Klinsmann, un tipo distinto
El alem¨¢n no quiere ser engullido por la industria del f¨²tbol
ALEX MART?NEZ ROIG Cuando Jurgen Klinsmann llega a los entrenamientos del Inter de Mil¨¢n, todas las miradas le siguen. No es extra?o. Al lado de los coches lujosos de sus compa?eros, Klinsmann aparca sin complejos su viejo Volkswagen cucaracha. Klinsmann, que cumplir¨¢ 26 a?os el 30 de julio, no quiere ser engullido por la industria del f¨²tbol. Vive en Cernobbio, junto al lago Como, y s¨®lo baja a Mil¨¢n escondido bajo una gorra de b¨¦isbol que acompa?a a sus viejos vaqueros, sus zapatillas de deporte y su chaqueta de cuero. Le gusta recorrer la ciudad por la noche, cuando casi nadie le reconoce. Es un tipo distinto que en este Mundial escaso de estrellas se ha convertido en una de ellas tras su actuaci¨®n ante Holanda.
Jurgen Klinsmann estuvo a punto de fichar hace dos a?os por el Atl¨¦tico; ahora se alegra de no haberlo hecho. En 1988 jug¨® la Eurocopa en la selecci¨®n alemana. Cuando termin¨®, se march¨® a Estados Unidos y recorri¨® California con una mochila en la espalda. Ahora dice: "Cuando acabe el Mundial, me marchar¨¦ a un pa¨ªs donde nadie sepa lo que es el f¨²tbol. A Australia, por ejemplo". Se mueve a impulsos vitales, como cuando dej¨® el Stuttgart para fichar por el Inter: "All¨ª ya no pod¨ªa evolucionar ni como futbolista ni como persona". Y ya anuncia que en 1994 le gustar¨ªa irse a jugar a Estados Unidos. "Me gusta conocer nuevos pa¨ªses", dice en la concentraci¨®n alemana, en el hotel Castelo de Casiglio cerca de su casa.En persona, Klinsmann da la sensaci¨®n de ser mucho m¨¢s fr¨¢gil que sobre el terreno de juego. Sonr¨ªe continuamente y soporta el asalto period¨ªstico con paciencia. Dicen los alemanes que es un gran esfuerzo para ¨¦l, que preferir¨ªa vivir en el anonimato hasta pisar el campo de juego. De hecho, es el ¨²nico que duerme solo en una selecci¨®n dividida por parejas en las habitaciones. Se lo pidi¨® a Franz Beckenbauer, el seleccionador, antes del inicio del Mundial. "Le he dado permiso", dijo Beekenbauer, "porque es una persona que se siente a gusto sola. Ahora est¨¢ nervioso, porque tiene mucho tiempo para pensar. Pero cuando comience el Mundial, lo olvidar¨¢ todo". Tres goles en cuatro partidos han sido suficientes para olvidar.
Apodo
Los italianos le bautizaron como Kataklinsmann, apodo que ha tardado en aceptar. "Al principio no me gustaba. Pero ahora le encuentro un sentido cari?oso". Ha participado activamente en movimientos ecol¨®gicos y a favor del desarme nuclear, y en Stuttgart visitaba una prisi¨®n para ayudar a delincuentes. "Es muy f¨¢cil que los futbolistas, en nuestra situaci¨®n, olviden esa parte del mundo. Pero son cosas que no se pueden ignorar". En la escuela aprendi¨® el oficio de sus padres, panaderos, y no fue hasta los nueve a?os cuando comenz¨® a jugar a f¨²tbol despu¨¦s de probar con el balonmano y la gimnasia. "Desde el principio jugaba de delantero, aunque me puse dos veces de portero porque nadie quer¨ªa. Pero no fue hasta los 16 a?os cuando me di cuenta de que podr¨ªa ganarme la vida con este deporte, cuando firm¨¦ un contrato con un peque?o club de Stuttgart". Reconoce que es orgulloso y perfeccionista, pero niega una an¨¦cdota que cuentan de su infancia, seg¨²n la cual le lanz¨® la pelota a su entrenador, enfadado, cuando le sustituy¨® despu¨¦s de haber marcado ocho goles. "Eso no es cierto. Y no marqu¨¦ ocho goles, fueron 16. Ganamos 20 a 0".
Klinsmann es el ¨²nico jugador de la selecci¨®n que rechaz¨® dinero a cambio de publicidad. "Lo que gano en el Inter es suficiente", dice. En el Inter cobra 70 millones de pesetas anuales, una cifra lejana a la de otras estrellas.
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