Sangre inocente
Nos hemos reunido aqu¨ª, ante todo, para expresar nuestro profundo sentimiento de tristeza, horror e indignaci¨®n y nuestras condolencias a las desconsoladas familias, as¨ª como nuestros deseos de una r¨¢pida recuperaci¨®n de los heridos. Creo que todo el pueblo de Israel, jud¨ªos y ¨¢rabes, palomas y halcones, est¨¢ unido en estos sentimientos. Excepto, quiz¨¢, los extremistas fan¨¢ticos de ambos lados, esos extremistas para los que cada gota de sangre es un buen combustible para el fuego del odio y el fanatismo.Hablemos alto y claro: la matanza de siete trabajadores ¨¢rabes en Rishon el pasado s¨¢bado 19 de mayo no fue perpetrada por el pueblo de Israel. Por otra parte, es un error total echar la culpa o atribuir la responsabilidad de la misma a nuestro Gobierno provisional, ese miserable fracaso de un Gobierno. Debemos rechazar de manera inequ¨ªvoca el malvado y demag¨®gico intento de inculpar a todo Israel o a su desastroso Gobierno, o ni siquiera a los halcones israel¨ªes, del acto llevado a cabo por el asesino rabioso de Rishon. Ese intento no es otra cosa que una peligrosa y destructiva incitaci¨®n.
El Gobierno y la derecha tienen la responsabilidad hist¨®rica de la prolongaci¨®n del ciclo de violencia y del aplazamiento del proceso de paz, proceso que puede iniciarse ahora en t¨¦rminos justos, razonables y prometedores.
Pero no hay responsables para este crimen particular.
Tambi¨¦n nos hemos reunido aqu¨ª esta noche para pedir a todos y a cada uno de los individuos de este pa¨ªs que no haya ninguna venganza, ning¨²n ojo por ojo. ?Hemos aprendido todos la cruel forma en que el odio engendra odio, la locura engendra locura, la matanza engendra matanza? Aquellos que ahora gritan "muerte a los jud¨ªos" no son mejores que aquellos que gritan "muerte a los ¨¢rabes". Cada ¨¢rabe racista es un hermano gemelo de cada jud¨ªo racista.
Pero sobre todo nos hemos reunido aqu¨ª para prometer que no descansaremos, que no permaneceremos silenciosos y que no nos daremos por vencidos hasta que Israel se ponga en marcha hacia el camino que por fin se ha abierto entre nosotros, despu¨¦s de 70 a?os de asedio: el camino de la negociaci¨®n, del compromiso y de la paz.
El tr¨¢gico statu quo entre nosotros y los palestinos, tal como existi¨® desde 1967 a 1988, fue roto por el reconocimiento impl¨ªcito que de Israel hizo la OLP. Todo el mundo sabe esto; incluso aquellos que obstinadamente se niegan a reconocerlo, a pesar de saberlo en el fondo de sus corazones. A partir de este rompimiento del statu quo, no nos es posible retroceder al esfuerzo ¨¢rabe por exterminar a Israel o a la opresi¨®n israel¨ª sobre los palestinos. Todos nosotros tenemos que intentar abrirnos paso hacia la ¨²nica soluci¨®n, la imprescindible soluci¨®n al ciclo de violencia entre nosotros y los palestinos: reconocimiento por reconocimiento, soberan¨ªa por soberan¨ªa, seguridad por seguridad, buenas relaciones de vecindad por buenas relaciones de vecindad.
Desde aqu¨ª pedimos esta noche a los ciudadanos ¨¢rabes de Israel y, realmente, a los futuros ciudadanos del Estado independiente de Palestina: a pesar de todo el dolor y la ira que haya en vuestros corazones, pensad, por el amor de Dios, en el futuro, no en el pasado; en lo sagrado de la vida, no en los ritos de la muerte. S¨ª: moderaci¨®n.
Desde hace ahora docenas de a?os hemos venido pidiendo a nuestro propio pueblo que ejercite la moderaci¨®n, que ponga la visi¨®n del futuro sobre los horrores del pasado. Lo hemos hecho as¨ª despu¨¦s de todas y cada una de las matanzas de jud¨ªos por los ¨¢rabes, desde Hebr¨®n, en 1929, a M¨²nich, en 1972, y a Ras-Burka, en 1987. Incluso en medio de los fuegos emocionales que los fan¨¢ticos de ambos lados est¨¢n intentando ahora avivar, estamos obligados -todos nosotros, jud¨ªos y ¨¢rabes- a recordar que llegar¨¢ el d¨ªa, y no en un futuro muy distante, en que nuestros dos pueblos vivan como naciones iguales, orgullosas y libres, uno al lado del otro en esta amada tierra patria. La bandera que ustedes han estado tratando en vano de pisotear y la que nosotros hemos estado intentando derribar desde cada tejado de Cisjordania y de Gaza pronto ondear¨¢n una al lado de la otra, movidas por la misma brisa.
Pero no me corresponde a m¨ª, aqu¨ª y ahora, dirigir el examen de conciencia ¨¢rabe. Perm¨ªtanme decir unas pocas palabras de examen de conciencia jud¨ªo.
