Para¨ªso en el Caribe

EL CONFLICTO que opone a los ministerios de Asuntos Exteriores de Espa?a y Cuba se ha convertido, repentinamente, en una sarta de groseros improperios de la canciller¨ªa de La Habana al desprevenido ministro espa?ol, Ferri¨¢ndez Ord¨®?ez. Dif¨ªcilmente pod¨ªa ¨¦ste imaginar que, incurriendo en las iras de Fidel Castro por protestar razonablemente contra un inc¨ªdente generado por Cuba en contra de las normas b¨¢sicas de un Estado de derecho, iba a encontrarse convertido en "confeso ignorante", "amn¨¦sico hist¨®rico" e "inculto escandaloso". Tres condiciones de las que ha hecho supina gala el Gobierno cubano al permitir que se violaran deliberadamente las convenciones intemacionales en materia de extraterritorialidad y vulnerar uno de los m¨¢s elementales principios del derecho de gentes: la libertad de movimientos. La CE, en su ¨²ltima reuni¨®n de ministros de Asuntos Exteriores, explic¨® a La Habana las razones por las que el comportamiento oficial espa?ol resultaba irreprochable.Pocas veces se ha visto lenguaje parejo al que el Gobierno cubano utiliza en la nota oficial con que su canciller¨ªa responde al ministro de un Gobierno que se supone amigo. Ante tan intolerable comunicado, es de desear que Madrid reduzca a su nivel m¨ªnimo unas relaciones diplom¨¢ticas cuyo ¨²nico objeto es ya dar cobijo a ciudadanos cubanos que, con ser "miserables, antisociales y lumpen", prefieren escapar a lo que Fidel Castro llama "cloaca" espa?ola antes que seguir disfrutando del para¨ªso terrenal en el Caribe.