dr¨¢stica y la destrucci¨®n de gran parte de las armas qu¨ªmicas, que sin duda ayudar¨¢ al proceso en marcha hacia la liquidaci¨®n de ese tipo de armas a escala mundial. Agregados a los anteriores, los acuerdos sobre control de pruebas nucleares, a pesar de su car¨¢cter parcial, indican una tendencia general claramente positiva: se puede avanzar mejor en el desarme porque cada vez el peligro de guerra mundial se desvanece m¨¢s. Con los cambios hist¨®ricos en la URS S y en la Europa del Este hacia la democracia y la econom¨ªa de mercado se esfuman las razones que en otras ¨¦pocas parec¨ªan dividir al mundo en dos campos irreductiblemente enemigos. Bush ha tenido la elegancia de decir que no se trataba de ganadores o de perdedores; que el acercamiento de posiciones que se est¨¢ produciendo abre unas posibilidades de paz y estabilidad inimaginables hace unos a?os.
. Gorbachov llegaba a esta cumbre en una evidente posici¨®n de debilidad a causa de la grave situaci¨®n interior -crisis de la econom¨ªa y del abastecimiento, tendencias ce¨¢tr¨ªfugas de algunas rep¨²blicas...-, que se complic¨® a¨²n m¨¢s durante su viaje con la elecci¨®n de Bor¨ªs Yeltsin como presidente de Rusia. Pero a cambio ha recibido durante su visita satisfacciones importantes que le ayudar¨¢n cuando retorne a Mosc¨².
De la cumbre se desprende que Bush ha tomado una opci¨®n clara en apoyo a Gorbachov en un momento en que ¨¦ste sufre en la URSS cr¨ªticas y ataques crecientes. La prueba m¨¢s evidente ha sido la firma de un tratado comercial que -incluso sin la cl¨¢usula de "naci¨®n m¨¢s favorecida", que el Congreso de EE UU ha condicionado a una ley de emigraci¨®n a¨²n no votada por el Parlamento sovi¨¦tico- permitir¨¢ una intensificaci¨®n de las relaciones, lo que representa una ayuda seria para la quebrantada econom¨ªa de la URSS. Pero es adem¨¢s un gesto pol¨ªtico del presidente norteamericano: ha firmado el tratado comercial -contra lo que hab¨ªa dicho previamente- sin que Gorbachov haya hecho concesiones en el tema lituano. En un momento en que las tendencias disgregadoras en la URSS se agudizan, se comprende que Bush considere preferible para la paz y estabilidad internacionales ayudar a un Gorbachov que se esfuerza por encauzar el proceso de forma constitucional y gradual que no estimular actitudes intransigentes y desestabilizadoras. La misma actitud expresa la mayor¨ªa de los Gobiernos europeos.
El mayor punto de desacuerdo, como era inevitable teniendo en cuenta las posiciones de los dos presidentes, ha sido el de la permanencia en la OTAN de una Alemania unida. Aunque se han dedicado muchas horas a este tema, no hay un acercamiento expl¨ªcito. El problema, en todo caso, no pod¨ªa resolverse en Washington, ya que en su soluci¨®n tienen que participar otros Gobiernos, empezando por los propios alemanes. Kohl visitar¨¢ a Bush la semana que viene. Da la impresi¨®n de que se siguen buscando f¨®rmulas para evitar que el pueblo sovi¨¦tico pueda tener la sensaci¨®n de que se queda aislado y de que tiene que renunciar ahora a unas garant¨ªas de seguridad que gan¨®, a costa de gigantescos sacrificios, en la II Guerra Mundial.
Las v¨ªas de soluci¨®n que se barajan entre las posibles tienden a combinar el cambio de car¨¢cter de la OTAN con la preparaci¨®n de un nuevo sistema de seguridad paneuropeo, sobre el que tanto insiste Gorbachov. En todo caso, el desacuerdo sigue en pie. Y por ello mismo es notable el clima de respeto que se ha manifestado por parte de ambos presidentes hacia la posici¨®n del otro. Sin el dramatismo de otras cumbres. Con una actitud m¨¢s bien pragm¨¢tica, como parte de una discusi¨®n inacabada. Ello confirma el nuevo car¨¢cter que ha tenido esta cumbre, quiz¨¢ la primera de la posguerra fr¨ªa.
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