Abrir ventanas
DENTRO DEL universo cerrado y dogm¨¢tico de la coalici¨®n abertzale Herri Batasuna (HB), el ex eurodiputado Txerna Montero se ha destacado casi siempre por cultivar algunas cualidades poco apreciadas en su entorno pol¨ªtico: cierta apertura mental al exterior, determinada inclinaci¨®n al di¨¢logo como un instrumento m¨¢s de la lucha pol¨ªtica y, en general, una mayor apreciaci¨®n de los cauces institucionales, propiciada, sin duda, por su preparacion jur¨ªdica como abogado. Consecuencia de todo ello ha sido su reciente dimisi¨®n del Parlamento Europeo, para el que fue reelegido hace un a?o en la candidatura de HB, y su retirada de la vida pol¨ªtica p¨²blica, anunciada ayer en conferencia de prensa.El repliegue a la simple condici¨®n de militante de base de un dirigente tan significado del nacionalismo abertzale como Txerna Montero suscita profundas interrogantes sobre la futura conducta pol¨ªtica de HB, ninguna halag¨¹e?a para quienes, dentro de esta coalici¨®n, propician su vuelta definitiva a la vida democr¨¢tica. Desde hace tiempo, Montero se ha adscrito al concepto de participaci¨®n y normalizaci¨®n institucional de HB. De atenernos a sus palabras, su actual decisi¨®n habr¨ªa sido acordada hace tiempo, sin que influyera en ella la permanente reticencia mostrada por la coalici¨®n ante esta importante cuesti¨®n.
En todo caso, Txema Montero se despide de la vida pol¨ªtica p¨²blica con una propuesta de gran calado para el porvenir de su organizaci¨®n: la convocatoria de un congreso extraordinario que defina la postura estrat¨¦gica de la coalici¨®n respecto de su ¨ªntegraci¨®n en las instituciones democr¨¢ticas. El debate de esta premisa, al margen de la acogida que pueda tener en el seno de HB, se hace insoslayable si la coalici¨®n abertzale pretende realmente recuperar un ¨¢mbito de autonom¨ªa que vaya m¨¢s all¨¢ de su actual sometimiento a las posiciones pol¨ªticas de ETA. Hubo un tiempo en que HB defend¨ªa posturas propias, que pronto fueron reducidas al pobre papel de voceros del terrorismo. Otros cometidos fueron el de justificar sus reprobables cr¨ªmenes -la mayor parte de las veces con el silencio c¨®mplice-, perseguir con constancia la negociaci¨®n en los t¨¦rminos establecidos por la banda armada y ofrecer cobertura ideol¨®gica a su mesianismo redentor.
De atenerse al dato objetivo del escaso margen de maniobra de que dispone HB respecto de ETA, habr¨ªa que dudar seriamente de la celebraci¨®n de tal debate. No obstante, parecen existir indicios de que algo se mueve en esta direcci¨®n, y comienzan a dejarse o¨ªr en el interior de la coalici¨®n las voces de quienes se preguntan si no es irremediable descorrer cerrojos y abrir ventanas. En esta l¨ªnea parece inscribirse el inter¨¦s anunciado por HB en participar en el Parlamento con sus cuatro diputados y tres senadores elegidos en los ¨²ltimos comicios legislativos. Independientemente de la pol¨¦mica suscitada por la singularidad de su f¨®rmula de acatamiento de la Constituci¨®n -declarada v¨¢lida por el Tribunal Constitucional-, esta presencia se revelar¨ªa pol¨ªticamente positiva si sirviera para reforzar las minoritarias tendencias que en el seno de HB abogan por la normalizaci¨®n.
La mayor¨ªa de las fuerzas democr¨¢ticas del Estado nunca ha puesto en duda la leg¨ªtima representatividad pol¨ªtica de HB, confirmada por un sector de la ciudadan¨ªa cuantificado en el 1,06% de los votantes, es decir, unos 200.000 electores, as¨ª como el derecho a defender sus ideas y aspiraciones en las instituciones democr¨¢ticas. De la coalici¨®n depende hacer un uso adecuado de esta fuerza pol¨ªtica y de este derecho y demostrar que su presencia en las Cortes sirve para avanzar por la senda de la pacificaci¨®n y no de la provocaci¨®n. Si as¨ª fuera, constituir¨ªa un indicio esperanzador de que en el interior de HB toman ventaja quienes est¨¢n a favor de romper con el cruel dogmatismo del pasado y abogan por f¨®rmulas m¨¢s eficaces para la soluci¨®n de los problemas del pueblo vasco.
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