Arrolladores Stones
60.000 personas asistieron al primer recital del a?o en Madrid
A las 22.30, un tel¨®n de fuego de m¨¢s de 90 metros se descorri¨® en el escenario instalado sobre el c¨¦sped del estadio Vicente Calder¨®n. Era la antesala del infierno. Se disipaba el humo y, mientras sonaban los primeros acordes de Star me up, se dibujaban las siluetas de cinco m¨²sicos legendarios que poco despu¨¦s confesar¨ªan sentir simpat¨ªa por el diablo. Los Rolling, de nuevo en Madrid.
"Mis ojos se dilatan / mis labios se ponen verdes / mis manos est¨¢n grasientas / enci¨¦ndeme y te llevar¨¦ a sitios que nunca has visto", cant¨® anoche Mick Jagger en la primera canci¨®n, ante el delirio de 60.000 Personas. El estadio Vicente Calder¨®n, situado a orillas del r¨ªo Manzanares, repleto desde un par de horas antes, temblaba ante el desbocado entusiasmo de un p¨²blico absolutamente entregado.Antes de que el fuego de los Rolling Stones ti?era de rojo el c¨¦sped del estadio, actuaron como teloneros, tal y como estaba previsto, el grupo escoc¨¦s Gun. Ellos fueron los encargados de, tal y como cantaba Jagger en su primera canci¨®n, dilatar al p¨²blico durante hora y media hasta que, arrolladores, aparecieron los Stones.
El engranaje de la industria Stones funcion¨® en todo momento a la perfecci¨®n. Despu¨¦s de m¨¢s de un cuarto de siglo de brega musical y tras ocho a?os de ausencia en Madrid los Rolling Stones volvieron a ofrecer una noche inolvidable de rock/espect¨¢culo.
Mick Jagger, que vest¨ªa chaqueta verde, pantal¨®n negro y camisa blanca, se movi¨® con la facilidad de quien lleva tres d¨¦cadas haciendo bailar a los dem¨¢s. Tres pantallas de v¨ªdeo acercaban a la gente el rostro de los protagonistas y un fabuloso juego de luces cambiaba constantemente el color del escenario. A la hora de cerrar esta informaci¨®n - 11,30 de la noche- ya hab¨ªan interpretado algunos de sus cl¨¢sicos, siendo el m¨¢s aplaudido Honky tonk woman: en esa cancion dos inmensas chicas de pl¨¢stico se hincharon, como por arte de magia, y se instalaron en los laterales del escenario bailando seducidas por el derroche de luz y sonido.
Junto a Mick Jagger est¨¢n, como siempre, Keith Richard (guitarra), Bill Wyman (bajo), Ron Wood (guitarra) y Charlie Watts (bater¨ªa). Los primeros temas discurrieron con toda la sencillez posible en un macrorrecital. Los m¨²sicos parec¨ªan c¨®modos y, la gente disfrut¨® comedidamente con canciones como Tumbling, dice, Miss you o Ruby tuesday. Para presentar este ¨²ltimo tema, Jagger habl¨® en un magn¨ªfico castellano ante el delirio de la gente. "Hola Madrid", dijo. "Estamos muy contentos de estar otra vez aqu¨ª".
En escena, los Rolling Stones estuvieron acompa?ados por dos teclistas, un saxof¨®n, una secci¨®n de viento formada por cuatro personas y tres vocalistas femeninas. Todos juntos, lograron que el sonido de canciones como Mixed emotion brillase tanto como los destellos que iluminaban constantemente al p¨²blico y al escenario desde mil lugares diferentes.
400 millones de pesetas
Los cinco Rolling Stones suman 236 a?os, son unos ilustres veteranos que tienen la sabidur¨ªa del que ha vivido deprisa, pero tambi¨¦n carecen de reflejos y han perdido buena parte del sentido de la. realidad.
Por suerte, sus canciones, eternas, forman el mejor repertorio de toda la historia del rock and roll blanco. Los mismos m¨²sicos que cantan a las drogas (Brown sugar) y al diablo (Sympathy for the devil), se sent¨ªan eternamente insatisfechos, eran encarcelados en numerosas ocasiones y repudiados por los conservadores de generaciones previas, han sido en buena medida engullidos por el sistema: en los dos conciertos madrile?os ganar¨¢n m¨¢s de 400 millones de pesetas. Viven rodeados de lujo y de rid¨ªculos caprichos. Est¨¢n patrocinados por decenas de multinacionales y no dudan en posar junto a los pol¨ªticos de turno. Su rock and roll es poco m¨¢s que un negocio, pero nos gusta.
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