Sensaci¨®n de dominio
La selecci¨®n argentina ha subido enteros en los partidos dif¨ªciles
Argentina llega al partido decisivo de la Copa del Mundo con la convicci¨®n ganadora que le ha faltado durante la mayor parte del torneo. El ¨²ltimo entrenamiento en Trigoria fue memorable. Unos jugadores que hab¨ªan sido despreciados por la prensa, pr¨¢cticamente privados de la atenci¨®n de los especialistas, se vieron asaltados por un enjambre de periodistas de todo el mundo. La sensaci¨®n de dominio de los jugadores fue absoluta. Despu¨¦s de un mes de calamidades, ten¨ªan otra vez la raz¨®n de los resultados de su parte. No hay equipo m¨¢s hinchado en el mundo que el argentino ahora.
Maradona cantaba sus jugadas mientras machacaba a balonazos a Goicoechea. "?Me viene, me viene al pecho; la paro y la meto en el ¨¢ngulo! ?Golazo!". El astro estaba feliz. Ten¨ªa al menos 20 c¨¢maras de televisi¨®n pendientes de sus movimientos Aunque parec¨ªa muy distanciado de la vigilancia de la Prensa y la televisi¨®n, Maradona actuaba. Y en Trigoria, en v¨ªsperas de la final, Maradona era un Paul Newman rechoncho y moreno. As¨ª que coreaba sus jugadas: "Te la voy a tirar por arriba, Goico. ?Ufl Mira ¨¦sta, Goico. Por ah¨ª te va ?Golazo!". Esta sensaci¨®n de poder era compartida por todos en Trigoria.Dramatismo
Un mes antes, en el mismo escenario, todo estaba cargado de dramatismo. La tensi¨®n era manifesta en todos los protagonistas. Apenas llegaban periodistas hasta el cuartel argentino, y los que llegaban lo hac¨ªan con una cr¨ªtica en la boca. El viraje se ha producido s¨®lo tras el partido contra Italia. Entre los argentinos se tiene la sensaci¨®n de haber provocado un suceso comparable al que protagoniz¨® la selecci¨®n de Uruguay en 1950 frente a Brasil. Con este equipaje el equipo ha pasado a la ofensiva. Se han creado los suficientes enemigos durante un mes como para seguir adelante. Les han vencido, y ahora pasan factura. El presidente de la federaci¨®n argentina, Julio Grondona, elevaba a Carlos Bilardo a los altares; los jugadores observaban con una mezcla de orgullo y deprecio a la legi¨®n de periodistas y ex cr¨ªticos; Bilardo callaba. Su desconfianza hacia todo lo que sucede alrededor suyo es proverbial.
El juego nunca ha significado gran cosa para Bilardo, o ha tenido un valor muy secundario con respecto al resultado. Los adversarios de Bilardo y la selecci¨®n argentina han esgrimido el p¨¦simo juego frente a Camer¨²n, Uni¨®n Sovi¨¦tica, Rumania, Brasil y Yugoslavia. El discurso del t¨¦cnico se apoya en los datos: "Hemos perdido un solo partido, y siempre estuvimos castigados por las lesiones. Comenzamos por Maradona, Giusti, Ruggeri y Gurruchaga. As¨ª hemos seguido hasta hoy. Sin embargo, estamos en la final, con m¨¢s de 300 periodistas reunidos aqu¨ª, en un entrenamiento. No me digan que esto no tiene alg¨²n in¨¦rito", declaraba Bilardo en Trigoria.
Argentina se siente segura a pesar de las ausencias de cuatro titulares. La seguridad viene porque hasta ahora nunca se han sentido traicionados todos los elementos que forman parte de un partido de f¨²tbol. Argentina ha tenido en los momentos cruciales la ayuda de la mano invisible de Maradona, los postes, la breve pero definitiva resurrecci¨®n del genio frente a Brasil, la larga n¨®mina de jugadores expulsados en los equipos adversarios y el trabajo inmaculado de su portero en dos tandas de penaltis, portero que lleg¨® como suplente, acosado por la Prensa, despu¨¦s de un a?o sin jugar, con el estigma de los futbolistas malditos.
Sin juego, pero iluminada, la selecci¨®n argentina se enfrent¨® a Italia y gan¨®. Los argentinos jugaron como nunca lo hab¨ªan hecho durante el torneo. Desde ese partido, la sensaci¨®n entre los jugadores es de plenitud. Han vencido a los cr¨ªticos y a los equipos rivales. En esta misi¨®n casi religiosa, Alemania no es un equipo inaccesible.
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