Se habla alem¨¢n
La cumbre de Houston ha marcado el fin de la era de las superpotencias
La reciente cumbre que ha reunido en Houston a los jefes de Estado y de Gobierno de las siete econom¨ªas m¨¢s potentes del mundo ha demostrado tres cosas: que, a pesar del poder¨ªo militar de EE UU y la URSS, la era de las superpotencias ha terminado; que los intereses nacionales siguen todav¨ªa primando sobre las integraciones continentales, y que, adem¨¢s del ingl¨¦s, los l¨ªderes mundiales deben aprender la lengua de Goethe.
Que la Uni¨®n Sovi¨¦tica ya no manda en su patio trasero est¨¢ a la vista con el desmoronamiento del Pacto de Varsovia y sus propias dificutades internas.En el otro bando, Houston ha supuesto el fin de la hegemon¨ªa norteamericana en este tipo de reuniones.El trabajoso comunicado final de la reuni¨®n constituye un monumento a la ambig¨¹edad y puede resumirse con la c¨¦lebre frase de Shakespeare en HamIet: "Palabras, palabras, palabras". Tres eran los temas clave a los que se enfrentaban los siete magn¨ªficos en Houston: la ayuda econ¨®mica a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y, de rechazo a China; el recalentamiento de la tierra y los subsidios agrarios. En los tres temas, ha habido un claro ganador, el canciller federal alem¨¢n, Helmut Kohl, que ha metido dos goles a George Bush por uno, pr¨¢cticamente de penalti, marcado por el presidente norteamericano.
Kohl, que seg¨²n Bush ataca los temas con la agresividad de un bulldog, ha conseguido lo que se propon¨ªa: sacar adelante la ayuda unilateral alemana a la URS S, que sirve sobre todo a los intereses nacionales de una Alemania unificada, comprendiendo, pero sin importarle para nada las reservas de Washington, algo impensable en anteriores cumbres.
Las esferas de influencia
Igual postura fue mantenida por Jap¨®n, cuyo jefe de gobierno, Toshiki Kalfu, explic¨® a sus compa?eros de cumbre que su pa¨ªs ten¨ªa la intenci¨®n de seguir adelante con sus planes de conceder a China cr¨¦ditos por valor de m¨¢s de 5.000 millones de d¨®lares, a pesar de las sanciones occidentales a Pek¨ªn como consecuencia de la represi¨®n estudiantil del pasado a?o,En el tema de los subsidios agrarios, una vez m¨¢s el canciller alem¨¢n, que tiene que enfrentarse con cr¨ªticas a unas elecciones generales en diciembre, defendi¨® a machamartillo los intereses de los agricultores alemanes y, por extensi¨®n, los de los europeos. El comunicado final habla de: "la reforma a largo plazo del sistema", pero no establece un plazo fijo para la terminaci¨®n de las subvenciones a la agricultura como pretend¨ªa Estados Unidos.
Bush consigui¨® una cosa: parar la ofensiva ecol¨®gica sobre el tema del recalentamiento de la tierra planteada por los europeos y, con especial fuerza, por la superindustrializada Alemania y concentrar la atenci¨®n inmediata en la salvaci¨®n de la foresta brasile?a. Sin embargo, Bush, que siempre ha mantenido que los datos cient¨ªficos sobre las causas del aumento de temperatura terrestre no son concluyentes, tuvo que tragarse un p¨¢rrafo en el comunicado final en el que se afirmaba que "Ia falta de una certeza cient¨ªfica total no debe ser excusa para aplazar acciones que por s¨ª mismas est¨¢n justificadas".
La actuaci¨®n de Kohl, todav¨ªa s¨®lo jefe de Gobierno de media Alemania, no dej¨® ninguna duda sobre qu¨¦ pa¨ªs va a convertirse en el futuro en el motor de Europa. Como reconoci¨® un miembro del s¨¦quito de Fran?ois Mitterand, el canciller se comport¨®, "en todo momento, como el l¨ªder de la nac¨ªon m¨¢s rica, estrat¨¦gicamente mejor situada y m¨¢s populosa de Europa".
Lo cierto es que las cumbres ya no son lo que eran, y que el desplazamiento de las hegemon¨ªas comienza a redise?ar el mapa geopol¨ªtico sobre la propia mesa de negociaci¨®n.
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