Un ministro brit¨¢nico compara a la CE con Hitler
Nicholas Ridley, ministro brit¨¢nico de Comercio e Industria, ha celebrado el medio siglo que estos d¨ªas se cumple de la Batalla de Inglaterra con un alegato antialem¨¢n que poco tiene que envidiar al odio a los hunos que profesara hace 50 a?os Winston Churchill. El ministro equipara el entregar la soberan¨ªa a la CE con haber cedido ante Hitler, y sostiene que al menos con Hitler hubo una oportunidad de defenderse, lo que no es el caso con el canciller Helmut Kohl.
En un contexto visceralmente anticomunitario, Ridley acusa a los alemanes de haberse conjurado para tomar Europa; a los franceses de perros falderos de los germanos, y a la Comisi¨®n de la Comunidad Europea (CE) de estar formada por pol¨ªticos de desecho.El se¨ªsmo pol¨ªtico-diplom¨¢tico provocado -no s¨®lo en el Reino Unido sino tambi¨¦n en Bruselas y en los otros pa¨ªses mencionados- por las declaraciones de Ridley al semanario The Spectator le oblig¨® ayer a retractarse desde Budapest, donde se encuentra en visita oficial, despu¨¦s de que, aparentemente, desde el n¨²mero 10 de Downing Street se le pidieran explicaciones.
La uni¨®n monetaria europea que propugna Bonn "es un plan alem¨¢n para ocupar toda Europa. Hay que pararlo", dice Ridley. "Esta apresurada toma, con los franceses actuando de perros falderos de los alemanes, es absolutamente intolerable". La CE, la Comisi¨®n europea y el Parlamento Europeo son los instrumentos de que los alemanes piensan valerse para dominar Europa, seg¨²n Ridley, quien opina en consecuencia. "Me horrorizo al mirar a las instituciones a las que se propone que se entregue la soberan¨ªa. Diecisiete pol¨ªticos de deshecho no elegidos que no son responsables ante nadie ( ... ) alcahueteados por un Parlamento sin car¨¢cter ( ... ) La idea de que vamos a entregar nuestra soberan¨ªa a esa pandilla me resulta inaceptable ( ... ) Es como hab¨¦rsela entregado a Hitler".
La ocupaci¨®n econ¨®mica
Cuando Dominic Lawson, el entrevistador y director del semanario, le replica que Kohl siempre ser¨¢ preferible a Hitler, que bombarde¨® Inglaterra, Ridley responde: "No estoy seguro de que yo no prefiera los refugios y el contraataque al ser simplemente ocupado por la econom¨ªa. Pronto vendr¨¢ aqu¨ª a intentar decirnos lo que tenemos que hacer ( ... ) Enseguida intentar¨¢ ocuparlo todo".
Estas vehementes declaraciones provocaron espanto pol¨ªtico a propios y extra?os. Parlamentarios conservadores, en Westminster y en Estrasburgo, pidieron el cese de Ridley y la oposici¨®n lo reclam¨® insistentemente ante Thatcher en un acalorado y ruidoso debate en los Comunes. Ridley es un protothatcheriano y goza de la profunda confianza de la primera ministra, que ayer lo defendi¨® de todos los embates. Para ella resulta bastante que su confidente haya manifestado que ,lamenta el percance y que retira sin condiciones las palabras ofensivas.
Esta absoluci¨®n no es la ¨²ltima palabra en el caso y el clamor para que Ridley sea destituido no va a dejar de crecer hasta que concluya el curso pol¨ªtico a final de mes.
Lord Jenkins cree que "las palabras se pueden retirar, pero no los pensamientos" y desde todos los ¨¢mbitos se plantea la cuesti¨®n de c¨®mo va a defender ahora Ridley los intereses econ¨®micos brit¨¢nicos ante la Comunidad y ante la RFA, primer socio comercial del Reino Unido.
Las palabras del ministro de Comercio e Industria revelan de forma flagrante la divisi¨®n en el Ejecutivo y no hacen sino socavar los esfuerzos m¨¢s conciliadores hacia la cuesti¨®n europea de sus colegas de Exteriores, Douglas Hurd, y de Hacienda, John Major.
Los siempre sensible mercados financieros reaccionaron en contra de la libra.
La soflama del ministro, por lo dem¨¢s, no hace sino reflejar la profunda desconfianza (mezcla de odio, recelo y temor) del brit¨¢nico ante el alem¨¢n. Si los alemanes se salieran con la suya, advierte Ridley, "habr¨ªa una revoluci¨®n sangrienta" en el Reino Unido. "Que mandara un alem¨¢n causar¨ªa estragos terribles y con raz¨®n, creo".
Thatcher manifest¨® ayer repetidamente que las declaraciones de su ministro no eran compartidas por ella ni por su Gobierno. Quienes est¨¢n cerca de la primera ministra en privado atestiguan lo contrario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.