El desfile comenz¨® a las tres de la tarde
A las doce del mediod¨ªa, cuando las tres ventanillas de la taquilla del Vicente Calder¨®n se abrieron, los alrededores del estadio estaban todav¨ªa desiertos y no fue hasta las tres de la tarde cuando los primeros entusiastas llegaron para asegurarse un metro cuadra do de c¨¦sped, por lo menos. Las tres taquillas vend¨ªan entradas para el recital de anoche a cuatro mil pesetas, el precio oficial, y los ocasionales comprado res franqueaban la barrera de seis reventas que intentaban colocar sus localidades a seis mil pesetas. "No me lo puedo creer" exclamaban cuando el taquillero les pasaba su entrada sin re cargo. Dos mil barras de hielo fueron llevadas al estadio a las cuatro de la tarde y cien voluntarios de la Cruz Roja se preparaban para pasar la tarde al sol, vigilantes. Adem¨¢s, cerca de 300 guardias de seguridad, entre 20 y 30 a?os y que han querido ganarse 5.000 pesetas por recital, deten¨ªan a la gente que intentaba cruzar las vallas. Ya eran las cinco de la tarde y, uno de ellos, Ra¨²l, se quejaba: "Somos los m¨¢s idiotas porque nos pasamos la tarde al sol y ni siquiera podremos ver el concierto". Mientras, 60 azafatas, todas guap¨ªsimas, comenzaban a pasar la zona restringida, en la calle, para el p¨²blico ordinario, y, des de los tenderetes, tal cuales mercaderes del templo, ofrec¨ªan camisetas de los Rolling a 1.500 pesetas a las primeras oleadas humanas que iban llegando.
Prism¨¢ticos de cart¨®n
A la salida del metro Pir¨¢mides las vend¨ªan, igualitas, a 1.000, y tambi¨¦n prism¨¢ticos de cart¨®n, al precio de 300 pesetas. En total, eran 77 los tenderetes que copaban la calle que lleva del metro al Vicente Calder¨®n.
Los seis bares que est¨¢n en los alrededores del estadio pusieron personal extra para atender al p¨²blico y, seg¨²n dice el camarero de uno de ellos, "lo que m¨¢s hemos vendido es whisky y cerveza".
Aumenta la marca humana a las seis de la tarde. Muchos de los j¨®venes que llegan, traen su propia merienda para soportar la tarde y noche: litronas con agua mineral y whisky, bocatas y latas de refrescos. A esa misma hora, en el Paseo de Pontones, ya se ven 16 autocares que, una vez finalizado el concierto, volver¨¢n a viajar de regreso a sus ciudades.
Las puertas del estadio se abrieron a las seis y diez de la tarde. S¨®lo se produjo en los primeros minutos una aglomeraci¨®n de gente en la puerta 68, donde est¨¢ ubicado el ingreso para las sillas de ruedas.
"No pas¨® a mayores. Un caso de histeria. Una chica enloqueci¨® porque no la dejaban pasar por aquella puerta. Y se form¨® una aglomeraci¨®n. Los que pasaban en silla de ruedas tuvieron que soportar codazos y empujones," se?al¨® un polic¨ªa que disolvi¨® el tumulto.
Los j¨®venes empezaron a llenar las gradas del estadio y el c¨¦sped. Muchos llevaban camisetas de sus ¨ªdolos musicales. Comenzaba su Satisfaction.
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