Antes que nada: en nuestras propias fuentes no hay ning¨²n significado, ninguna validez, ninguna ra¨ªz para la expresi¨®n sangre jud¨ªa. En ninguna parte de toda la herencia jud¨ªa escrita puede encontrarse ni siquiera una sola referencia a esta terrible expresi¨®n. No hay ninguna sangre jud¨ªa ni ninguna sangre ¨¢rabe. Hay solamente "sangre inocente", "la sangre de los inocentes". Y hay: "La voz de la sangre de tu hermano me llamaba desde la tierra". Y en verdad hay tambi¨¦n: "Tus manos est¨¢n llenas de sangre".
Hace dos semanas, rab¨ª Moshe Neriah pronunciaba estas horrorosas palabras que a continuaci¨®n cito: "?ste no es el momento de pensar, sino el de disparar a izquierda y derecha".
Espero y quiero creer que rab¨ª Neria1n no haya anticipado con esta monstruosa expresi¨®n la loca matanza de Rishon, que tuvo lugar unos cuantos d¨ªas despu¨¦s. Sin embargo, en ninguna circunstancia, en ning¨²n contexto, sea el que sea, puede haber una excusa o justificaci¨®n para una expresi¨®n tan salvaje. Ni siquiera durante las peores batallas, ni siquiera durante las amargas guerras de Israel, se hab¨ªa atrevido nadie a predicar que el pensamiento debe quedar en suspenso y ser reemplazado por el disparo indiscriminado "a izquierda y derecha!'. Nunca, en ninguna situaci¨®n, debe ning¨²n ser humano dejar de pensar; quiz¨¢ no ser¨ªa una mala idea que ese particular rabino empezara a pensar, para variar; preguntarle si, fuera de su pasi¨®n por extender las fronteras del pa¨ªs, ¨¦l y todos los de su ¨ªndole no hace tiempo que rompieron todas las fronteras morales. Tal vez rab¨ª Neriali y todos los de su ¨ªndole puedan tener ahora que apresurarse a acudir a sus sinagogas para pedir perd¨®n y remisi¨®n de su pecado.La dolorosa verg¨¹enza que hoy nos rebaja ante nuestros propios ojos no la sentimos por un malvado que vaci¨® sus fusiles robados e hizo una carnicer¨ªa entre el pueblo inocente, en un lugar al que incluso la gente decente se ha acostumbrado a llamar, sin atragantarse, "el mercado de esclavos de Rishon". No. La verg¨¹enza la sentimos por la extendida indiferencia que nos est¨¢ carcomiendo y debilitando, y corroyendo nuestra humanidad. La verg¨¹enza la sentimos por la lenidad del castigo impuesto por nuestros tribunales de justicia a los asesinos. La verg¨¹enza la sentimos por los precipitados perdones que a veces se otorgan aqu¨ª a los asesinos. La verg¨¹enza la sentimos por algunas abominables expresiones que confiscan la sangre de alguien que se pone en el camino de alguien o que s¨®lo por casualidad se cruza en el mismo. La verg¨¹enza la sentimos por el hecho de que en el Estado de Israel, la patria de un pueblo oprimido y humillado, el asesino pueda simplemente detener a los seres humanos para contento de su coraz¨®n, y ponerlos en l¨ªnea para contento de su coraz¨®n, y recoger sus tarjetas de identidad para contento de su coraz¨®n, y que ninguna piedra haya silbado fuera del muro. Y todo esto antes incluso de que ¨¦l los matara en masa para contento de su coraz¨®n. El poeta Natan Alterman escribe en Las plagas de Egipto:
"Mi hijo, mi primog¨¦nito, el agua se ha transformado en sangre / porque la sangre fue derramada en la ciudad y la ciudad no tembl¨®". Por esto se han hundido reinos, por esto se han desintegrado naciones: porque la sangre fue derramada en la ciudad y la ciudad no tembl¨®.
Yo repito: ni el pueblo de Israel ni su nauseabundo Gobierno, ni siquiera los halcones, son culpables del derramamiento de sangre inocente en la ma?ana del ¨²ltimo s¨¢bado. Pod¨ªa haber sucedido tambi¨¦n bajo un buen Gobierno, buscador de la paz.
Pero todos nosotros -en realidad, algunos m¨¢s que otros-, todos nosotros formamos parte del hecho de que "la sangre fue derramada en la ciudad y la ciudad no tembl¨®".
Sin embargo, no es bastante para nosotros hacer que la ciudad tiemble. Ahora es deber de todos nosotros extender, profundizar e intensificar la lucha por la paz, hasta que el Gobierno de Israel resuelva finalmente aceptar por fin su propia iniciativa de paz y se dedique seriamente, sin p¨¦rdida de tiempo, a la tarea de negociar la Paz con cualquier enemigo que: desee negociarla con nosotros..
Por otra parte, es nuestro deber cambiar cada vez m¨¢s los corazones. Si cada uno de los manifestantes reunidos aqu¨ª esta noche logra conseguir que un solo miembro del campo de la temida paz en Israel se una a las filas de los que tienen el valor de propugnar la consecuci¨®n de un compromiso justo con los ¨¢rabes, esto ser¨¢ suficiente para abrir las puertas de la paz.
Y s¨®lo entonces los dos monstruos gemelos, el fanatismo y la indiferencia, ser¨¢n alejados de las puertas de nuestra ciudad. Y la aurora de un nuevo d¨ªa podr¨¢ brillar al fin sobre todos nosotros.
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