Los aplausos continuaron
Romeo y Julieta
Coreograf¨ªa: VIadimir Vassiliev. M¨²sica: Sergu¨¦i Prokofiev. Direcci¨®n musical: Mstislav Rostrop¨®vich.
Esta superproducci¨®n de Romeo y Julieta (sobre la m¨²sica de Prokofiev), concebida, dirigida y coreografiada por VIadimir Vassiliev -el mejor bailar¨ªn que ha tenido el Bolshoi y, junto con Nureyev, la crema de esa generaci¨®n de bailarines sovi¨¦ticos que revolucion¨® la danza masculina desde principios de los a?os sesenta-, no s¨®lo es grandiosa e innovadora, sino lograda y llena de sentido.El inmenso escenario -realizado por Sergu¨¦i Barhin- est¨¢ dividido en tres niveles: la orquesta ocupa el nivel central, mientras que en el superior e inferior se desenvuelven los bailarines. Contrariamente a lo que suele ocurrir con este tipo de montajes, el tinglado no es un af¨¢n de deslumbrar o aturdir al espectador, sino que a lo largo de la obra se va percibiendo la genialidad del invento precisamente para Romeo y Julieta, concebida sobre la base de la dualidad y la oposici¨®n entre la acci¨®n y el lirismo de la historia de amor, entre la gente y los dos protagonistas, entre las familias rivales.
Vassiliev ha roto tambi¨¦n los moldes de las coreografias tradicionales sovi¨¦ticas de la versi¨®n de Prokofiev y le ha quitado de un plumazo medio siglo de polvo, empleando un lenguaje coreogr¨¢fico mucho m¨¢s moderno, basado en la expresi¨®n del movimiento, despojado de buena parte de la rigidez cl¨¢sica y que emplea a fondo la riqueza espacial del doble escenario. Dicen que ha reenganchado directamente con los grandes renovadores de la coreograf¨ªa sovi¨¦tica, desconocidos en Occidente -Galiesovski, Jacobson-, proscritos por el estalinismo y hoy en plena rehabilitaci¨®n. En todo caso, el talento coreogr¨¢fico de Vassiliev, puesto de manifiesto en este suprimer trabajo visto en Espa?a, queda fuera de toda duda, y a los 53 a?os parece destinado a una segunda carrera tan brillante como la primera.
En los momentos grandiosos, la coreografia de Vassiliev recordaba tambi¨¦n al mejor Robbins -el core¨®grafo de la versi¨®n americana, West side story-, y en los di¨¢logos intimistas, con una preciosa y po¨¦tica Julieta, Svetlana Smirnova, elaboraba las frases justas, sencillas e iluminadoras de la ingenuidad y la juventud de los personajes.
Otra de las virtudes sorprendentes de la coreografia de Vassiliev es su musicalidad natural: la presencia de la orquesta en el plano medio del escenario convert¨ªa el espect¨¢culo en una especie de poema sinf¨®nico ilustrado, resaltando el valor metaf¨®rico y m¨¢gico del movimiento, que se acoplaba a la m¨²sica como una fina pel¨ªcula transparente.
La compa?¨ªa de Stanislavski de Mosc¨², haciendo honor a su nombre, sirvi¨® impecablemente esta producci¨®n y con un pu?ado de excelentes solistas encabezados por VIadimir Petrunin en Mercucio y Vadim Bundar en Tibaldo, pero destacando tambi¨¦n el aya de Julieta, Paris y los padres, cuyos papeles est¨¢n montados en clave expresionista, que recuerda tambi¨¦n en algunos momentos la mejor ¨¦poca del cine sovi¨¦tico.
Maximiliano Guerra -que hac¨ªa de Romeo- fue quien menos se luci¨® proporcionalmente: no tan motivado quiz¨¢ como los dem¨¢s por este reencuentro entre rusos, con un papel no concebido para el virtuosismo al estilo tradicional, no dio la medida que de ¨¦l se esperaba.
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