Diez a?os despu¨¦s
El 23 de julio de 1980 muri¨® en Barcelona Alfonso Com¨ªn, "cristiano en el partido, comunista en la Iglesia", como ¨¦l sol¨ªa repetir. As¨ª reza el t¨ªtulo de un libro suyo y tambi¨¦n un cap¨ªtulo de La reconstrucci¨®n de la Palabra, donde se encuentra, de un solo desenfadado trazo, la instant¨¢nea m¨¢s significativa de este hombre libre y bueno: "Hijos de h¨¦roes del Movimiento del glorioso alzamiento nacional, hijos de los vencedores, nos unimos con los hijos del pueblo derrotado".Pol¨ªticamente, lo m¨¢s grande de estos 10 a?os ha sido la destrucci¨®n del muro de Berl¨ªn y la transformaci¨®n de los reg¨ªmenes del Este. ?Modifican estos hechos nuestra visi¨®n de Alfonso Com¨ªn? El pasado siempre es el mismo, pensamos con raz¨®n. Pero el pasado adquiere una significaci¨®n global nueva, con nuevos matices, a la luz de estos extraordinarios acontecimientos del presente. Preguntas como ?qu¨¦ causa sirvi¨® Com¨ªn?, ?fueron creadores de futuro su pensamiento y su acci¨®n?, ?es vigente u obsoleta su postura?, suenan hoy con un acento nuevo.
Alfonso Com¨ªn tuvo y tiene la gran vigencia de mostrar c¨®mo un cristiano pod¨ªa estar a gusto y a fondo en la izquierda. Durante la guerra espa?ola, la ubicaci¨®n normal de los cristianos era la derecha de toda la vida. Es cierto que en Catalu?a apareci¨® la gran cu?a de Uni¨® Democr¨¤tica, que acog¨ªa verdaderos cristianos y verdaderos dem¨®cratas con sensibilidad social, como el inolvidable Manuel Carrasco i Formiguera. Pero Uni¨® Democr¨¢tica siempre se present¨® como un partido interclasista: no pretendi¨® representar los intereses espec¨ªficos de la clase obrera.
De manera que es Alfonso Com¨ªn quien atrae consigo a muchos cristianos y les da carta de naturaleza en una cultura y en un partido de izquierda, en el sentido de opci¨®n por la clase obrera. Su marxismo, en efecto, consist¨ªa en "una tradici¨®n emancipatoria moderna, una tradici¨®n del movimiento obrero, no ciertamente un sistema te¨®rico" (A. Com¨ªn, ?Por qu¨¦ soy marxista? Y otras confesiones, Barcelona, 1979, p¨¢gina 48).
El problema hoy es ¨¦ste: ?d¨®nde est¨¢n los intereses de la clase obrera?, ?qu¨¦ partido los representa mejor?, ?qu¨¦ es hoy mismo la clase obrera? Yo no contestar¨ªa jam¨¢s a estas preguntas con un gui?o posmoderno de arrase total.
Estas preguntas tienen, a pesar de los pesares, un cierto significado. Y si bien est¨¢n pidiendo un ampl¨ªsimo debate, quisiera acompa?arlas de breves respuestas: los intereses de la clase obrera coinciden con un tipo de sociedad que no margine a un tercio de la poblaci¨®n. Los intereses de la clase obrera los representan aquellos partidos cuya racionalidad pr¨¢ctica prevea y organice las mejores condiciones de vida para la mayor parte de la poblaci¨®n ("para todos" dir¨¢ quien sea sanamente ut¨®pico). Es dif¨ªcil saber hoy qu¨¦ es la clase obrera, pero no se puede negar que hay unos estratos mayoritarios de poblaci¨®n -que muy bien pueden llegar a los dos tercios de la sociedad- que ostentan, en posesi¨®n inversamente proporciona?, la parte minoritaria de renta, de cultura, de capacidad de decisi¨®n, etc¨¦tera. ?Esto es, por lo menos, lo que resta de la clase obrera del siglo XIX! Por eso Europa ha optado por derribar los muros del gulag, pero no ha dicho adi¨®s a esa racionalidad pr¨¢ctica que quiere servir sin el aparato ideol¨®gico de anta?o los intereses espec¨ªficos de esta amplia mayor¨ªa.
?Quiere decir, por tanto, que hoy d¨ªa Com¨ªn pensar¨ªa como un ep¨ªgono de la Escuela de Francfort, es decir, como el Habermas de nuestros pagos?
S¨ª y no. S¨ª si se trata de recordar su famosa frase: "Mi propuesta se orienta hacia un marxismo desideologizado, que renuncia a una cosmovisi¨®n explicativa de todos los problemas del hombre..." (obra citada, p¨¢gina 50). S¨ª si pensamos que Com¨ªn avanz¨® corno el que m¨¢s hacia un realismo social que realmente captara la realidad de los fen¨®menos y de sus causas. Tambi¨¦n en este sentido puede decirse que fue realmente prof¨¦tico.
Discurso sin filtro
Pero Com¨ªn no era un profesor m¨¢s de Francflart. Era el hombre esperanza de talante muy distinto al de un probo profesor. Intelectual t¨ªpico, no dejaba de encarnar con una fuerza amiga y provocativa lo m¨¢s testimonial de la tradici¨®n cristiana. Como una premonici¨®n de lo que hab¨ªa de ser en nuestros d¨ªas un Ignacio Ellacur¨ªa. O quiz¨¢s ser¨ªa m¨¢s cierto afirmar que Ellacur¨ªa partic¨ªpaba del mismo carisma generoso y humano de Com¨ªn.
Su palabra ensancha los esquemas r¨ªgidos de una escuela o de una ideolog¨ªa. Releo el volumen tercero de sus Obras. Su palabra es enormemente libre, porque brota generosa desde una mente abierta, nunca desde el inter¨¦s inmediato. Por eso carece de aquella unidimension¨¢lidad del discurso pol¨ªtico que dice lo que toca decir, mientras que Com¨ªn no pon¨ªa filtro alguno entre la realidad, su mente, su palabra y... sus amigos. La libertad y la esperanza de Com¨ªn son tambi¨¦n profec¨ªa porque, pasados 10 a?os, son capaces de hendir las espesas defensas que tejen hoy d¨ªa el nihilismo y la frivolidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.