San Francisco, una ciudad contra el sida
Los grupos surgidos para ayudar a los enfermos afirman que est¨¢n perdiendo la batalla
San Francisco, cuna de los movimientos hippies de los a?os sesenta, se ha convertido en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo en un punto de referencia inevitable en la historia del sida. Los primeros casos de la enfermedad surgieron entre los grupos homosexuales de la ciudad y toda la comunidad se ha movilizado para cuidar a los aquejados por el nuevo mal. Esto ha hecho que San Francisco se considere un ejemplo de tolerancia y amor hacia los afectados por el sida, y hasta all¨ª van a morir, por ello, enfermos de otras ciudades de Estados Unidos. Pero ese goteo continuo de fallecidos y la penuria econ¨®mica han desencadenado una profunda crisis en el llamado modelo de San Francisco.
Los viandantes; las camareras de los restaurantes, los conserjes de los hoteles y los taxistas hablan abiertamente de las problemas que plantea el sida. Se puede decir que los habitantes de esta ciudad, unidos a los activistas de los grupos organizados para ayudar a los afectados por el s¨ªndrome, celebran permanentemente un debate. Muestran en el su desesperanza por la muerte de los amigos y su rabia por la discriminaci¨®n que sufren en otros lugares."Nos sentimos muy tristes Esto es una locura. Hay gente muriendo por una enfermedad que sabemos c¨®mo se previene Hace falta dinero para campa?as de educaci¨®n; necesitamos dinero del Gobierno federal ?ste es un pa¨ªs muy conservador, en el que no se pueden poner anuncios en televisi¨®n recomendando el uso de condones Para poner fin al sida necesitamos la ayuda del Gobierno. Tenemos muchas organizaciones aqu¨ª hay unos 250 grupos y 50 programas para ayudar a los enfermos del sida. Para desarrollarlos contamos con aportaciones econ¨®micas de compa?¨ªas privadas y la ayuda del Ayuntamiento, que es muy sensible al problema. Pero no es suficiente. Tenemos muchas organizaciones, pero no tenemos dinero, y por ello estamos perdiendo la batalla", afirma Victoria Sanford, portavoz de la Fundaci¨®n de San Francisco Contra el Sida."Estamos muy cansados de ver a nuestros familiares y amigos muri¨¦ndose. Han fallecido ya casi 6.000 sanfranc¨ªscanos, y hay otros muchos que vienen de otras ciudades a morir aqu¨ª Despu¨¦s de todas estas personas muertas estamos cansados y frustrados", contin¨²a Victoria Sanford. La Fundaci¨®n de San Francisco Contra el S¨ªda, crea da hace nueve a?os, es una de las pioneras en la lucha de los ciudadanos contra el s¨ªndrome. Cuenta para ello con 500 voluntarios, que ayudan a los afecta dos en todos los campos: desde las tareas dom¨¦sticas hasta rellenar los complicados formularios para solicitar la ayuda sanitaria de la Administraci¨®n.
Una generaci¨®n de hombres
"M¨ª suegra enterr¨® en 18 meses a tres hijos. El primero de ellos muri¨® por sida; el segundo se sospechaba que ten¨ªa sida y apareci¨® muerto por una sobre dosis de droga; el tercero, m marido, ex drogadicto, falleci¨® de complejo relacionado con el sida. Entonces me di cuenta de que toda una generaci¨®n de hombres est¨¢ desapareciendo" dice Sallie Perryman. Sallie -una mujer de color nacida en Brooklyn, Nueva York- narra pausadamente su experiencia personal y las consecuencias que la enfermedad de su marido tuvo para ella: "Me di cuenta de que la posici¨®n econ¨®mica era crucial para tener acceso a los cuidados de salud". "T¨² le puedes pedir a una persona que haga un trabajo voluntario durante cinco a?os, pero no durante 10, porque no se aguanta. En ese tiempo, cada uno de nosotros ha acumulado una media de 20 personas muertas, y esto es mucho. Cada semana hay un amigo, un conocido, que se muere o al que le diagnostican el sida. Es terrible", dice Dan Wolilfeiler, y director de los programas de educaci¨®n en Stop Aids.
"Los programas de salud de EE UU son muy complicados, casi se necesita un abogado para entenderlos. Las medic¨ªnas son muy caras (el AZT ¨²nico f¨¢rmaco eficaz, cuesta 2.000 d¨®lares al mes por persona), y para tener derecho al sistema de beneficencia hay que ser muy pobres. Nuestros abogados ayudan a los afectados a preparar los papeles, pero aun as¨ª hay muchos problemas. paraque puedan recibir la ayuda del Gobierno. En los hospitales municipales no hay suficientes camas y cuando les llega la gente que viene de otras ciudades nos env¨ªan a nosotros muchos enfermos. Pero tampoco tenemos sitio donde alojarles", concluye Victoria Sanford. Miguel Puente, miembro del grupo ACT-UP de Los ?ngeles, afirma que la soluci¨®n a la actual crisis del modelo de San Francisco consiste en que los voluntarios se conviertan en profesionales. "En Los ?ngeles, cada persona preparada para dar apoyo psicol¨®gico a los afectados tiene hoy 244 pacientes a su cargo. Hacen falta m¨¢s profesionales, porque los voluntarios no pueden desarrollar un trabajo tan agotador, pero nos est¨¢n cortando los fondos y no s¨®lo no se soluciona el problema, sino que cada vez podemos dar menos servicios", afirma este activista.
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