Fantasmas
La fosa com¨²n de Pisagua es, sobre todo, un s¨ªmbolo. Durante 17 a?os Chile entero camin¨®, vivi¨® y muri¨® sobre la tapa de cristal de una inmensa fosa an¨®nima. De vez er cuando el cristal se quebraba y el si niestro agujero engull¨ªa nuevas v¨ªct¨ªmas. Luego se hac¨ªa el silencio, la imp¨ªa oscuridad de la censura, de la ignorancia voluntaria. En Chile, los vivos estaban muertos y los muertos no recib¨ªan humana sepultura. Cualquiera que visitara aquel pa¨ªs llegando desde otro en el que las l¨¢pidas tienen nombres y flores notaba el deslizarse de esos fantasma en las conversaciones, en la cotidianidad m¨¢s banal. Sombras que caminaban parejas con quienes hicieron de la indagaci¨®n el ¨²nico sendero para recuperar su honor. Sombras que persegu¨ªan a quienes la negaban para seguir disfrutando sin empacho de sus privilegios.Los fantasmas est¨¢n regresando a sus huesos, est¨¢n volviendo a ser seres humanos. Empiezan a tener nombres y flores y rezos. Y algo m¨¢s. Denuncian con m¨¢s fuerza que si estuvieran vivos la identidad de sus asesinos. Que fueron tantos, tantos, no s¨®lo Pinochet en su c¨²pula y Contreras en sus s¨®tanos de la investigaci¨®n siniestra. Pero ya no hay N¨²rembergs en este mundo, y las v¨ªctimas deben hacer descuento, porque sus verdugos, aun desde el semirretiro, amenazan con volver si no se institucionalizan la amnist¨ªa y el indulto. Palabras nobles que hasta hace poco asoci¨¢bamos con la generosidad y el perd¨®n, y que ahora debemos relacionar con la coacci¨®n y la verg¨¹enza. Ocurri¨® en Uruguay. Ocurri¨® en Argentina. Y ahora quieren que suceda en Chile.
Verg¨¹enza para todos, porque ning¨²n tribunal internacional proclama su derecho moral a juzgar a los culpables, ni su horror, la herida que en su humanidad le producen esos cr¨ªmenes.
Y es que no es lo mismo condenar a nuestros c¨®mplices que vigilar unas elecciones en Nicaragua.
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