Terror en el desierto

Temblores es una de esas humildes pel¨ªculas de terror que no intentan revolucionar el cine, sino que se limitan a contar una historia moderadamente original en la que predomina la acci¨®n, aunque podamos encontrar atisbos ir¨®nicos y apuntes de otra clase, tan ligeros que no llegan a estorbar el placer del aficionado a este g¨¦nero.Gale Anne Hurd, su productora, parece muy aficionada a las profundidades y, tras esa f¨¢bula llamada Abyss, de James Carneron, sobre las profundidades del oc¨¦ano, nos propone ahora un relato an¨¢logo, aunque mucho m¨¢s simple y menos costoso, en el que tambi¨¦n hay abismos, tan, inquietantes como los del filme anterior, sobre unas extra?as entidades del desierto que amenazan a los seres humanos.

Hay un horror n¨®rdico que exige oscuridad y edificios misteriosos para que puedan sobrevivir las peligrosas criaturas de la noche que huyen sabiamente del sol, pero tambi¨¦n existen f¨¢bulas solares, que cobran su aspecto m¨¢s pavoroso cuando la luz inunda la pantalla, contra toda regla, en plena naturaleza y al margen de cualquier verosimilitud, como les ocurre a los seres de esta curiosa pel¨ªcula.

Temblores posee ese encanto ingenuo que s¨®lo aparece cuando las ideas cinematogr¨¢ficas est¨¢n claras y se reh¨²ye toda complicaci¨®n innecesaria. La historia es previsible, pero tambi¨¦n elocuente y directa, y ha sido concebida de tal manera que la acci¨®n f¨ªsica y el movimiento son los ¨²nicos elementos importantes, adem¨¢s del p¨¢nico, como corolario al perfecto conocimiento de las normas industriales que rigen este tipo de producciones. El mercado est¨¢ claro y no admite vacilaciones; s¨®lo se pretende ofrecer un entretenimiento seguro y bien confeccionado, dirigido a un espectador sencillo y sin pretensiones, como el que puede disfrutar con Temblores. Nada m¨¢s y nada menos.