Un hurac¨¢n entre cuatro paredes
Herbie Mann's Jasil Brazz y Hermeto Pascoal Mendizorrotza. 21 de julio.MIQUEL JURADO
El delirio se apoder¨® de Mendizorrotza, y el festival acab¨® sumido en la m¨¢s sana y reconfortante de las locuras musicales que alguien pueda imaginar. El hurac¨¢n Hermeto arras¨® todo lo que quedaba en pie. Tras m¨¢s de dos horas y media de concierto, la comunicaci¨®n entre escenario y p¨²blico era total y nadie parec¨ªa agotado. La alegr¨ªa reinaba y el ritmo m¨¢s endiablado se hab¨ªa apoderado de todos los cuerpos. Hermeto podr¨ªa haber estado tocando toda la noche. El t¨®pico del broche de oro se queda corto para calificar esta clausura.
Fue una l¨¢stima que el bueno de Herbie Mann compartiese la velada con Hermeto. El Brasil de Mann se qued¨® de cart¨®n-piedra ante la autenticidad de los ritmos y propuestas del genuino brasile?o. Mann es un buen artesano un flautista de t¨¦cnica envidiable y gusto exquisito. Su planteamiento esc¨¦nico supera en mucho la pura m¨²sica de ascensor pero su acercamiento a las canciones de Gilberto Gil, Ivan Lins o Djavan qued¨® en pura an¨¦cdota de buena voluntad ante lo que se le avecinaba minutos despu¨¦s del descanso. Herbie Mann toc¨® durante 90 minutos, todo agradable y suave, muy agradable y muy suave y olvidado en el mismo momento de su consumici¨®n.
Hermeto Pascoal tiene alg¨²n pacto con el diablo. S¨®lo as¨ª se entiende el potencial devastador de su m¨²sica. Hermeto es una caja de sorpresas sin fondo. M¨¢s que m¨²sico, catalizador de sensaciones. Un brujo albino imprevisible, capaz de sentarse al piano y ponerle feijoada al mism¨ªsimo Round' midnight, atreverse a desmitificar el Brasil de Ary Barroso, adentrarse sin miedo y sin t¨®pico en la m¨¢s t¨®pica espa?olada o lanzarse al frente de sus m¨²sicos en los m¨¢s tribales y ancestrales ritmos del interior de su Brasil. Fiesta, carnaval y romer¨ªa cruz¨¢ndose con el m¨¢s potente free jazz y destellos luminosos de una fussion que tanto le debe al compositor de La Goa da Canoa.
Hermeto cant¨®, hizo cantar al p¨²blico, bail¨®, toc¨® el piano, los sintetizadores, la bater¨ªa, el fliscornio, el saxo soprano, estren¨® dos canciones compuestas ese mismo d¨ªa -una durante la comida y otra en la misma pizarra del camerino, escribiendo con un terr¨®n de az¨²car-, hasta sopl¨® en su vieja tetera llena de agua y a cualquier alma presente.
En la explosi¨®n incendiaria de Hermeto tienen tambi¨¦n algo de culpa sus seis extraordinarios m¨²sicos, un grupo capaz de seguir a su l¨ªder hasta los m¨¢s insospechados parajes musicales. Carlos Malta, esa noche en estado de gracia, soplando como un loco todas las flautas y saxofones; la sensualidad de los teclados de Jovino Santos Neto; la seguridad de Itibere Zwarg, o las desbordantes percusiones de Marcio Bah¨ªa, Fabio Pascoal y el siempre sorprendente Pernambuco. Una de las apoteosis de ritmo, color y capacidad comunicativa m¨¢s apabullantes que han pisado Mendizorrotza en sus 14 a?os de festival.
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