El 'show'
Digamos ante todo que nunca la palabra merece la c¨¢rcel, y que de nada sirve el miedo puesto al servicio M silencio. El hombre se dignifica o se envilece de muchas maneras, pero la facultad de hablar o de callar es patrimonio exclusivo del hablante, y cuando se vulnera este ¨²ltimo derecho, el hombre es s¨®lo carne, y la voz, ruido. A la palabra hostil o equivocada s¨®lo se la puede vencer con m¨¢s palabras acu?adas en la fundici¨®n de la verdad y del respeto. Se supone que todos decimos nuestra verdad, pero el insulto la degrada. 0 sea, que si se trata de coleccionar indignaciones ante el posible encarcelamiento de un palabrador, pues ah¨ª tienen la m¨ªa, sincera y bienintencionada, y que los coleccionistas hagan de ella lo que quieran: desde exigir indultos hasta comprar martirologios en busca de la rentabilidad empresarial. Lo que sea, con tal de impedir que un se?or locuaz vaya a la c¨¢rcel, pero, por favor, que no confundan la independencia con el grosor del insulto, y sobre todo, que no me menten la libertad de expresi¨®n, que eso ya canta.A veces hay fun¨¢mbulos que encuentran en la transgresi¨®n sistem¨¢tica de unas normas morales no escritas a un p¨²blico curioso que le aplaude. ?sa es al fin y al cabo la vocaci¨®n del showman, que no la de periodista. Y a fuerza de arriesgarse llega un d¨ªa que tiene un accidente laboral y se da de bruces con los tribunales. Entonces, los periodistas siempre estamos ah¨ª para mentir que todos somos iguales, porque la vanidad humana no tiene l¨ªmites, y preferimos ser los grandes dolientes a unos peque?os dudantes; quiz¨¢s convendr¨ªa ser un poco m¨¢s humildes y decir que, en efecto, tambi¨¦n los periodistas condenamos a otros a c¨¢rceles interiores de dif¨ªcil indulto. Pero, claro, en la humildad no hay show y si no hay show ?qu¨¦ co?o hacemos aqu¨ª hablando de la libertad de expresi¨®n y otras intelectualidades?
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